
Imagen Cancillería de Colombia
Ya es un hecho. A partir del 4 de enero de 2026, Alfredo Saade se ha posesionado oficialmente como nuevo embajador de Colombia ante la República Federativa de Brasil, en uno de los movimientos diplomáticos más relevantes del actual gobierno y con profundas implicaciones políticas, económicas y geoestratégicas para el país. Su llegada a Brasilia no responde a un relevo convencional, sino a una decisión cuidadosamente calculada dentro de la visión regional que el presidente Gustavo Petro ha venido construyendo para Colombia en América del Sur.
“Oficialmente me he posesionado como embajador de Colombia ante la República Federativa de Brasil. Llevo instrucciones precisas del señor presidente Gustavo Petro para que las relaciones con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva sigan fortaleciéndose. Con Dios siempre se gana, jamás se pierde”, afirmó Saade al asumir funciones, dejando claro que su tarea no se limita al protocolo diplomático, sino que se inscribe en una agenda de transformación profunda de la política exterior colombiana.
Pocos nombres en la política nacional representan con tanta claridad la idea de lealtad y coherencia como el de Alfredo Saade. Su trayectoria no surge de la diplomacia tradicional ni de los círculos históricos del poder. Tampoco responde a las lógicas clásicas de los partidos. Su camino ha sido el de la constancia, la confrontación abierta y la defensa sin ambigüedades del proyecto político que hoy gobierna Colombia.
La relación entre Saade y Gustavo Petro antecede a la llegada al poder. Se forjó en los momentos fundacionales del Pacto Histórico, cuando la unidad del progresismo aún era frágil. Saade participó en la consulta interna para definir el candidato presidencial. No ganó. Sin embargo, transformó esa derrota en una demostración de carácter político: lejos de apartarse, se convirtió en uno de los defensores más visibles, vehementes y persistentes de la candidatura de Petro, incluso en los escenarios más adversos.
En ciudades complejas para el progresismo como Cúcuta, Valledupar y Cartagena, Saade asumió un rol que pocos estuvieron dispuestos a asumir. Habló cuando otros optaron por el silencio, confrontó cuando el cálculo político aconsejaba prudencia y sostuvo un discurso frontal aun sin respaldo mediático. Defendió el proyecto de gobierno en plazas difíciles, conectando con sectores populares que encontraron en él una voz directa, sin ornamentos ni dobles discursos.
Oficialmente me he posesionado como embajador de Colombia ante la república federativa de Brasil.
Llevo instrucciones precisas del señor presidente @petrogustavo para que las relaciones con el presidente Lula @LulaOficial sigan fortalecidas.
Con Dios siempre se gana, jamás se… pic.twitter.com/6jHshLmftO— pastor Alfredo saade (@alfredosaadev) December 29, 2025
Dentro de la propia campaña fue subestimado. Se cuestionó su estilo, su tono y su manera de hacer política. Pero lejos de replegarse, fortaleció su discurso y consolidó un vínculo sólido con las bases. Nunca pidió cargos ni reconocimientos. Aun así, su entrega fue observada. Ya en el gobierno, el presidente Petro lo nombró jefe de gabinete, en una señal inequívoca de confianza y reconocimiento a una lealtad sostenida en el tiempo.
Desde esa posición, Saade mantuvo la misma línea que lo había caracterizado. Enfrentó a la prensa sin evasivas, defendió al presidente con firmeza y no rehuyó las controversias. En un entorno político marcado por la cautela estratégica y la moderación discursiva, su presencia resultó incómoda para muchos, incluso dentro del propio gobierno. Sectores que ya piensan en el escenario electoral de 2026 buscaron aislarlo y desacreditarlo, recurriendo a denuncias y maniobras administrativas. Ninguna de esas presiones logró quebrar su postura.
Hoy, cuando algunos anticipaban su salida del primer plano político, Gustavo Petro le confía una de las misiones más sensibles y estratégicas de su política exterior: representar a Colombia ante Brasil, la mayor potencia económica y política de América Latina. No se trata de un destino simbólico. Brasil es el eje del Cono Sur y un actor central en la reconfiguración del sur global, y Luiz Inácio Lula da Silva, además de ser un aliado político de Petro, ejerce actualmente la presidencia pro tempore del Mercosur, el mercado común más antiguo y estructurado de la región.
En ese contexto, una de las misiones centrales de Alfredo Saade será acercar de manera decidida a Colombia al Mercosur, un objetivo estratégico que el presidente Petro ha venido trabajando con visión de largo plazo. El Mercosur no solo representa un bloque económico de enorme peso, sino que se encuentra en una fase avanzada de negociación para la firma de una alianza histórica con la Unión Europea, un acuerdo que abriría mercados de enorme magnitud para los países que hagan parte de ese entramado comercial.
Para Colombia, este acercamiento tendría implicaciones profundas. Convertirse en un país principal dentro de la órbita del Mercosur abriría oportunidades inéditas en sectores clave como el agrícola, precisamente en un momento en el que el gobierno colombiano ha decidido transitar hacia un modelo económico menos dependiente del petróleo y más enfocado en la producción de alimentos, la sostenibilidad y el valor agregado del campo. La apuesta del presidente Petro por transformar a Colombia en una gran despensa del mundo encuentra en este escenario regional una plataforma natural de expansión.
A ello se suma el potencial turístico. Colombia, reconocida internacionalmente como el país de la belleza, busca consolidarse como un destino global, aprovechando su diversidad natural, cultural y ambiental. La integración con el Mercosur y su proyección hacia la Unión Europea no solo abriría mercados agrícolas, sino también corredores turísticos, inversiones y flujos de visitantes que fortalecerían una economía basada en la vida, la biodiversidad y la sostenibilidad.
La designación de Saade responde a esa visión integral. Su estilo directo, su capacidad de interlocución política y su cercanía con los sectores populares son vistos como activos en un momento que exige una diplomacia con contenido político y sentido histórico, no meramente ceremonial. Llega a Brasilia con la tarea de fortalecer una alianza estratégica, profundizar la integración regional y posicionar a Colombia como un actor protagónico en el nuevo mapa económico y político del sur global.
Alfredo Saade ha sido subestimado, cuestionado y atacado. Lo han dado por terminado más de una vez. Sin embargo, hoy asume un rol de primer orden en el escenario internacional. Quienes conocen su trayectoria saben que no llega a Brasil para cumplir una agenda decorativa. Llega para hacer política, para abrir puertas, para construir región y para dejar en alto el nombre de Colombia y del proyecto político que representa.
En tiempos de discursos calculados y consensos frágiles, su nombramiento envía un mensaje claro: la coherencia, la lealtad y la convicción siguen siendo determinantes cuando se trata de asumir las responsabilidades más grandes del poder.
carloscastaneda@prensamercosur.org
