
El cierre del año encuentra a la economía colombiana con un dato que resume buena parte de su ajuste reciente: un peso más fuerte frente al dólar y una Tasa Representativa del Mercado que confirma una tendencia de apreciación sostenida. Lejos de los escenarios alarmistas que dominaron el debate en años anteriores, el comportamiento de la tasa de cambio ha reflejado una corrección gradual, coherente con la dinámica de una economía abierta y con la interacción normal entre oferta y demanda de divisas. El mercado, y no medidas abruptas, ha sido el principal regulador de este proceso.
La TRM, referencia diaria del valor del peso frente al dólar, ha descendido de manera progresiva desde los máximos observados a finales de 2022. Esta trayectoria no responde a movimientos especulativos ni a choques puntuales, sino a un reequilibrio paulatino que ha permitido a los distintos sectores económicos adaptarse sin sobresaltos. En este contexto, la apreciación del peso —fenómeno distinto a la revaluación administrada— se explica por flujos reales de comercio, inversión y consumo, propios de una economía integrada a los mercados internacionales.
El comportamiento del comercio exterior ha sido uno de los factores determinantes. La reducción acumulada de la tasa de cambio en los últimos tres años muestra que las exportaciones y las importaciones han reaccionado a las señales de precios globales, al tiempo que se han abierto espacios para una mayor diversificación de destinos y productos. A ello se suma una recuperación sostenida de la inversión, tanto nacional como extranjera, y un mercado interno que ha mostrado capacidad de absorción, reflejada en el consumo y el empleo.
El fortalecimiento del peso también ha estado respaldado por flujos constantes de remesas, el dinamismo del turismo internacional y la llegada de visitantes extranjeros, que han incrementado la oferta de divisas en el país. En paralelo, el comportamiento del mercado energético, con un precio del petróleo que ha tendido a moderarse en el largo plazo pese a su volatilidad, ha reducido presiones alcistas sobre el dólar, contribuyendo a un entorno cambiario más estable.
En el plano internacional, la evolución de la economía estadounidense ha jugado un papel relevante. El dólar ha perdido valor frente a la mayoría de las monedas, en un contexto marcado por ajustes estructurales, cambios en los patrones de inversión y una competencia global cada vez más intensa, impulsada por el comercio digital y nuevas cadenas de suministro. Este debilitamiento relativo de la divisa estadounidense ha amplificado los efectos de los factores internos en países como Colombia.
Aunque algunos análisis han intentado explicar la caída de la TRM casi exclusivamente por el entorno externo, una lectura integral de los indicadores macroeconómicos sugiere un panorama más equilibrado. La inflación, la inversión, el consumo y el empleo muestran señales de estabilización que respaldan la idea de un mercado interno más sólido, capaz de influir de manera decisiva en la formación del precio de la moneda. La apreciación del peso, en ese sentido, no es un fenómeno aislado, sino parte de un ajuste más amplio del sistema productivo.
Las implicaciones de este escenario son significativas. Un dólar más barato reduce los costos de importación de insumos, maquinaria y tecnología, lo que mejora la competitividad de las empresas y abre oportunidades para la modernización productiva. Al mismo tiempo, alivia la carga de la deuda externa, con un impacto positivo sobre las finanzas públicas y la sostenibilidad fiscal. Para los exportadores, el nuevo entorno cambiario plantea el desafío de adaptarse, pero también incentiva la búsqueda de nuevos mercados y el uso de monedas distintas al dólar, fortaleciendo estrategias de diversificación y mitigación de riesgos.
En conjunto, la evolución reciente de la TRM envía una señal clara: la economía colombiana ha logrado absorber choques, corregir desequilibrios y consolidar una senda de mayor estabilidad cambiaria. El fortalecimiento del peso al cierre del año no es un hecho coyuntural, sino el reflejo de un proceso de ajuste gradual que redefine las condiciones de competitividad y posiciona al país con mayor solidez en el escenario regional e internacional.
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