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En un contexto global marcado por transformaciones profundas en los flujos migratorios y por el incremento de niñas, niños y adolescentes que cruzan fronteras en condiciones de alta vulnerabilidad, Colombia reafirma su compromiso con la protección integral de la niñez y adolescencia en movilidad humana. En el marco del Día Internacional del Migrante, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar lideró un espacio de reflexión y articulación interinstitucional que puso en el centro la garantía de derechos de esta población, reconociendo la movilidad humana no solo como un fenómeno migratorio, sino como un desafío humanitario que exige respuestas coordinadas, oportunas y centradas en la dignidad humana.
El foro “Niñez y Adolescencia Migrante y con Necesidades de Protección Internacional” se consolidó como un escenario de diálogo estratégico y construcción colectiva, orientado a fortalecer las capacidades institucionales del Estado y de sus aliados para responder de manera más efectiva a las realidades que enfrentan niñas, niños y adolescentes migrantes, refugiados, solicitantes de asilo o en riesgo de apatridia. El encuentro, realizado en la sede nacional del Bienestar Familiar, reunió a entidades del orden nacional, organismos de cooperación internacional y organizaciones sociales, que compartieron experiencias, retos y buenas prácticas en un ejercicio de corresponsabilidad que refleja la dimensión regional y global del fenómeno migratorio.
Durante la jornada, se destacó que hablar de niñez migrante implica reconocer historias de vida atravesadas por la urgencia de la protección, la necesidad de decisiones inmediatas y la obligación ética y jurídica de garantizar el interés superior del niño. En ese sentido, la directora general del Bienestar Familiar, Astrid Eliana Cáceres Cárdenas, subrayó que la protección de niñas, niños y adolescentes en movilidad humana solo es posible a través de la articulación institucional, la cooperación internacional y una visión compartida que ponga en el centro a la niñez como sujeto pleno de derechos, más allá de su nacionalidad o estatus migratorio.
El diálogo permitió analizar los cambios recientes en los patrones migratorios, incluyendo el aumento de los flujos migratorios inversos y el tránsito de norte a sur, así como los desafíos que esto representa para la atención de niñas, niños y adolescentes no acompañados o separados de sus familias. En este contexto, se reflexionó sobre la atención en tránsito, la reunificación familiar y la necesidad de respuestas diferenciadas en territorios estratégicos como el Darién y las zonas fronterizas con Panamá y Ecuador, donde convergen dinámicas complejas que incrementan los riesgos de vulneración de derechos.
Uno de los ejes centrales del foro fue la protección internacional, con especial énfasis en los mecanismos de refugio y apatridia como herramientas fundamentales para evitar la invisibilización jurídica de la niñez migrante. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, se resaltó que estos mecanismos no solo brindan protección legal, sino que permiten garantizar condiciones dignas de vida y acceso a derechos básicos para niñas, niños y adolescentes que huyen de contextos de violencia, persecución o riesgo. Asimismo, se presentaron los avances alcanzados durante 2025 y los desafíos proyectados para 2026, destacando la necesidad de fortalecer la articulación interinstitucional para responder de manera integral a escenarios cada vez más complejos.
La voz de los organismos internacionales y de la sociedad civil aportó una mirada complementaria, enfatizando que la niñez migrante enfrenta riesgos diferenciados que requieren respuestas reforzadas y con enfoque de derechos. Representantes de UNICEF, World Vision y ACNUR coincidieron en que invertir en la protección de niñas y niños en movilidad humana es una apuesta estratégica por su presente y por el desarrollo social de los territorios que los acogen, y que las buenas prácticas en esta materia surgen del trabajo territorial, del reconocimiento de las familias como entornos protectores y de la prevención de escenarios de exclusión.
A lo largo del intercambio, se reiteró la importancia de mantener como pilares de la acción institucional el interés superior del niño, el enfoque diferencial y la corresponsabilidad entre Estado, cooperación internacional y organizaciones sociales. Se reconoció que la movilidad humana incrementa los riesgos de explotación, violencia y desprotección, y que solo mediante respuestas sostenidas, coordinadas y humanizadas es posible garantizar soluciones duraderas para la niñez migrante, refugiada o en riesgo de apatridia.
El foro concluyó con un llamado a la sensibilización y al compromiso colectivo, reafirmando que la protección de niñas, niños y adolescentes no admite distinciones por nacionalidad, estatus migratorio o situación de movilidad. En un escenario regional e internacional cada vez más desafiante, Colombia envía un mensaje claro: la defensa de los derechos de la niñez migrante es una prioridad inaplazable y una responsabilidad compartida que define el carácter humanitario y solidario de sus respuestas institucionales.
carloscastaneda@prensamercosur.org
