
Es una época obscena ni duda cabe. Sobre la inmensa pobreza y miseria de miles de millones de seres humanos, los medios de comunicación dan rienda suelta mostrando obscenamente a multimillonarios y ricos, como si fueran los triunfadores ejemplos a seguir por el mundo. Muchos de estos son malhechores, vividores y expoliadores sin escrúpulos. Varios de ellos gobernantes destruyendo incluso el patrimonio de sus Estados, en nombre de la riqueza.
La riqueza en sí misma no es negativa, sino el tipo de acumulación que se realiza. Como decían los teólogos de la Liberación allá por los años 70 y 80 del anterior siglo, que la acumulación sobre la base de la explotación y la injusticia es anti cristiana, es acumulación egoísta, es injusta y totalmente pecadora. Además, profundiza la miseria y la desigualdad en el mundo.
Las bases de la crítica a la explotación y expoliación, como base de la riqueza, venía del nuevo testamento, donde Jesús advertía en Mateo 19:23-24, que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios. La radicalidad de Jesús es clara al respecto: no puedes servir a Dios y al dinero (Lucas:13). Aunque la historia tradicional de la iglesia católica, en manos de poderosos, manipuló al Jesús verdadero, mostrándolo como un santo y piadoso sin sentido. En realidad, Jesús fue un líder crítico y revolucionario para su época, desenmascarando a las clases altas y sus fariseos monjes, que después por eso lo asesinaron en la cruz.
La acumulación originaria de capital, históricamente tiene raíces en la colonia y después en los posteriores imperialismos. Es decir, dicha acumulación está bañada en sangre, en muerte y cementerios de destrucción de culturas. Muchas riquezas familiares, simplemente tienen aquellas raíces bañadas en sangre. De hecho, si realmente se escribiera la historia del capitalismo en serio, pues brotaría sangre y muerte en todas las páginas de reyes, príncipes, gobernantes y emperadores.
En Bolivia, uno de los países más pobres del mundo, donde la frivolidad de sus clases altas desde siempre intentan mostrar un país triunfador encubriendo la historia real, ese rostro que tienen que ocultar a como de lugar, porque no se ve bien para vender virtudes ajenas a las grandes mayorías.
La miseria y pobreza en nuestras calles son el rostro real de lo que somos. Ningún sistema de izquierda y derecha a resuelto o al menos disminuido la extrema pobreza, o la pobreza generalizada de nuestras ciudades donde las oportunidades no existen, sino a fuerza de esclavismo moderno en el comercio, en la prostitución, en la delincuencia generalizada, o en todo lo que se llama informalidad. Eso es esclavismo moderno en términos reales y concretos.
Pero la frivolidad y la navidad se imponen, de manera anti cristiana comprometida, inundando los medios de comunicación triunfalistamente, encubriendo lo que realmente está sucediendo en los tejidos sociales, donde la miseria y el hambre son la norma cotidiana, son el sello constante de una historia que no cambia ni con los cambios político ideológicos de la historia tradicional. El show de la navidad se esfuerza vía ideología de la información, para no mostrar ese país profundo de la miseria y la pobreza, que por siglos y siglos, espera ser atendida y al menos ser disminuida por razones de justicia social.
Las nuevas generaciones embobadas por las tecnologías de la información, que son en realidad de desinformación masiva, también siguen nomás ese patrón engañoso de acumulación originaria del siglo XVI. Lógica de acumulación al infinito que está destruyendo a todo el mundo. Lógica y enfermedad moderna, mental, que nos está llevando al abismo y cataclismo del cambio climático.
En términos de ese Jesús crítico y combativo de su tiempo, totalmente manipulado y convertido en un ser piadoso y que sólo rezaba para cambiar las realidades, la riqueza material tiene raíces injustas y de robo en medio de sangre y masacres. Esos ricos que se muestran como triunfadores por el norte del mundo, cuando la evidencia científica nos señala que son criminales, asesinos en serie, asaltantes de países enteros destruyendo todo a su paso sólo para amasar riqueza aun sea en la criminalidad, delante de los ojos de todo el mundo. Y el mundo ya no dice nada, embobada y cobarde ante la evidencia criminal de la lógica de acumulación al infinito.
Pues vivimos tiempos obscenos, frívolos, de adoración a los criminales de cuello blanco y opulencia de sangre. Vivimos tiempos de teatros hipócritas, para forzar y ocultar el sufrimiento y la esclavitud moderna, que es la continuación de ese teatro del horror desde el siglo XVI que es la lógica de la acumulación al infinito.
Vivimos tiempos frívolos, donde las iglesias no sirven de nada porque creen engañosamente que sólo rezando cambiarán las terribles realidades actuales. Prostituyendo a Dios, en favor de aquellos poderosos que están destruyendo el mundo impunemente frente a las cámaras de televisión. Amen.
por: Max Murillo Mendoza
Publicado por: La Voz de Tarija
Fuente de esta noticia: https://lavozdetarija.com/2025/12/21/riqueza-material-y-etica/
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