
El buttermilk es una de esas cosas que cuando las descubres dices: “¿cómo no lo he hecho antes?”. A mí me pasó la primera vez que lo vi en una receta americana de tortitas y pensé que sería algún ingrediente rarísimo… hasta que vi que se hace con leche y un poco de zumo de limón. Nada más. Y te aseguro que cambia completamente la textura de los bizcochos, las magdalenas o incluso el pollo rebozado.
En España no solemos tener buttermilk en el supermercado, y cuando lo hay, suele ser caro o difícil de encontrar. Por eso, aprender a hacerlo en casa es una de esas pequeñas cosas que te salvan un montón de recetas. Lo mejor es que solo tardas unos minutos y los ingredientes son de los que siempre tienes en la nevera.
Yo lo preparo muchas veces cuando quiero hacer un bizcocho bien esponjoso o unas tortitas para el desayuno del domingo. Es tan fácil que hasta mis hijos se encargan de remover la mezcla mientras preparo el resto. Ya verás que, una vez que lo pruebes, no vas a querer hacer tus recetas sin él.
¿Qué es el buttermilk o suero de mantequilla?
El buttermilk, o suero de mantequilla, es un ingrediente muy usado en la repostería anglosajona. Tradicionalmente era el líquido que quedaba después de batir la nata para hacer mantequilla, de ahí su nombre. Hoy en día, lo que solemos hacer en casa es una versión rápida: leche entera a la que se le añade un ácido (limón o vinagre) para que fermente ligeramente y adquiera ese sabor suave y textura más densa.
Lo interesante del buttermilk casero es que cambia la textura de lo que cocines, y también un pelín el sabor. Ese punto ácido reacciona con el bicarbonato o la levadura química, haciendo que las masas suban mejor y queden más esponjosas. Es como un pequeño truco de magia en la cocina, y sin apenas esfuerzo.
Además, sirve para muchas más cosas de lo que parece. Se usa sobre todo en bizcochos, tortitas, muffins o panes rápidos, pero también va genial para marinar carnes, especialmente el pollo. Si alguna vez has probado el pollo frito americano tan tierno por dentro, seguramente llevaba un buen baño de buttermilk. También puedes usarlo para salsas cremosas tipo salsa ranchera o incluso para preparar aderezos ligeros para ensaladas.
Receta de buttermilk casero
Ingredientes
- 250 ml de leche entera
- 1 cucharada de zumo de limón o vinagre blanco
Cómo hacer buttermilk casero
- Hacer buttermilk casero es de lo más sencillo del mundo. Solo tienes que verter la leche en un vaso o bol y añadir una cucharada de zumo de limón (o vinagre, si prefieres). Remueve un poco y déjalo reposar unos 10 minutos a temperatura ambiente.
- Verás que pasado ese tiempo la leche empieza a cortarse un poco y a tener un aspecto más espeso, con pequeños grumos. No te asustes, es justo lo que buscamos. Esa ligera acidez es la que convierte la leche en un suero perfecto para dar esponjosidad a las masas.
- Cuando esté listo, solo tienes que removerlo un poco antes de usarlo. Lo ideal es prepararlo justo antes de usarlo para que mantenga toda su textura y ese punto ácido tan característico.
Recetas con buttermilk casero

Una vez que haces buttermilk casero, te aseguro que empiezas a buscar excusas para usarlo. Sirve para un montón de cosas, tanto dulces como saladas. Te dejo algunas ideas que en casa hacemos muy a menudo:
Tortitas americanas fáciles y esponjosas
Si te gustan esas tortitas altas y suaves que ves en las películas, el buttermilk es la clave. Sustituye la leche de la receta por la misma cantidad de buttermilk y notarás la diferencia: quedan más tiernas, con un punto ácido que equilibra el dulzor del sirope.
Pollo frito americano
Aquí el buttermilk es el gran secreto. Sirve para marinar el pollo antes de freírlo. Solo hay que dejarlo en remojo unas horas (mejor toda la noche) y después rebozarlo. El ácido del buttermilk ablanda la carne y hace que quede jugosa por dentro y crujiente por fuera.
Salsas cremosas o aliños
Si te gusta preparar aderezos caseros para las ensaladas, mezcla buttermilk con un poco de mayonesa, ajo, perejil y cebollino. Te saldrá una salsa tipo ranchera perfecta para acompañar verduras, patatas o incluso pollo a la plancha.
Lo bueno del buttermilk es que puedes usarlo en casi cualquier receta que lleve leche o yogur. Solo hay que mantener las proporciones: sustituyes la leche por la misma cantidad de buttermilk y, si lleva bicarbonato, ¡mejor aún!, porque la reacción entre ambos hace maravillas.
Consejos para hacer buttermilk casero
Lo bueno de esta receta es que no tiene misterio, pero sí hay algunos detallitos que conviene saber. A ver, te cuento.
- Usa siempre leche entera si puedes. La semidesnatada también vale, pero la textura final será más ligera y el resultado en los bizcochos puede quedar un poco menos esponjoso.
- No te pases con el limón o el vinagre. Con una cucharada por cada 250 ml de leche es más que suficiente. Si echas más, el sabor puede volverse demasiado ácido y eso se nota en las masas.
- Déjalo reposar el tiempo justo. Entre 10 y 15 minutos suele bastar. Si ves que no se ha cortado mucho, no pasa nada, el efecto en la receta será el mismo. Pero si lo dejas más de media hora, el sabor será demasiado fuerte y no queda tan bien.
- Remuévelo bien antes de usarlo. Tiende a separarse un poco, es normal.
Bueno, ya ves que hacer buttermilk casero no tiene ningún misterio. Es una de esas cosas que, cuando las aprendes, ya no entiendes cómo cocinabas sin ellas.
Así que la próxima vez que veas una receta americana y pienses “uff, lleva buttermilk, no lo tengo”, ya sabes que lo puedes preparar en un momento. Prueba a tenerlo en cuenta para tus masas o incluso para marinar carne, y verás qué cambio.
Si buscas otras recetas con buttermilk, no puedes dejar de probar los muffins de limón con glaseado, que quedan suaves, húmedos y con ese puntito ácido tan rico que combina de maravilla con el dulce del glaseado; los rollos de canela (cinnamon rolls), tiernos y esponjosos, donde el buttermilk ayuda a que la masa suba mejor y se mantenga jugosa incluso al día siguiente; y la clásica tarta Red Velvet, una de esas recetas que siempre impresionan, con su color rojo intenso, textura aterciopelada y un sabor equilibrado gracias a la acidez del buttermilk que contrasta con el frosting de queso.
Cintia Scianna
Fuente de esta noticia: https://www.pequerecetas.com/receta/buttermilk/
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