
Joberto Porto, abogado y Director Jurídico (CLO) de CDA Gaming, empresa propietaria de las marcas Casa de Apostas y Betsul, analizó para SBC Notícias Brasil los riesgos de los cambios regulatorios en Brasil.
El debate sobre la regulación de las apuestas en Brasil comienza a revelar un problema que va más allá de ajustes puntuales o divergencias interpretativas. Existe un efecto sistémico en curso, perceptible en el funcionamiento diario del mercado y medible desde una perspectiva económica, que aún recibe poca atención en el debate institucional: la rotación regulatoria. No se trata de una disminución del interés en los juegos de azar, sino de la pérdida progresiva de participación del entorno regulado en favor del mercado informal.
En el sector de las apuestas, la tasa de abandono siempre ha sido un indicador clave de sostenibilidad, dado que la salida de un jugador representa no solo la pérdida de ingresos a corto plazo, sino también la eliminación de todo el valor económico futuro que el usuario aún generaría. Este es un mercado con altos costos de adquisición, donde la retención es crucial para la viabilidad del operador y, en consecuencia, para los ingresos estatales y la eficacia de la política regulatoria.
En jurisdicciones maduras, la regulación está diseñada para cumplir dos funciones simultáneas: por un lado, reducir los riesgos, proteger al consumidor y garantizar la integridad; y por otro, crear un entorno lo suficientemente funcional como para mantener al apostador dentro del ecosistema legal.
La lógica es simple: cuanto más tiempo permanezca en el mercado regulado, mayor será la trazabilidad, el control, la recaudación de ingresos y la capacidad de supervisión estatal.
En Brasil, sin embargo, el diseño regulatorio ha incorporado sucesivas capas de requisitos que, en conjunto, generan una fricción significativa en la experiencia del usuario. Procesos operativos complejos, burocracias mal calibradas, la creación de “nuevos instrumentos tributarios sectoriales” y extensas listas de impedimentos y restricciones que afectan directamente la experiencia del apostador terminan actuando como vectores para expulsar a las personas del entorno regulado.
El impacto de este movimiento es institucionalmente contradictorio. A medida que los apostadores abandonan el mercado regulado, el Estado pierde precisamente los instrumentos que justifican la existencia misma de la regulación, como la trazabilidad, los mecanismos contra el blanqueo de capitales, los estándares mínimos de integridad y las herramientas efectivas de protección al consumidor.
En otras palabras, el mercado clandestino crece en proporción directa al aumento de la fricción regulatoria, con una pérdida de ingresos y una expansión de los riesgos que las políticas públicas pretenden combatir.
Es importante aclarar que este diagnóstico no implica la defensa de un mercado desordenado o permisivo. Al contrario. Una regulación eficiente no es sinónimo de rigidez acumulativa. Las normas efectivas son aquellas que logran sus objetivos con proporcionalidad, previsibilidad y apego a la realidad operativa. Cuando la regulación hace inviable la experiencia regulada, deja de cumplir su función pública y comienza a desplazar al usuario del sistema que debería proteger.
Existe también un desafío interno dentro del propio sector. Algunos operadores aún tratan el marco regulatorio actual como si estuviera plenamente consolidado e inmune a las críticas, adoptando una postura excesivamente diferente que inhibe el debate técnico. Reconocer el papel de la autoridad reguladora no significa renunciar al análisis crítico.
No se puede decir que Brasil cuente con una regulación madura en el escenario actual. La rotación regulatoria está presente y debe abordarse definitivamente. No es solo un concepto retórico, sino un indicador sensible del fracaso de las políticas públicas. Si la curva asciende de forma constante, el problema rara vez reside en el operador o el consumidor.
Una política seria de protección del jugador depende, sobre todo, de su permanencia en el entorno legal. Cuando la regulación en sí misma se convierte en un factor de expulsión, deja de cumplir su función esencial.
Lucia Gando
Fuente de esta noticia: https://sbcnoticias.com/rincon-juridico-joberto-porto-impactos-regulacion/
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