
El alcalde de San Mateo, Edgar Gerardo Díaz y la gestora social Luz Elida Cruz
San Mateo, enclavado en las montañas más antiguas y emblemáticas del departamento de Boyacá, se levanta como un municipio que avanza con determinación y esperanza. En cada amanecer, cuando la neblina abraza las laderas y el sonido de los gallos se mezcla con el eco de los caminos rurales, la vida transcurre con la dignidad silenciosa propia de los pueblos que han aprendido a resistir y a soñar. Es un territorio donde cada día representa un acto de voluntad, una apuesta por construir un futuro más digno pese a las limitaciones que durante décadas han marcado su historia.
En medio de ese paisaje profundo y humano, la administración municipal ha decidido no resignarse a la falta de recursos ni a los desafíos estructurales. El alcalde Edgar Gerardo Díaz y la gestora social Luz Elida Cruz se han convertido en dos voces cercanas, comprometidas, que no observan a su comunidad desde la distancia del poder, sino desde el cariño y la responsabilidad que sienten por su tierra. Luz Elida lo expresa con una sinceridad que evidencia el peso emocional de su labor: “Esta tarea no es fácil, pero vamos con toda por este municipio que tanto necesita”. Más que una frase, es una declaración de lucha diaria.
Durante los días recientes de diciembre, cuando las celebraciones se acercan y la nostalgia se adueña del ambiente, San Mateo recibió un toque de luz que transformó las miradas de cientos de familias. Más de 400 hogares del casco urbano fueron beneficiados con decoración navideña entregada por la administración municipal. No fueron simplemente adornos: fue un gesto de empatía, un recordatorio de que incluso en tiempos difíciles la esperanza puede entrar por la puerta principal envuelta en pequeñas luces, colores y detalles que devuelven la ilusión de celebrar juntos.
Meses antes, entre el 20 y el 24 de octubre, el municipio vivió una de sus celebraciones más emblemáticas: el Día del Campesino. Las veredas La Palma, Peñuela, Cascajal, Hatico Laguna, Hatico Hoya de Duartes, Floresta, Concordia, Cuicas Ramada, Cuicas Buraga, Vijal, Monterredondo, Guayabal, Alfaro y San José se reunieron en cinco puntos distintos para recordar la grandeza de quienes, con sus manos, sostienen la vida rural del municipio. Fueron jornadas en las que se mezclaron risas, historias de antaño, música tradicional y abrazos que parecían confirmar que la comunidad sigue tan viva como siempre.

Imagen Oficina Gestora Social Municipio San Mateo
En esta celebración se beneficiaron 1.400 familias con detalles que simbolizan reconocimiento y gratitud: juegos de cinco ollas, vajillas de cuatro puestos marca Corona y más de 2.500 almuerzos que hicieron sentir a cada asistente que la administración no los olvida, que su esfuerzo diario es valorado. Fue un encuentro que reforzó el tejido social y recordó que la identidad campesina sigue siendo el corazón cultural y productivo de San Mateo.
Pero mientras la comunidad celebra, la administración también enfrenta las necesidades más urgentes del municipio. Por ello, la gestora social Luz Elida Cruz ha hecho un llamado abierto a organizaciones no gubernamentales, fundaciones culturales y al Ministerio de Cultura: San Mateo necesita con urgencia una biblioteca ambulante. La que existía ya cumplió su ciclo, y en un territorio donde los niños dependen de herramientas pedagógicas escasas y distancias amplias para acceder al conocimiento, contar con libros, actividades culturales y espacios de lectura no es un lujo; es una necesidad vital para garantizar igualdad de oportunidades.
La administración municipal insiste en que el futuro de San Mateo se construye desde las manos pequeñas que hoy buscan aprender, desde los niños que miran el mundo con curiosidad y desde los jóvenes que necesitan puertas abiertas hacia el saber. Una biblioteca ambulante se convertiría en un puente simbólico y real: un camino directo entre la educación y las veredas más apartadas del municipio.

Imagen Oficina Gestora Social Municipio San Mateo
La historia que hoy vive San Mateo no se mide por cifras frías, sino por la profundidad de sus gestos. Se percibe en la emoción de una familia que vuelve a decorar su hogar, en el orgullo de un campesino reconocido, en los niños que sueñan con libros nuevos, en la administración que trabaja sin descanso para suplir necesidades que parecían imposibles de atender. El alcalde Edgar Gerardo Díaz y la gestora social Luz Elida Cruz no escriben su labor desde la comodidad; la construyen caminando, escuchando, entregando, sintiendo.
San Mateo, ese municipio boyacense que podría parecer pequeño en un mapa, está demostrando que la grandeza no siempre se encuentra en los territorios más visibles, sino en aquellos que luchan con más corazón. Y mientras exista una comunidad que cree en sí misma y unos líderes que trabajan con honestidad y compromiso, este territorio seguirá renaciendo, paso a paso, como una tierra que no solo inspira esperanza, sino que la convierte en acción.
carloscastaneda@prensamercosur.org
