
Hablar de imagen en el ámbito corporativo es hablar de percepción. Y la percepción, por definición, es relativa: no existe una única verdad, sino múltiples miradas que coexisten en el imaginario colectivo. Nadie es dueño absoluto de su imagen, pero todos somos responsables de la forma en que nos proyectamos, especialmente dentro de una organización. Por Angeles Wolscham.
En el campo de la imagen pública no existen categorías de “buena” o “mala” imagen; lo realmente relevante es su coherencia con los objetivos y la audiencia de cada empresa. Una imagen efectiva transmite, con autenticidad y estrategia, lo que la organización representa y aspira a ser.
Trabajar la imagen corporativa de manera consciente y profesional no es un acto de vanidad, sino una inversión en reputación: el activo más valioso que una empresa puede tener. Cada detalle desde la vestimenta y presentación personal de los colaboradores, hasta el lenguaje no verbal y la comunicación institucional refleja la cultura organizacional y los valores que se desean proyectar.
Por qué invertir en asesoría de imagen es estratégico
Una imagen sólida y coherente impacta directamente en la forma en que clientes, proveedores y socios perciben a la marca. En un entorno competitivo, la primera impresión puede ser decisiva. Las empresas que gestionan su imagen estratégicamente logran diferenciarse, generar confianza y proyectar profesionalismo.
“La asesoría de imagen va mucho más allá de la estética, es una herramienta de posicionamiento y comunicación. Permite alinear la identidad visual, el comportamiento del personal y los mensajes institucionales con la esencia de la marca” mencionó Angeles Wolscham, Asesora de Imagen
Esto se traduce en beneficios concretos:
- Mayor credibilidad y confianza frente al público y los aliados comerciales.
- Fortalecimiento del sentido de pertenencia entre los colaboradores, que se sienten parte de una cultura corporativa coherente y cuidada.
- Mejor comunicación interna y externa, gracias al desarrollo de habilidades de presencia, lenguaje corporal y protocolo profesional.
- Incremento del valor percibido de productos o servicios, al proyectar una imagen de excelencia y compromiso.
En definitiva, la imagen corporativa no se construye por casualidad, sino con estrategia, coherencia y propósito. Invertir en ella es apostar por el crecimiento, la reputación y la sostenibilidad de la organización en el tiempo. Como asesores de imagen, nuestro objetivo es acompañar a las empresas en este proceso, ayudándolas a proyectar lo mejor de sí mismas hacia el mundo.
