
Por primera vez en más de seis décadas, los telespectadores españoles no tendrán cita con el Festival de la Canción de Eurovisión. Tras semanas de tensión interna en la Unión Europea de Radiodifusión, RTVE ha hecho efectiva su decisión: España no irá a Eurovisión 2026 y renuncia también a retransmitir las galas desde Viena.
La medida llega después de que la UER confirmara que Israel seguirá en la competición y de que una amplia mayoría de sus miembros avalara un paquete de reformas en el sistema de votación. Para la radiotelevisión pública española, estas garantías técnicas son positivas pero claramente insuficientes en un contexto marcado por la guerra en Gaza y por las sospechas de injerencias en el televoto.
Una decisión histórica: España se baja del escenario
La retirada no ha pillado a nadie por sorpresa dentro del organismo europeo. El Consejo de Administración de RTVE había fijado en septiembre una línea roja muy clara: si Israel continuaba en el festival, España no participaría en 2026. Esa resolución interna se ha cumplido al pie de la letra tras las votaciones celebradas en la Asamblea General de la UER en Ginebra.
En ese encuentro, los miembros no votaron directamente sobre la expulsión o no de Israel, sino sobre una reforma del reglamento destinada a acotar las campañas masivas de voto y reforzar la vigilancia sobre posibles manipulaciones. Con 738 votos a favor, 264 en contra y 120 abstenciones, la nueva normativa salió adelante y, con ella, quedó zanjada la discusión sobre la continuidad de la delegación israelí.
Una vez confirmada esa permanencia, España activó su anuncio: no habrá candidatura española en Viena y la televisión pública dejará de pagar la aportación extraordinaria ligada al festival, aunque seguirá como miembro de pleno derecho de la UER en lo referente a noticias, contenidos y derechos deportivos compartidos.
La decisión supone el primer paréntesis español desde el debut de RTVE en 1961 (con la única excepción de la edición de 2020, cancelada por la pandemia). Más de seis décadas de presencia continuada se interrumpen de golpe, algo que no tiene precedentes recientes en un país del entorno europeo con una tradición eurovisiva tan arraigada.
Motivos de la ruptura: Gaza, votaciones y neutralidad cuestionada
RTVE ha justificado su retirada con una combinación de argumentos políticos, éticos y técnicos. Por un lado, la corporación sostiene que la situación en la Franja de Gaza y el papel del Gobierno israelí son incompatibles con la imagen de certamen cultural neutral que la UER intenta proyectar.
En las intervenciones previas a la votación en Ginebra, el secretario general de RTVE, Alfonso Morales, recalcó que la guerra y el uso del festival “para objetivos políticos” dificultan mantener Eurovisión como un espacio libre de instrumentalización. La pública española insiste en que no pueden normalizar la participación de un país al que atribuyen un incumplimiento reiterado de las normas del concurso sin sanciones proporcionales.
A ello se suma el malestar acumulado por los resultados de las dos últimas ediciones, en las que Israel escaló de forma muy significativa gracias al televoto. RTVE había reclamado una auditoría independiente y medidas más ambiciosas contra las campañas coordinadas, sospechando intentos de influir en el desenlace final.
La UER ha respondido con un paquete de cambios: reducción de 20 a 10 el número máximo de votos por espectador y método de pago, refuerzo de los filtros para detectar votación organizada y recuperación del voto de jurado profesional en las semifinales. Aunque RTVE “reconoce y valora” estas reformas, tanto Morales como el presidente, José Pablo López, las han descrito públicamente como “necesarias pero insuficientes”.
Dentro de la pública española cala la idea de que la organización no ha querido adoptar sanciones ejemplares contra KAN, la televisión israelí, a pesar de las advertencias de varios países. RTVE llegó a solicitar la suspensión temporal de Israel por al menos un año y a pedir que todas las votaciones relacionadas con el festival en la Asamblea fueran secretas; ambas peticiones fueron desestimadas por la presidencia de la UER.
Choque frontal en la UER y países que se alinean con España
La Asamblea de Ginebra ha dejado al descubierto una fractura profunda entre los miembros de la UER. De un lado, un grupo de radiotelevisiones públicas —entre ellas RTVE, Irlanda, Eslovenia y Países Bajos— defendía expulsar a Israel o, al menos, suspender su participación hasta que el conflicto en Gaza estuviera encauzado políticamente.
Estos países habían avisado con antelación: si Israel continuaba, renunciarían a Eurovisión 2026. Tras la votación sobre el nuevo reglamento, Países Bajos fue el primero en confirmar que mantiene su retirada, seguido de España, Irlanda y Eslovenia. Islandia sigue en duda, pendiente de comunicar una postura definitiva, mientras Bélgica y otros miembros han preferido darse unos días antes de fijar posición.
En el lado opuesto, potencias como Alemania, Austria o Suiza habían advertido que abandonarían el festival si se vetaba a Israel. El canciller alemán, Friedrich Merz, llegó a calificar de “escándalo” el mero hecho de plantearse su exclusión, mientras la televisión pública ARD y otras delegaciones defendían que el certamen debía seguir siendo “inclusivo” y regirse por normas iguales para todos.
La presidencia de la UER interpreta el resultado de la Asamblea como un mandato para seguir adelante con Eurovisión 2026 “según lo previsto”. En sus comunicados, el organismo destaca que las nuevas reglas persiguen reforzar la confianza, la transparencia y la neutralidad del evento, insistiendo en que los cambios aprobados responden a las críticas recibidas tras la pasada edición.
Para RTVE y otros países críticos, sin embargo, este desenlace evidencia que las consideraciones políticas y comerciales pesan más que la voluntad de sancionar conductas problemáticas. La radiotelevisión española habla abiertamente de un festival “dominado por intereses geopolíticos”, marcando un distanciamiento claro con la actual dirección del certamen.
Impacto en el Big Five y en la financiación del festival
La marcha española tiene un componente simbólico de primera magnitud: España es uno de los cinco grandes aportantes económicos del festival, el conocido Big Five que completan Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Esta condición da a esos países pase directo a la final y un peso financiero clave en el presupuesto anual de Eurovisión.
Al renunciar a la edición de 2026, España deja de asumir esa contribución extraordinaria ligada al certamen, aunque mantiene la cuota general que garantiza su presencia en la UER. A medio plazo, si la ausencia se prolongara, el reglamento prevé que un país pueda perder su estatus dentro del grupo de grandes financiadores, algo que en el caso español todavía no está sobre la mesa para 2027.
La propia organización reconoce que la salida simultánea de varios participantes afecta al equilibrio económico del festival. Cada delegación paga por participar y obtener derechos de emisión; en el caso de los miembros del Big Five, la cifra ronda varios cientos de miles de euros por edición. La baja española, sumada a otras potenciales ausencias, obligará a la UER a ajustar cuentas o a atraer nuevos socios.
En paralelo, se ha intensificado el movimiento de entrada y salida de países. Mientras España, Irlanda, Eslovenia y Países Bajos han comunicado su renuncia, Moldavia, Rumanía y Bulgaria preparan su regreso tras años alejados del certamen. La UER incluso ha tanteado a estados que nunca han participado en la versión adulta del festival, como Kazajistán, y se han barajado ideas tan llamativas como la de incorporar a Canadá a medio plazo.
Más allá del dinero de las teles públicas, Eurovisión se sostiene también sobre un importante bloque de patrocinios. Aquí el papel de empresas privadas —incluida la firma israelí Moroccanoil, patrocinador principal reciente— es determinante. Si varias grandes cadenas públicas dejan de emitir la gala, la audiencia global podría resentirse y obligar a renegociar contratos publicitarios y de esponsorización.
Qué verá (o no) el público español en mayo de 2026
La decisión de RTVE va más allá de no mandar artista: la corporación ha anunciado que no emitirá ni las semifinales ni la final del festival programado en Viena para los días 12, 14 y 16 de mayo de 2026. Es una posición de boicot total al evento que afecta de lleno a los millones de espectadores que cada año siguen la gala a través de La 1.
En el plano práctico, esto abre la puerta a que la UER ofrezca los derechos de emisión a otro operador en España. Entre las opciones que se han deslizado está la posibilidad de que la FORTA (las televisiones autonómicas) o cadenas privadas como Antena 3 o Telecinco negocien la retransmisión, aunque de momento no hay anuncios oficiales.
En el seno de RTVE se admite que la decisión generará malestar entre los eurofans, un público muy fiel que se había reencontrado con el festival en los últimos años gracias a la apuesta por el Benidorm Fest y a puestas en escena cada vez más ambiciosas. En redes sociales ya se percibe una división clara entre quienes aplauden la coherencia del boicot y quienes critican que se utilice Eurovisión como escenario de presión política.
También hay debate interno en el Consejo de Administración de la corporación. Aunque la retirada fue respaldada mayoritariamente, algunos consejeros consideran excesiva la confrontación directa con la UER y temen que pueda dañar relaciones estratégicas con otros socios europeos. Tampoco falta quien señala que la línea marcada por RTVE va incluso más lejos que la postura actual del propio Gobierno español, una vez alcanzado un alto el fuego y un proceso de paz en Gaza.
La fecha límite fijada por la UER para que cada país confirme oficialmente su presencia se sitúa en torno a mediados de diciembre. RTVE ha dejado muy poco margen a la especulación: aunque siempre podría producirse un giro si el contexto cambiase de forma radical, la retirada se presenta como una decisión firme y meditadamente irreversible para 2026.
Benidorm Fest: del trampolín eurovisivo a cita musical independiente
En medio de este terremoto, una de las grandes preguntas en España ha sido qué ocurrirá con el Benidorm Fest. La respuesta desde RTVE ha sido clara: el festival alicantino seguirá celebrándose con normalidad, aunque ya no servirá para escoger representante en Eurovisión 2026.
El propio presidente de RTVE, José Pablo López, ha reiterado en varias intervenciones públicas que el compromiso con esta cita “sigue intacto” y que se redoblarán esfuerzos para consolidarla como el gran festival de la música en España. La edición de 2026 mantiene sus fechas originales en febrero y se podrá seguir en abierto a través de la televisión pública.
Desde su relanzamiento, el Benidorm Fest ha buscado construir una identidad propia similar a la del Festival de Sanremo en Italia o el Melodifestivalen en Suecia, competiciones nacionales que, aunque conectadas a Eurovisión, tienen vida propia y funcionan como grandes escaparates de la industria musical local.
Sin la presión de encontrar una canción “competitiva” para un escenario europeo, RTVE defiende que los artistas podrán centrarse en ofrecer la mejor actuación posible y en conectar con el público español, sin la carga del título de “representante de España”. El ganador será coronado como vencedor del certamen y contará, además, con un premio en metálico que busca impulsar su carrera.
La corporación subraya que España seguirá creando y exportando música independientemente de Eurovisión, y que el Benidorm Fest puede convertirse en una plataforma clave para artistas emergentes y propuestas arriesgadas que quizá no encajarían en el formato del concurso europeo. En un panorama televisivo en el que la música en directo cada vez tiene menos espacio, esta cita se reivindica como una excepción necesaria.
El pulso entre RTVE y la UER ha desembocado en un escenario insólito: España se queda fuera de Eurovisión 2026 tras más de sesenta años de presencia continuada, en una decisión que mezcla principios políticos, dudas sobre la limpieza del voto y desencuentros con la dirección del festival. Mientras la UER intenta mantener el rumbo del certamen apuntalando su sistema de votación y sumando nuevos participantes, la radiotelevisión pública española centra ahora sus esfuerzos en reforzar proyectos propios como el Benidorm Fest y en redefinir su papel en el ecosistema audiovisual europeo. Queda por ver si esta ruptura será un paréntesis puntual o el inicio de una nueva etapa en la relación de España con el concurso musical más seguido del continente.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/espana-rompe-con-eurovision-motivos-consecuencias-y-que-pasa-ahora/
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