

Con este pastel de salmón ahumado y espinacas te aseguras un éxito de los que hacen afición. Su textura cremosa por dentro y aspecto vistoso lo convierten en el candidato ideal para abrir un menú de fiesta o para sorprender en una comida con invitados sin complicarte la vida.
Otra gran baza es su versatilidad: puedes prepararlo en versión fría, que no requiere horno y se hace con pan de molde, o apostar por la versión al horno con relleno cuajado y un toque de puerro pochado que le da un punto ligeramente dulce y muy elegante. Ambas opciones admiten prepararse con antelación, dejarlas en la nevera y servir cuando toque, así que todo son ventajas.
Por qué este pastel siempre triunfa
El equilibrio entre el ahumado del salmón, la suavidad de las espinacas y, si te animas con la versión horneada, el matiz dulce del puerro pochado, crea un conjunto redondo con un innegable aire gourmet sin necesidad de técnicas complicadas.
Su presentación luce muchísimo si forras el molde con lonchas de salmón dejando que sobresalgan y se solapen ligeramente; al cerrar el pastel, las lonchas “encaballadas” rematan el acabado y el desmolde queda perfecto. Es un detalle sencillo que marca la diferencia en la mesa.
Además, el pastel se puede cortar en porciones uniformes y servirlo como aperitivo individual. Queda genial sobre una cama ligera de hojas verdes; acompáñalo con escarola o lechuga crujiente y tendrás un contraste refrescante que realza el bocado.
Para rematar, encaja en cualquier momento del servicio: como entrante, primer plato o pieza central de un bufé. Y si te organizas el día anterior, llega a la mesa en su punto sin que tengas que estar pendiente de la cocina hasta el último minuto.
Ingredientes clave y materiales útiles
En la opción sin horno te hará falta salmón ahumado en lonchas, espinacas (frescas o congeladas bien escurridas), pan de molde sin corteza y un elemento cremoso que ayude a ligar (queso crema, un toque de ricotta o una mezcla suave tipo nata espesa). En la versión al horno, además del salmón y las espinacas, suma puerro pochado, huevos y nata o leche evaporada para cuajar el relleno; si quieres base, puedes usar masa quebrada o prescindir de ella.
Respecto al equipo, contar con un molde rectangular tipo cake o uno desmontable te facilitará el desmolde. Para la versión fría, forrar el molde con film ayuda a sacar la pieza sin esfuerzo. En la horneada, tener papel de aluminio a mano viene bien para controlar el dorado durante la cocción.
Versión sin horno: método paso a paso
1) Forrado del molde: coloca film transparente dentro del molde dejando que sobresalga. Cubre paredes y fondo con lonchas de salmón ahumado, dejando que sobresalgan por los bordes y que queden ligeramente montadas unas sobre otras para evitar huecos.
2) Relleno cremoso: saltea brevemente las espinacas con una pizca de aceite y deja que pierdan el agua. Es fundamental escurrir a conciencia; un exceso de humedad puede volver el pastel menos firme. Mezcla las espinacas frías con queso crema o ricotta, rectificando de sal con cuidado porque el salmón ahumado ya aporta salinidad.
3) Capas alternas: coloca una capa fina del relleno, sigue con rebanadas de pan de molde ajustadas al tamaño del molde y repite el proceso hasta completar. Termina con relleno para que el conjunto quede jugoso y bien sellado al cerrar con el salmón.
4) Cierre y frío: plegar hacia dentro las lonchas de salmón que sobresalen, presionar suavemente para compactar y cubrir con el film. Refrigera un mínimo de 2-3 horas (mejor de un día para otro) para que el pastel asiente y se pueda cortar en porciones limpias.
5) Servicio: desmolda tirando del film, corta con cuchillo de hoja lisa y sirve solo o con ensalada. Si lo preparaste con antelación, sácalo de la nevera unos 20 minutos antes para que no esté demasiado frío y se aprecien mejor los sabores.
Versión al horno con puerro: jugosa y con toque gourmet
1) Base (opcional): si te apetece contraste crujiente, estira una masa quebrada sobre el molde, pínchala y hornéala unos minutos en blanco. Otra opción es pincelarla con huevo batido para crear una barrera antihumedad antes de añadir el relleno, lo que ayuda a conservar la base firme.
2) Fondo vegetal: pocha el puerro picado fino a fuego suave hasta que esté tierno y dulce. Saltea las espinacas y escurre muy bien. Combina ambos con salmón ahumado troceado (o en tiras) y reserva.
3) Mezcla para cuajar: bate huevos con nata líquida o leche evaporada; añade una pizca de pimienta y, si te gusta, un toque de queso rallado para un acabado más fundente. Incorpora las verduras y el salmón a esta mezcla para lograr un relleno homogéneo.
4) Horneado: vierte en el molde (con o sin base) y hornea hasta que el centro apenas tiemble al moverlo suavemente. Si ves que la superficie dora demasiado rápido, reduce la temperatura a unos 175 ºC o cubre con papel de aluminio para protegerla y evitar un exceso de dorado.
5) Reposo y servicio: deja reposar fuera del horno antes de desmoldar para que el relleno se asiente. Esta versión admite servirla caliente, templada o fría; todas funcionan, así que elige según tu menú y la estación, manteniendo siempre el punto jugoso y bien cuajado.
Trucos que marcan la diferencia
– Escurre a conciencia las espinacas. La humedad residual es el enemigo de la firmeza, tanto en la versión fría como en la horneada; un colador y un apretón con cuchara evitan un pastel aguado.
– Capas sensatas. Un relleno excesivamente grueso tarda más en cuajar en el horno y puede complicar el corte en la versión sin horno; mejor capas equilibradas para un resultado estable y elegante.
– Control del calor. En el horneado, vigila el color de la superficie. Si empieza a dorar de más, baja a 175 ºC o tapa con aluminio; así respetas el interior y logras una textura sedosa.
– Tiempo de reposo. Antes de desmoldar, deja reposar. En frío, la nevera compacta el conjunto; en caliente, la espera asienta el relleno y facilita un corte limpio.
– Sal bajo control. El salmón ahumado tiene carácter; prueba antes de añadir más sal. En su lugar, juega con pimienta o hierbas suaves para equilibrar el sabor.
– Base crujiente opcional. Si usas masa quebrada, unos minutos de prehorneado o un pincelado con huevo ayudan a que el fondo quede más firme y no absorba humedad.
Guarniciones y forma de servir
Este pastel luce de maravilla con hojas verdes crocantes. Un puñado de escarola o lechuga aliñada con una vinagreta ligera aporta frescor y contraste. También puedes añadir encurtidos suaves o unas alcaparras para realzar el punto ahumado sin taparlo, manteniendo el conjunto equilibrado y apetecible.
Si lo sirves como aperitivo, corta porciones rectangulares del mismo tamaño y coloca cada una en un plato con una cucharadita de salsa suave (yogur, eneldo y limón funcionan de lujo). Para una mesa de celebración, el formato pastel completo en bandeja, bien liso y brillante por fuera, es una auténtica pieza de escaparate.
Conservación y congelación sin sorpresas
La versión fría aguanta bien en nevera, bien cubierta, durante 24-48 horas. La versión horneada, una vez templada, también se guarda sin problemas. Si quieres adelantar trabajo, la opción al horno se puede congelar: una vez completamente fría, envuélvela con film y luego con papel de aluminio o usa una bolsa de congelación, dejando la etiqueta con la fecha.
Para disfrutarla tras el congelado, descongela en la nevera de forma lenta y segura. Si preparaste el pastel el día anterior, recuerda sacarlo unos 20 minutos antes de servir para que no esté helado; así la textura resulta más amable y los sabores se expresan mejor.
Variaciones irresistibles para no aburrirse
– Solo puerro: si te quedas sin espinacas, reduce o sustituye por puerro bien pochado junto al salmón, huevo y nata; el resultado es suave, aromático y muy cremoso.
– Quesos que suman: integrar queso crema en la mezcla potencia la untuosidad; también puedes añadir un poco de queso rallado arriba para gratinar en la versión al horno y lograr un dorado delicado.
– Más verduras: brócoli al vapor en pequeños ramilletes o calabacín en rodajas finas dan color y textura. Combínalos con el puerro y las espinacas para un relleno vegetal vistoso y sabroso a partes iguales.
– Sin masa, todo relleno: cuaja la mezcla en una fuente refractaria ligeramente engrasada y sirve en porciones, prescindiendo de base. Para cambiar de tercio, prueba una capa fina de puré de patata como base alternativa.
– Ricotta y espinacas: si te gusta el estilo italiano, la ricotta con espinacas funciona de maravilla con el salmón ahumado; aporta cuerpo sin recargar y mantiene el relleno ligero y sedoso.
– Otras ideas del mar: si disfrutas explorando, existen pasteles “primos” estupendos como el de salmón fresco con gambas, el de verduras con merluza o el de hortalizas con queso. Son variaciones que amplían tu repertorio para distintas ocasiones.
Errores frecuentes y cómo evitarlos
– Relleno acuoso: no escurrir las espinacas a fondo. Solución: presionar en colador y, si hace falta, pasar por sartén ya sin aceite para evaporar el exceso de agua y lograr un relleno consistente.
– Capas desiguales: capas demasiado gruesas en el centro. Solución: repartir con espátula y mantener un grosor similar en toda la superficie para un cuajado uniforme y un corte homogéneo.
– Exceso de sal: sumar sal sin probar. Solución: prueba siempre la mezcla; el salmón ahumado ya es potente y basta con pimienta, hierbas frescas o limón para realzar el conjunto.
– Desmolde apresurado: intentar sacar el pastel sin reposo. Solución: enfría (o atempera) antes; ese tiempo de espera asienta las capas y evita roturas, dejando bordes nítidos.
Consejos de planificación para eventos
Si organizas una comida con varios platos, prepara el pastel el día anterior. La versión sin horno descansa en la nevera y sale directa a la mesa; la horneada se puede dejar cuajada y, en el momento, darle un toque de calor suave en el horno para recuperar textura sin resecar. Así, llegas al servicio con todo listo y sin prisas de última hora.
Para cortes perfectos en servicio tipo cóctel, usa un cuchillo de hoja lisa ligeramente humedecido en agua caliente y sécalo entre cortes. Obtendrás porciones del mismo tamaño, ideales para bandejear y mantener una presentación impecable.
Preguntas prácticas
– ¿Se puede tomar frío? Sí. La versión sin horno es un pastel claramente frío; la horneada admite caliente, templado o frío manteniendo todo su sabor.
– ¿Qué pan de molde usar? Uno tierno, preferiblemente sin corteza y de rebanada grande para cubrir bien el molde. Si es muy blando, puedes tostarlo levemente para que absorba menos humedad.
– ¿Y si no tengo molde de cake? Cualquier molde rectangular o cuadrado sirve; incluso uno desmontable facilita el desmolde. En la opción fría, no olvides el film para sacar la pieza limpia.
Este pastel de salmón ahumado y espinacas, en sus dos versiones, combina facilidad y resultado de restaurante: montaje sencillo, trucos claros (escurrir bien, controlar la sal, vigilar el dorado en horno), posibilidad de prepararlo con antelación y una presentación que entra por los ojos. Ya sea servido solo o con una ensalada de hojas crujientes, queda espectacular en cualquier mesa y se adapta como un guante tanto a celebraciones como a comidas del día a día.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/pastel-de-salmon-ahumado-con-espinacas-sin-horno-o-al-horno/
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