

Vladimir Putin junto al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. (Foto: AFP) | Foto: AFP
La tensión geopolítica en el hemisferio occidental volvió a escalar después de que Estados Unidos anunciara una nueva fase de su ofensiva militar contra las redes del narcotráfico en el Caribe y el norte de Suramérica. El Gobierno estadounidense confirmó que la iniciativa, bautizada como Operación Lanza del Sur, se pondrá en marcha con el despliegue del portaviones más grande del mundo, el USS Gerald Ford, que ya navega en aguas caribeñas acompañado de una poderosa flotilla de escolta. El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, presentó la operación como un esfuerzo directo para proteger la seguridad interna de su país. En un mensaje difundido en la red X, aseguró que la misión tiene como objetivo “defender nuestra patria, eliminar a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y proteger a nuestra gente de las drogas que matan a miles de estadounidenses cada año”.
El anuncio fue recibido en Washington como una muestra de fuerza que expande de manera significativa las capacidades militares estadounidenses en la región. Analistas de seguridad señalan que la sola presencia del Gerald Ford redefine el tablero estratégico y abre la puerta a operaciones de mayor alcance, tanto marítimas como aéreas, en zonas donde la actividad de grupos criminales transnacionales ha adquirido creciente sofisticación. El propio Hegseth describió al hemisferio occidental como “el vecindario de Estados Unidos”, subrayando que su país actuará sin vacilaciones para mantener la influencia y la estabilidad regional.
Las reacciones internacionales no tardaron en llegar, y la más contundente provino de Moscú. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, advirtió que el estado del derecho internacional “es lamentable” y que el nuevo operativo estadounidense podría agravar esa fragilidad. Expresó su esperanza de que cualquier tensión vinculada a Venezuela, país al que Rusia respalda diplomática y militarmente- se resuelva con estricto apego a las normas internacionales. Sus declaraciones se producen apenas días después de que Moscú calificara de “ilegales” e “inaceptables” los ataques estadounidenses contra embarcaciones procedentes de Venezuela, a las que Washington acusa de servir al narcotráfico. Para el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, estos operativos no son más que un “pretexto”, y aseguró que Estados Unidos actúa como “un país que se considera por encima de la ley”.
President Trump ordered action — and the Department of War is delivering.
Today, I’m announcing Operation SOUTHERN SPEAR.
Led by Joint Task Force Southern Spear and @SOUTHCOM, this mission defends our Homeland, removes narco-terrorists from our Hemisphere, and secures our…
— Secretary of War Pete Hegseth (@SecWar) November 13, 2025
Las palabras del Kremlin contrastan con la postura de altos funcionarios estadounidenses, como el secretario de Estado Marco Rubio, quien volvió a señalar que el Gobierno venezolano funciona como “una organización de narcotráfico que se adueñó del poder”. Rubio afirmó que la operación no busca un conflicto político, sino frenar la salida de cargamentos ilícitos hacia Norteamérica. “Si dejan de enviar barcos con drogas, no habrá ningún problema”, sentenció. La ambivalencia, sin embargo, se hace evidente en el discurso de la Casa Blanca. El presidente Donald Trump declaró recientemente que no tiene intención de desencadenar una guerra con Caracas, aunque, al ser consultado sobre si los días de Nicolás Maduro en el poder estaban contados, respondió sin rodeos: “Yo diría que sí”.
La llegada del USS Gerald Ford, que se suma a seis navíos ya desplegados en el Caribe y a otro ubicado en el Pacífico- aumenta la capacidad de Washington para ejecutar operativos simultáneos en distintas rutas marítimas utilizadas por redes ilegales. En los últimos meses, una veintena de ataques contra embarcaciones sospechosas dejó al menos 76 muertos, según cifras oficiales divulgadas en Washington. Aunque el Pentágono ha insistido en que los blancos seleccionados estaban involucrados en actividades criminales, el creciente número de bajas ha generado preocupación sobre la proporcionalidad del uso de la fuerza y el riesgo de ampliar la confrontación a actores estatales.
Trump insinuó además que podrían producirse incursiones terrestres en el futuro, un comentario que encendió aún más las alarmas en gobiernos de la región y en organizaciones internacionales. También sugirió que la CIA podría estar operando ya sobre el terreno, aunque no ofreció detalles. Esta combinación de movimientos militares, declaraciones ambiguas y respuestas diplomáticas tensas alimenta la percepción de que el Caribe y el norte de Suramérica entran en una fase de alta volatilidad, en la que cada paso podría reconfigurar alianzas, desencadenar reacciones impredecibles y poner a prueba los límites del derecho internacional.
