

Imagen Lula da Silva, Presidente de Brasil
América Latina vuelve a cerrar filas frente a Estados Unidos. En una inédita muestra de unidad regional, varios gobiernos del continente condenaron las declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, quien acusó a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, de promover la producción y distribución de drogas. Las palabras de Trump desataron una ola de rechazo diplomático encabezada por Brasil, Cuba, Venezuela y otros países del Caribe, que denunciaron lo que consideran una nueva forma de injerencia en los asuntos internos de la región.
El Gobierno colombiano calificó las acusaciones como “un acto de la mayor gravedad” y defendió la trayectoria de Petro en la lucha contra el narcotráfico. En un comunicado, la Cancillería afirmó que “estas declaraciones atentan contra la dignidad del presidente y del pueblo colombiano, que ha enfrentado durante décadas uno de los conflictos más duros del continente”. En respuesta, el mandatario colombiano acusó a Washington de haber roto unilateralmente el Tratado de Libre Comercio (TLC) al imponer nuevos aranceles sobre las exportaciones nacionales desde inicios de 2025, una medida que, según Bogotá, vulnera los acuerdos económicos y refleja un retroceso en las relaciones bilaterales.
Desde Brasilia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva pidió preservar a América Latina como una zona de paz, libre de conflictos armados y de intervenciones extranjeras. “Somos un continente sin armas de destrucción masiva, sin guerras religiosas ni étnicas. Las intervenciones externas solo agravan los problemas que pretenden resolver”, subrayó el mandatario durante un acto público. Lula también criticó las recientes maniobras militares de Estados Unidos en el Caribe y advirtió que América Latina “no puede ser escenario de tensiones importadas”. El líder brasileño instó además a fortalecer los mecanismos de integración regional para enfrentar los desafíos comunes “con autonomía, cooperación y respeto mutuo”.
La reacción de los bloques regionales no tardó en llegar. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) emitió un comunicado en el que condenó “las amenazas y los insultos” vertidos por Trump contra Colombia, considerándolos una “violación flagrante del derecho internacional y un ataque directo a la dignidad de un país soberano”. El bloque llamó a la comunidad internacional a rechazar “toda forma de injerencia o amenaza del uso de la fuerza” y reafirmó su compromiso con la estabilidad política y la paz continental. Desde la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) también surgieron voces que piden una reunión urgente para evaluar una respuesta diplomática conjunta.
En La Habana, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel calificó las acusaciones de Washington como “una nueva arremetida imperialista” y denunció que Estados Unidos “pretende revivir la Doctrina Monroe” en sus relaciones con América Latina. “Cada intento de dominación encuentra hoy un continente más consciente, unido y determinado a defender su soberanía”, expresó. Desde Caracas, Nicolás Maduro también manifestó su respaldo a Petro y advirtió que cualquier agresión contra Colombia “será considerada una agresión directa contra Venezuela”. El líder venezolano subrayó que “los pueblos de nuestra región comparten un destino común, y nadie podrá dividirnos”.
Las tensiones diplomáticas se agravaron tras los bombardeos realizados por fuerzas estadounidenses en el mar Caribe bajo el argumento de su nueva política antidrogas. Según fuentes oficiales en Bogotá, al menos 27 personas murieron desde septiembre en operaciones que Colombia no autorizó. Estos hechos, sumados a las declaraciones de Trump, han reavivado un viejo debate sobre la soberanía regional y el papel de Estados Unidos en América Latina. Analistas internacionales advierten que este nuevo episodio podría marcar un punto de inflexión en la política exterior del continente, donde los gobiernos buscan reducir su dependencia de Washington y diversificar sus alianzas hacia Asia y Europa.
La controversia también ha impactado el panorama económico. Los recientes aranceles estadounidenses han generado incertidumbre en los mercados regionales, afectando las exportaciones de café, flores y textiles colombianos. En respuesta, el Gobierno de Petro ha iniciado conversaciones con socios del Mercosur y con la Unión Europea para fortalecer nuevos acuerdos comerciales y compensar las pérdidas. “Colombia no renunciará a su soberanía económica ni a su derecho a decidir su propio modelo de desarrollo”, declaró el presidente durante un discurso en Bogotá.
En medio de este escenario de tensiones, los gobiernos latinoamericanos parecen coincidir en un mensaje común: la defensa de su independencia política frente a cualquier forma de presión externa. Con voces que van desde Brasil hasta el Caribe, la región reafirma su voluntad de actuar con una sola voz frente a los desafíos globales y de mantener viva la aspiración histórica de una América Latina libre, pacífica y soberana. En un mundo marcado por la incertidumbre geopolítica, el continente busca consolidar su identidad colectiva, apostando por el diálogo, la cooperación y el respeto mutuo como pilares de un nuevo orden regional.
carloscastaneda@prensamercosur.org
