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A tres días de conocerse que el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la líder venezolana María Corina Machado, el coronel retirado Ángel Alberto Bellorín sostiene que la decisión del Comité Noruego no fue un gesto aislado, sino una respuesta calculada al gobierno de Nicolás Maduro. Según su interpretación, el galardón constituye una forma de reparación moral por parte de Noruega, tras años de mediaciones fallidas con el régimen venezolano y el descrédito que esas gestiones dejaron en la diplomacia escandinava.
“Este premio fue una respuesta del Reino de Noruega, en plena consonancia con su gobierno y con el comité del Nobel, a los reiterados fraudes y burlas de Maduro que mancillaron la buena fe de un país reconocido por su neutralidad”, afirma Bellorín. A su juicio, la decisión refleja un cambio profundo en la actitud de Oslo, tras el colapso del Acuerdo de Barbados y el posterior desconocimiento de los resultados electorales del 28 de julio de 2024. “La grotesca toma del poder el 10 de enero de 2025 desbordó la paciencia noruega. El Nobel es, en cierta forma, su mea culpa”, agrega.
El oficial retirado, doctor en Derecho Constitucional y número 17 de la promoción militar de 1977, considera que la figura de Machado encarnaba los méritos suficientes para ser reconocida por la comunidad internacional. “La fortaleza y coherencia de su liderazgo ofrecían a Noruega una oportunidad para rectificar. Ese reconocimiento simboliza un giro moral de 180 grados en la forma de abordar el conflicto venezolano”, reflexiona.
Bellorín se apoya en la declaración oficial del Comité del Nobel, un texto que describe sin ambigüedades la crisis política del país: “Venezuela ha pasado de ser un país relativamente democrático y próspero a convertirse en un Estado brutal y autoritario. La mayoría de los venezolanos viven en la pobreza extrema mientras unos pocos se enriquecen, y la maquinaria violenta del Estado se dirige contra sus propios ciudadanos”. El militar interpreta esas líneas como una “sentencia al poder usurpador” y una confesión de la “dura factura que Noruega le pasa a Maduro”.
En otro fragmento del comunicado, el comité subraya que casi ocho millones de personas han abandonado el país y que la oposición ha sido “sistemáticamente reprimida mediante el fraude electoral, los procesos judiciales y el encarcelamiento”. Bellorín cree que esas palabras evidencian una posición inédita de Noruega, que hasta ahora había optado por un tono diplomático en sus declaraciones.
“Todas las reacciones del gobierno de Maduro, incluido el ridículo intento de crear un ‘Premio Chávez por la Paz’, demuestran el golpe recibido. Es la respuesta de un régimen herido por el reconocimiento a quien representa su derrota moral”, comenta el coronel, convencido de que el mundo está presenciando un reajuste en la política internacional hacia Venezuela.
Bellorín recuerda que tanto Noruega como los países del Caribe que sirvieron de mediadores en el Acuerdo de Barbados “están cobrando las cuentas acumuladas” tras años de incumplimientos. “El fantasma de Barbados sigue presente. Lo que falta por saber es si las recientes decisiones de estos países son coordinadas o si cada uno actúa por su cuenta”, señala.
El coronel relata que la mañana del 10 de octubre de 2025 se despertó con la noticia del Nobel y necesitó media hora para confirmar su veracidad. “Fue una sorpresa grata, pero también una señal. Noruega se está reivindicando con Venezuela”, dice. Desde su perspectiva, el premio representa una forma de corregir los errores de un proceso de mediación que, durante años, terminó validando a un poder ilegítimo.
En junio de 2025, pocos meses antes del anuncio del Nobel, Noruega había reconocido públicamente el fracaso de su mediación con el chavismo. Bellorín recuerda que entonces calificó esa admisión como “una disculpa tardía”, afirmando que “los niños hacen mea culpa; los Estados asumen responsabilidades”. Hoy, sin embargo, interpreta la concesión del Nobel como un acto de rectificación: “Noruega está haciendo lo que corresponde: asumir su parte en la historia y ayudar a reparar el daño”.
El militar concluye que el reconocimiento internacional a María Corina Machado trasciende la política interna de Venezuela. “Más allá de la emoción nacional, este premio tiene lecturas y consecuencias impredecibles. Es un punto de inflexión que redefine las relaciones del gobierno con el mundo y, quizá, abre una nueva etapa en la larga lucha por la libertad”.
carloscastaneda@prensamercosur.or
