

Imagen Cortesía
El ataque con explosivos que derribó una torre de energía en el sector de La Asomadera, en Medellín, volvió a encender el debate sobre la seguridad y el liderazgo político en la ciudad. Mientras Empresas Públicas de Medellín (EPM) confirmó que el atentado no generó interrupciones en el servicio eléctrico, la crisis se trasladó rápidamente al escenario político, donde el alcalde Federico Gutiérrez y el exmandatario local Daniel Quintero Calle protagonizaron un choque que ya tiene repercusión nacional.
Gutiérrez reaccionó al atentado con un anuncio de recompensa por 200 millones de pesos para quien entregue información sobre los autores del ataque. Con un discurso de mano dura, afirmó:
“A todos los terroristas les vamos a seguir poniendo precio. Caen porque caen. Colombia debe recuperar el rumbo”.
Sin embargo, el pronunciamiento no convenció a todos. Para Quintero, el ofrecimiento de recompensa fue más un gesto desesperado de propaganda que una solución real al deterioro de la seguridad en Medellín. El exalcalde, hoy aspirante presidencial, respondió con ironía pero también con dureza hacia la gestión de su opositor:
“Ofrezco el doble al que me diga en qué planeta vive Fico. Se las dio de Presidente en USA y no le da ni para Alcalde en Medellín”.
Detrás de la frase, Quintero planteó un cuestionamiento de fondo: bajo la administración de Gutiérrez, Medellín enfrenta un aumento en los índices de inseguridad, con el fortalecimiento de estructuras criminales que siguen operando en los barrios, y con una ciudadanía que percibe un retroceso en la confianza hacia las autoridades locales.
A las críticas por la violencia urbana se suman los señalamientos sobre corrupción y manejo cuestionable de los recursos públicos. En círculos políticos y sociales se acusa a la actual administración de haber convertido el discurso de transparencia en una fachada, mientras proliferan denuncias sobre contratación y presuntos intereses privados detrás de decisiones estratégicas en la ciudad.
El mensaje de Quintero, lejos de ser una simple burla en redes sociales, se enmarca en una confrontación política más amplia. El exalcalde ha insistido en que Medellín necesita un liderazgo distinto, capaz de enfrentar la inseguridad desde la prevención, la inversión social y el fortalecimiento institucional, y no únicamente desde la lógica de las recompensas.
La disputa entre Quintero y Gutiérrez refleja dos visiones de ciudad y de país. Mientras el actual alcalde apela a un tono de “mano dura”, Quintero busca posicionarse como el líder que denuncia la corrupción y exige soluciones estructurales a los problemas de seguridad. En un momento en el que Medellín vuelve a estar en el centro de la atención por los ataques a su infraestructura crítica, la confrontación política entre ambos no solo exhibe su rivalidad personal, sino que anticipa un debate de mayor calado en la arena nacional.
carloscastaneda@prensamercosur.org
