
UN LLAMADO AL AMOR PROPIO.
En el mundo de los vínculos afectivos, hay una forma silenciosa de abandono que muchas personas toleran sin darse cuenta: vivir de migajas emocionales. Son esos gestos mínimos que alguien ofrece solo para mantenerte ahí, sin verdadero compromiso, cuidado o reciprocidad. Aunque parezcan “detalles” o “señales de afecto”, en realidad son sobras disfrazadas de amor. Y cuando el corazón tiene hambre, es fácil confundir migajas con banquete.
¿Qué son las migajas emocionales?
Las migajas emocionales son manifestaciones esporádicas y desiguales de afecto. No hay constancia, ni presencia emocional real. Solo aparecen mensajes cuando les conviene, disculpas a medias, promesas que no se cumplen, o gestos “románticos” justo cuando estás por irte.
Este tipo de vínculo te hace sentir confundido (a), insuficiente, con ansiedad. Es una relación donde tú das mucho más de lo que recibes, y, sin embargo, sigues esperando que cambie, que mejore, que la otra persona por fin se dé cuenta de tu valor.
¿Por qué aceptamos tan poco?
Aceptar migajas emocionales no significa ser débil, sino estar emocionalmente herido. Algunas de las razones más comunes son:
- Miedo profundo a la soledad.
- Baja autoestima o creencias limitantes sobre el amor.
- Idealización del otro, creyendo que “puede cambiar”.
- Repetición de patrones aprendidos en la infancia.
- Necesidad de validación externa para sentir valor.
- Cuando el afecto escaseó desde temprano, es fácil confundir el apego con amor, y aceptar lo mínimo como si fuera lo máximo.
Señales de alerta.
Si te identificas con varias de estas señales, es posible que estés en una relación basada en migajas:
- Solo te buscan cuando necesitan algo.
- No hay constancia ni disponibilidad emocional.
- Evitan compromisos claros o te dan largas.
- Te sientes solo (a), aunque estés con esa persona.
- Dudas constantemente sobre tu valía.
- Justificas su ausencia o su frialdad.
Estas relaciones desgastan lentamente, hasta que te conviertes en alguien que espera, que ruega, que sobrevive emocionalmente.
Las consecuencias invisibles.
Vivir de migajas emocionales genera consecuencias profundas:
- Tristeza constante y ansiedad afectiva.
- Desgaste emocional y mental.
- Pérdida de autoestima y claridad interna.
- Miedo a nuevas relaciones.
- Normalización del maltrato o la indiferencia.
Aceptar lo mínimo te desconecta de tu dignidad. Y cuando te acostumbras a tan poco, llega un punto en que olvidas lo que realmente mereces.
El camino hacia el amor completo.
Sanar es posible. Y comienza cuando decides dejar de mendigar cariño y empezar a darte lo que antes pedías.
- Reconoce la realidad sin excusas: no estás recibiendo lo que mereces.
- Trabaja tu autoestima desde la raíz.
- Rodéate de vínculos nutritivos y auténticos.
- Aprende a poner límites, incluso si duelen.
- Busca ayuda terapéutica si te cuesta salir solo (a) del ciclo.
Nadie merece quedarse en una relación donde el amor es escaso, donde el alma vive a dieta emocional.
No viniste al mundo a mendigar amor.
Las migajas emocionales no son amor. Son manipulación emocional, inmadurez afectiva o simple comodidad del otro. Si hoy te das cuenta de que estás en ese lugar, no te juzgues. Agradece la conciencia que nace y comienza a reconstruir tu camino.
Recuerda:
El amor real no se dosifica. No aparece solo cuando conviene. No hace daño constante para luego pedir perdón.
No te conformes con mendigar afecto. Eres una persona digna de amor completo, presente y verdadero.
«Porque toda la ley se cumple guardando este solo mandamiento: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo'»8. Gálatas 5:14
Si necesitas apoyo psicológico especializado virtual individual o terapia de pareja, comunícate conmigo.
Dra. Elizabeth Rondón.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
