

Incremento en los casos de sífilis en Uruguay: la tendencia es creciente desde hace años y el MSP inició acciones para afrontar la crisis.
Entre los años 2020 y 2024, Uruguay experimentó un aumento significativo en la cantidad de casos notificados de sífilis, con un incremento que casi duplicó la cifra registrada en 2020. Si en ese año se reportaron aproximadamente 3.566 casos, en 2024 la cifra alcanzó entre 7.035 y 7.091. Estos datos provienen de los reportes del Ministerio de Salud Pública (MSP), que documentan también un aumento en la tasa de incidencia de la enfermedad.
Este incremento cuantitativo se acompañó de un aumento en la tasa de casos por cada 100.000 habitantes, que pasó de 101 a 196, según las mismas fuentes oficiales. La distribución de los casos muestra un predominio en varones, con una tasa de 204,8 casos por cada 100.000 en ese grupo. Además, la franja etaria que concentra la mayor parte de los diagnósticos está comprendida entre los 18 y 29 años, que representa más del 50 % de los casos.
De acuerdo con las autoridades sanitarias, estos datos reflejan una tendencia que se mantiene en ascenso, con un patrón que sugiere dificultades en la contención y control de la enfermedad en el país. La persistencia de cifras elevadas en los reportes anuales demuestra que la enfermedad sigue siendo un problema de salud pública de gran relevancia en Uruguay.
Preocupación de las autoridades y el impacto en poblaciones vulnerables
El subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo, describió la situación como una “situación preocupante”, en particular por la alta transmisión que se registra en los jóvenes y en las embarazadas, especialmente en el sector público. La tendencia observada en estas poblaciones evidencia que la enfermedad no se limita a un grupo reducido, sino que se extiende en segmentos con menor acceso a recursos y atención adecuada.
El aumento en los casos de sífilis congénita fue particularmente notorio, elevando las alarmas sobre la salud de las embarazadas y sus recién nacidos. En 2024, el porcentaje de embarazadas con prueba positiva se elevó a 4 % — aproximadamente 1.120 mujeres — en comparación con el 1.8 % registrado en 2019. La cifra representa un incremento alarmante y refleja insuficiencias en los programas de prevención y tratamiento en quienes están en gestación.
En relación con la transmisión vertical, un estudio divulgado por diversos medios indicó que en 2024 alrededor del 1,7 % de las muestras de cordón umbilical presentaron infección por sífilis, una cifra superior al 1 % que se mantuvo desde 2020-2021. La tendencia indica que los esfuerzos en la detección prenatal no han logrado revertir completamente el aumento en la transmisión de madre a hijo.
Un aspecto adicional que complica la situación es la reinfeción de mujeres embarazadas, que en más del 50 % de los casos sometidas a tratamiento, volvieron a infectarse durante el mismo embarazo. Esto se atribuye en parte a fallos en el tratamiento de las parejas sexuales, lo que evidencia una problemática en la adherencia a los esquemas terapéuticos y en la coordinación de los tratamientos entre las partes involucradas.
El impacto en el sector público es también destacado. La incidencia en este subsector fue hasta siete veces mayor comparada con el sector privado, lo cual refleja desigualdades en el acceso y calidad de la atención. La diferencia en los niveles de control y seguimiento contribuye a que la epidemia sea especialmente crítica en los entornos públicos, donde las barreras socioeconómicas dificultan la implementación de medidas preventivas efectivas.
Posibles causas y factores contribuyentes a la escalada de casos
Las autoridades sanitarias han identificado varias causas que podrían explicar la tendencia ascendente en los casos de sífilis, incluyendo factores sociales, conductuales y sistémicos, que actúan de manera combinada. Un aspecto central es la disminución en el uso de preservativos, particularmente entre los jóvenes, quienes constituyen el segmento más afectado. La falta de negociación del uso del condón en relaciones sexuales de riesgo también contribuye al aumento en la transmisión.
Por otra parte, la percepción del riesgo asociado a la enfermedad parece estar subestimada. Los síntomas iniciales de la sífilis pueden ser leves o estar ausentes, lo que facilita la transmisión silenciosa. La falta de síntomas claros y la percepción de que la enfermedad no representa un peligro inminente reducen la vigilancia y la búsqueda activa de diagnóstico.
Otro factor relevante es la repetición de reinfecciones, que las autoridades atribuyen a la práctica de tratamientos aislados, sin un control adecuado sobre las parejas sexuales, lo que conduce a ciclos de reinfección y perpetuación de la enfermedad en diferentes contextos sociales. La carencia de una estrategia integral que involucre a las parejas en el proceso diagnóstico y terapéutico limita la efectividad de las intervenciones.
También se señalan cambios en las dinámicas sociales, como el uso de aplicaciones de citas y otros factores socioculturales que favorecen contactos múltiples y casuales. Estas nuevas formas de relación sexual aumentan la complejidad de los esfuerzos de prevención, ya que facilitan la transmisión en contextos donde las prácticas tradicionales de protección no siempre son priorizadas.
Asimismo, las deficiencias en el sistema de información y registro dificultan la detección temprana de brotes y el seguimiento preciso de los casos. La falta de datos actualizados y la escasa capacidad de monitoreo afectan la planificación y ejecución de políticas públicas destinadas a frenar la expansión del virus.
Por otro lado, se observan brechas sociales que contribuyen a la expansión de la enfermedad. Las poblaciones en situación de vulnerabilidad enfrentan mayores obstáculos para acceder a recursos básicos, atención sanitaria de calidad y derechos sexuales y reproductivos. La desigualdad social se refleja también en la distribución desigual de los servicios y en la posibilidad de realizar controles prenatales adecuados.
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