
Por Dennisse Díaz / WOMEN TALKS 
Durante años, las redes sociales fueron vistas como un pasatiempo superficial. Pero hoy, para miles de personas, se han transformado en un canal legítimo —y en muchos casos sostenible— de ingresos. Lo que comenzó como una forma de compartir momentos se ha convertido en una plataforma donde el contenido creativo, como la fotografía, el video, el diseño y el relato visual, se traduce en dinero. Y no se trata de una moda pasajera: es parte de un cambio estructural en la forma en que se genera valor en la era digital.
“Todo trabajo que no se monetiza es un hobby”, afirma la creadora Anna Terés, conocida como Anna Recetas Fáciles, quien ha convertido sus videos caseros de cocina en un negocio con millones de seguidores. Su caso, como el de muchos otros, refleja una realidad: es posible profesionalizar la creatividad digital si se entiende el entorno, se dominan las herramientas y se tiene una estrategia clara.
El salto de las redes sociales a las plataformas que generan ingresos tiene una base concreta: la economía de la atención. Cuantas más personas ven un contenido, más valor adquiere para anunciantes, marcas y consumidores. Este principio ha sido el pilar del modelo de monetización de plataformas como YouTube, Instagram, TikTok o Patreon.
Para Iker Ruiz, creador de contenido enfocado en fútbol y conocido como Elefutbol, uno de los errores más comunes entre quienes intentan vivir de las redes sociales es no comprender su responsabilidad ni el potencial de su alcance. “Muchos creadores no son conscientes de que ya están generando influencia, incluso si no tienen miles de seguidores”, ha señalado en diversas entrevistas.
YouTube, por ejemplo, reportó ingresos globales de 50 mil millones de dólares en 2024. Solo en España, se estima que más de 14.000 creadores obtienen ingresos profesionales a través de esta plataforma, según datos de Google. La clave está en saber combinar distintas fuentes de ingresos: publicidad, patrocinios, productos digitales, membresías y colaboraciones.
No todos los contenidos se monetizan por igual. Algunas habilidades creativas tienen mayor demanda y retornos económicos más altos. La fotografía profesional, por ejemplo, se ha diversificado desde sesiones para pequeñas marcas hasta la venta de imágenes en bancos de stock. Lo mismo ocurre con la edición de video, especialmente en formatos verticales y ágiles, ideales para TikTok o Reels de Instagram.
“El contenido puede ser técnicamente impecable, pero si no cuenta una historia, no conecta”, explica Álvaro Boté, consultor en estrategia digital. Para él, el valor está en la combinación de técnica y narrativa: el famoso storytelling.
El diseño gráfico, la marca personal y la gestión de redes sociales completan la lista de habilidades más rentables. En muchos casos, los creadores terminan ofreciendo estos servicios a terceros, ampliando su flujo de ingresos más allá de su contenido directo.
Más allá de los likes y las visualizaciones, quienes logran consolidarse lo hacen construyendo una marca personal coherente. Esto implica definir una voz, un estilo visual, valores claros y una narrativa sostenida. Según la consultora digital Paula Planelles, “la gente conecta más con personas que con productos”, y eso explica por qué los creadores con comunidades pequeñas pueden tener ingresos estables y leales.
Daniela Goicoechea, fundadora de la agencia Brandcrops y exdirectora de marketing de Goiko Grill, ha sido una de las voces más activas en promover una visión emprendedora entre los creadores. “No basta con ser creativo; hay que pensar como una empresa desde el primer día”, ha afirmado en más de una ocasión. Para ella, la profesionalización de una marca personal es lo que convierte una cuenta en redes en una plataforma de negocios.
La mayoría de los creadores profesionales combinan ingresos directos e indirectos. Los ingresos directos incluyen la publicidad, membresías, suscripciones o la venta de productos propios. Los indirectos provienen de colaboraciones externas: contratos con marcas, programas de afiliación o servicios de consultoría.
“La diversificación es lo que te da estabilidad”, explica el equipo de 2btube, una agencia de representación de talento digital. Depender de un solo canal o algoritmo puede ser riesgoso, especialmente cuando las plataformas cambian sus reglas o reducen el alcance sin previo aviso.
Aunque abundan los casos de éxito, el camino no es sencillo. La incertidumbre económica, la feroz competencia, el agotamiento creativo y la inestabilidad de las plataformas son desafíos comunes. A eso se suma la presión de mantener la relevancia en un entorno que premia la innovación constante.
Por ello, muchos expertos recomiendan abordar esta carrera con una mentalidad empresarial: fijar metas claras, planificar contenidos a largo plazo, invertir en formación continua y priorizar la construcción de comunidad por encima de la simple viralidad.
Monetizar las redes sociales y las habilidades creativas ya no es exclusivo de los influencers con millones de seguidores. Cada vez más profesionales, autónomos y emprendedores están construyendo carreras estables basadas en sus talentos digitales. La clave está en tener una propuesta auténtica, ofrecer valor y comprender que la constancia y la estrategia importan tanto como la creatividad.
Como recuerda Anna Terés: “No hay fórmulas mágicas; hay trabajo, aprendizaje y evolución constante”. Y eso, al final, es lo que convierte un like en ingresos reales.
Por Dennisse Díaz / WOMEN TALKS
