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En una alocución que volvió a tomar por asalto la señal de los principales canales del país, el presidente Gustavo Petro no se guardó nada. La noche del 15 de julio, mientras presentaba los hallazgos de un informe de la Contraloría sobre el estado crítico de las EPS, el mandatario dirigió sus dardos más filosos a los dueños de los grandes medios de comunicación, a quienes no dudó en llamar “rateros” y acusó de distorsionar la verdad a conveniencia de intereses privados.
“Buenas noches, ciudadanos y grancolombianos que siempre hemos sido”, arrancó Petro, con un tono que mezclaba indignación y desafío. De inmediato denunció que algunos canales privados se negaron a transmitir los Consejos de Ministros, pese a que -según insistió- la Constitución garantiza a los colombianos el derecho a saber cómo opera su gobierno sin filtros ni silencios impuestos.
“El espectro es del pueblo, no de unos contratistas. No pueden expropiar lo que es de todos”, sentenció, elevando su voz contra lo que calificó como un cerco informativo orquestado desde las cúpulas empresariales de la prensa.
El mandatario se detuvo en cada cifra del informe para advertir que, mientras millones de colombianos enfrentan trabas para acceder a la salud, los grandes grupos mediáticos -algunos con intereses cruzados en sectores estratégicos- manipulan los datos y confunden a la opinión pública. “Han cogido los cuadros de la Contraloría y los han puesto al revés. Nos quieren hacer creer que el problema no existe, que el robo no es robo. Nos tratan como si fuéramos un rebaño sin memoria ni dignidad”, dijo.
Petro no esquivó el golpe más duro: “Algunos de esos dueños de medios son los mismos que se lucran de contratos con el Estado, que se han enriquecido a costa de una de las mayores desigualdades de América Latina. Han condenado a Colombia a una violencia que no cesa porque la verdad siempre ha tenido precio”.
Con esta intervención, el presidente dejó en claro que su pulso con los grandes medios no se limita a un cruce de declaraciones. Para Petro, el debate de fondo es quién controla la narrativa de lo público: si la ciudadanía o quienes -según él- hacen negocio con el derecho a la información y la salud de millones.
Mientras tanto, su arremetida promete agitar aún más el ya caldeado clima político y mediático de un país que, en cada discurso, parece debatirse entre la desconfianza y la esperanza de un relato distinto.
