
LA JOYA COLONIAL QUE ALBERGÓ A BOLÍVAR:
En la esquina de la Carrera 4ª con Calle 7ª, en pleno centro histórico de Cali, se alza silenciosa pero imponente una de las construcciones más emblemáticas de la ciudad: la Casa Arzobispal. Este edificio del siglo XVIII, considerado un tesoro arquitectónico, es la única casa colonial de dos plantas que aún se conserva en pie en la capital del Valle del Cauca.
Más allá de su estética, sus gruesos muros de adobe, sus techos de teja y su corredor interior enmarcan un pasado cargado de historia, memoria republicana y patrimonio cultural.
Un legado familiar convertido en símbolo histórico.
La casona fue construida hacia finales del siglo XVIII por los hermanos Miguel y Francisco Cabal Barona, ambos próceres de la Independencia, quienes decidieron erigirla como hogar para su madre, doña Margarita Barona. Su diseño es fiel al estilo colonial de la época: adobe, vigas de madera, patios ventilados y techos de teja que la protegían del clima tropical.
En un centro urbano que ha sido transformado por la modernidad, esta casa se mantiene como una rareza viva, una de las pocas representaciones de la arquitectura doméstica de la Nueva Granada aún visibles en la ciudad.
Cuando Bolívar durmió en Cali.
Entre el 2 y el 22 de enero de 1822, la Casa Arzobispal fue testigo de uno de los episodios más importantes del proceso independentista: la visita de Simón Bolívar, quien se alojó allí durante su paso por Cali. En esos días, sostuvo reuniones cruciales con el coronel José María Obando, en un momento político en el que aún se definían los rumbos de la naciente república.
Este hecho convierte a la Casa Arzobispal en mucho más que una bella construcción: es un espacio histórico nacional, un lugar donde se tejieron decisiones claves para la consolidación de la libertad en Colombia.
Arquitectura con alma colonial.
La Casa conserva intactos elementos esenciales de la época:
- Muros de adobe, que regulan la temperatura interior y revelan una técnica ancestral.
- Techos de teja sobre viguería de madera, símbolo de la tradición constructiva andina.
- Patio y corredores interiores, que favorecen la ventilación y la convivencia social.
Estos rasgos no solo garantizan frescura y armonía en su distribución, sino que también la posicionan como un modelo de vivienda colonial residencial, escaso en el tejido urbano actual de Cali.
Un patrimonio en riesgo.
Pese a su alto valor histórico, la Casa Arzobispal enfrenta serios retos. El paso del tiempo, la humedad, la contaminación ambiental y el desarrollo urbanístico acelerado amenazan su integridad estructural.
Frente a esta realidad, urge fortalecer los esfuerzos de restauración, protección y divulgación, no solo para preservar su arquitectura, sino también para mantener viva su narrativa histórica.
Un espacio con vocación vigente.
Actualmente, la Casa funciona como sede de la Curia Arzobispal de Cali. Aunque no está abierta como museo, su importancia es reconocida por entidades culturales y turísticas, que la incluyen en recorridos guiados y actividades pedagógicas. Esta vocación institucional mantiene la casa activa, útil y conectada con la comunidad, aunque aún queda mucho por hacer en términos de visibilización y acceso público.
Más que adobe: símbolo de ciudad y nación.
La Casa Arzobispal de Cali es mucho más que una reliquia arquitectónica. Es símbolo de resistencia, memoria y soberanía. Sus paredes alojaron a uno de los líderes más grandes de América Latina y aún se mantienen como testigos del mestizaje cultural y político que forjó nuestra historia.
Preservar este lugar es preservar una parte esencial de la identidad caleña y colombiana. En tiempos de olvido patrimonial, su conservación no debe ser una opción, sino un compromiso colectivo.
1 “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. Salmos 1:1-3. (Reina-Valera 1960).
