

La anexión de Texas a Estados Unidos es, realmente, un episodio lleno de intrigas y muy profundo de la expansión territorial estadounidense en el siglo XIX. Aquel proceso, que finalizó en 1845, provino de factores políticos, económicos y diplomáticos que involucraron a México, los colonos angloamericanos, potencias europeas y, obviamente, al gobierno estadounidense. Analizar cómo sucedió la anexión texana demanda entender los orígenes coloniales y revolucionarios de la zona, así como las tensiones internas y externas que marcaron la política estadounidense en ese entonces.
De provincia mexicana a república propia
El territorio de Texas, inicialmente de la Nueva España y después de México tras su independencia en 1821, era un área con poca gente y débil ante ataques indígenas y extranjeros. Para promover su crecimiento, el gobierno mexicano impulsó la llegada de colonos estadounidenses con ciertas condiciones: aprender español, ser católicos y obedecer las leyes mexicanas, incluida la prohibición de la esclavitud. No obstante, casi todos los colonos angloamericanos, guiados por tipos como Stephen F.
El presidente Andrew Jackson reconoció la independencia de Texas en 1837, pero… evadió la anexión inmediata, ¿sabe porqué? Por dos razones mayores: el miedo a una guerra con México, ¡ellos jamás aceptaron la independencia de Texas!, y la peliaguda cuestión de la esclavitud. Texas, ¡un territorio esclavista!, y su ingreso amenazaba… el equilibrio político, medio frágil, entre estados libres y esclavistas en el Congreso gringo.
Por casi diez años, el tema texano se quedó en espera. Texas, entre tanto, buscó reconocimiento mundial, firmando tratos con Gran Bretaña y Francia… eso no gustó a los líderes estadounidenses, ¡les daba cosa una influencia europea mayor en el continente!
¡Vaya cambio!, expansionismo y diplomacia en secreto. La situación se transformó totalmente en la década de 1840. El presidente John Tyler, ¡buscando apoyo político!, y convencido de parar la influencia británica en Texas, inició negociaciones secretas con el gobierno texano. Su mejor argumento fue que si Gran Bretaña erradicaba la esclavitud en Texas, ¡pondría en riesgo la institución en el sur estadounidense y debilitaría la economía del algodón!
En 1844, Tyler consiguió firmar un tratado anexión con Texas, sin embargo el Senado americano lo negó, mostrando la división política tremenda sobre esto. Aún así, el tema de Texas fue el foco de la campaña presidencial de 1844, por eso fue. Los demócratas, con James K. Polk a la cabeza, y creyentes del “Destino Manifiesto” – la creencia esa sobre la expansión americana al Pacífico- , transformaron la anexión en promesa de campaña electoral.
La victoria de Polk y la presión popular, impulsó el proceso territorial. En marzo de 1845, el Congreso autorizó una resolución conjunta para anexar Texas, por vía legislativa menos dura que un tratado formal; y solo demandaba mayoría simple.
El asunto de la anexión y la reacción global. El gobierno de Texas organizo una convención constitucional en julio de 1845 para considerar la oferta americana. El resultado, por suerte, fue claro, los delegados y, mas tarde, el pueblo de Texas aceptaron la anexión y una constitución estadal.
El 29 de diciembre de 1845, el presidente Polk rubricó la resolución aceptando Texas, el estado número veintiocho, dentro de la Unión.
La anexión, eh, no fue un asunto fácil, mucha controversia internacional. México, que, en su día, no reconoció la independencia de Texas y veía el territorio como una provincia revoltosa, terminó cortando lazos diplomáticos con Estados Unidos y avisó que la anexión era un acto de guerra, si. La discusión sobre la frontera —Texas quería el río Bravo como su límite, pero México prefería el río Nueces— provocó la guerra.
Consecuencias: guerra y más tierras
La anexión de Texas trajo efectos inmediatos, vaya, de mucho tiempo también. En 1846, tras varios roces en la zona, estalló la guerra entre México y Estados Unidos. El conflicto finalizó en 1848 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, donde México reconoció el poder estadounidense sobre Texas y cedió territorios grandes, ¡eh! que hoy son California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y porciones de Colorado y Wyoming.
Esta expansión territorial, forjó a los Estados Unidos como gigante continental, sin embargo, también agravó las divisiones internas en relación con la esclavitud, preparando el terreno para futuras crisis políticas.
Un legado medio extraño.
La anexión de Texas sigue generando debates entre historiadores ¿eh?. Para algunos, resultó ser la conclusión lógica de la expansión estadounidense, un ejemplo de pragmatismo político de aquellos días. Otros, sostienen, que fue un acto de agresión y evidencia de expansionismo imperialista del siglo XIX. Lo concreto, es que el proceso estuvo marcado por una intrincada interacción de intereses económicos, rivalidades políticas, diplomacia internacional y aspiraciones nacionales, ciertamente.
En resumen, la incorporación de Texas no surgió de la nada, ni tampoco era inevitable. Sino, fue la culminación de una década entera de jugadas políticas, influencias globales y planes estratégicos.
