

Explorar la cultura Wankarani en Bolivia nos traslada a los orígenes mismos de la civilización en el altiplano andino. Pese a que no figura entre las culturas sudamericanas más famosas, su antigüedad y riqueza la convierten en una pieza clave para entender la evolución social, tecnológica y religiosa de la región. A través de un recorrido exhaustivo y detallado, conoceremos los aportes, prácticas y peculiaridades que la distinguen, integrando toda la información fundamentada en investigaciones arqueológicas, documentos científicos y relatos culturales.
El legado de la cultura Wankarani sigue vigente en la identidad boliviana, influyendo en la organización social, las técnicas agrícolas y las creencias de los pueblos actuales. Este artículo desglosa en profundidad todos los detalles recopilados de las mejores fuentes, desde su ubicación, economía y arquitectura, hasta sus manifestaciones artísticas, tecnología y religiosidad, abordando incluso los hallazgos arqueológicos más intrigantes y el impacto de su desaparición.
Contexto geográfico e histórico de la cultura Wankarani
La cultura Wankarani se desarrolló entre aproximadamente 2500 a.C. y 200-400 d.C., extendiéndose por el altiplano central de Bolivia, especialmente en los alrededores de Oruro, La Paz y al norte del lago Poopó. Esta región de clima frío y seco, a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, supuso todo un reto para sus habitantes, que lograron establecer comunidades estables y autosuficientes.
El descubrimiento y estudio científico de la cultura Wankarani se inició en la década de 1950, cuando el arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés identificó y describió los primeros restos de aldeas, cerámica, arquitectura y artefactos metálicos relacionados con esta civilización. A través de los años, se han registrado al menos 17 sitios arqueológicos asociados a esta cultura, aunque algunos estudios sugieren la existencia de muchos más que podrían estar aún enterrados bajo el polvo del tiempo.
Ubicación y extensión territorial
El territorio Wankarani abarcaba buena parte del altiplano boliviano, desde las cercanías del lago Titicaca hasta las llanuras de Oruro, atravesando zonas caracterizadas por la escasez de agua y las temperaturas extremas. A pesar de estas adversidades, los Wankarani supieron construir aldeas en montículos artificiales y cerca de fuentes de agua, lo que les permitió garantizar su subsistencia y la de sus animales domesticados.
Estas aldeas generalmente presentaban casas de planta circular construidas sobre cimientos de piedra y muros de barro, agrupadas de manera contigua alrededor de los montículos. El sitio de Wankarani, por ejemplo, cuenta con un montículo de cerca de 75 metros de diámetro sobre el que se erigían decenas de viviendas. Otros sitios, como Kella-Kollu, muestran evidencia de cimientos de piedra circundando las aldeas, posiblemente con fines defensivos y de delimitación social.
Economía y modos de vida: agricultura y ganadería como bases
La economía de la cultura Wankarani giraba esencialmente en torno a la agricultura y el pastoreo de camélidos andinos, como llamas, alpacas y, en menor medida, vicuñas. Estos animales fueron clave, ya que proporcionaban carne, lana, cuero y ejercían un importante papel ritual y simbólico.
En cuanto a cultivos, los Wankarani domesticaron con éxito especies como la papa, la quinua y la cañawa, adaptándose a las exigencias del clima y el suelo del altiplano. También existe evidencia de la producción de maíz y otros tubérculos, aunque en menor proporción debido a las duras condiciones ambientales.
El comercio entre comunidades era limitado pero relevante, estableciéndose relaciones de intercambio con otros pueblos altiplánicos y de los valles vecinos. Los Wankarani lograron así acceder a recursos minerales, obsidiana y metales, vitales para su desarrollo tecnológico.
Técnicas agrícolas y manejo del entorno
El desafío de la escasez de agua y la erosión de suelos llevó a los Wankarani a desarrollar técnicas agrícolas creativas. Destacan la construcción de terrazas y campos elevados, conocidos localmente como waru waru, que les permitían gestionar el agua, proteger los cultivos de las heladas nocturnas y maximizar el aprovechamiento de los escasos nutrientes del suelo.
La gestión del agua fue otro logro notable. Implementaron sistemas para captar y almacenar agua de lluvia, así como de manantiales, garantizando el suministro en épocas secas. Estas innovaciones agrícolas y de manejo ambiental les aseguraron la autosuficiencia alimentaria y sirvieron de precedente para culturas posteriores como Tiwanaku, que perfeccionaron estas técnicas.

Características arquitectónicas y urbanísticas
Una de las particularidades más singulares de la cultura Wankarani es su sistema de asentamientos en pequeños montículos artificiales. A diferencia de otras culturas andinas de la época, los Wankarani no desarrollaron grandes centros ceremoniales ni ciudades monumentales; sus aldeas eran de carácter comunal y con viviendas agrupadas de manera bastante uniforme.
Las casas eran generalmente circulares u ovaladas, hechas con cimientos de piedra, paredes de adobe y techos de materiales vegetales. Se han hallado pocas evidencias de edificaciones religiosas o administrativas, sugiriendo una sociedad sin grandes desigualdades ni jerarquías marcadas en la vida cotidiana, aunque algunos investigadores han detectado indicios de una posible estratificación social incipiente.
En ocasiones, las aldeas estaban rodeadas por muros de adobes o piedras, que cumplían funciones de protección y delimitación del espacio, reforzando el sentido de comunidad y pertenencia.
Manifestaciones culturales y expresiones artísticas
Cerámica: sencillez y funcionalidad
La cerámica Wankarani destaca por su practicidad y ausencia de ornamentos complejos. Eran piezas monocromáticas, generalmente rojas u oscuras, de superficie lisa y pulida mediante espátula. Los recipientes presentaban formas simples y decoraciones sobrias a base de líneas incisas o relieves geométricos.
Este estilo responde a las necesidades utilitarias de la vida cotidiana, diferenciándose de las cerámicas más elaboradas de otras culturas contemporáneas, y reflejando una sociedad centrada en la funcionalidad y el uso práctico, más que en la ostentación o el lujo.
Escultura en piedra: cabezas clavas y representaciones zoomorfas
La escultura lítica fue uno de los aspectos más sobresalientes de la cultura Wankarani. Entre los hallazgos arqueológicos más impresionantes se encuentran las llamadas cabezas clavas de piedras, representando fundamentalmente camélidos andinos, pero también otros animales como pumas, lagartos y el venado andino conocido como taruca, ya desaparecido.
Las cabezas de camélidos talladas en arenisca roja eran aparentemente utilizadas en contextos ceremoniales o rituales, y se empotraban en el suelo a través de una espiga. El estilo de las esculturas variaba desde lo naturalista, pasando por lo geométrico, hasta llegar a formas más abstractas, lo que revela una evolución artística interesante.
Metalurgia: dominio del cobre y la obsidiana
La metalurgia wankarani supuso un hito importante para el desarrollo tecnológico de la región. Se ha documentado la fundición y trabajo del cobre, con la fabricación de hachas, cinceles, puntas de flecha y lanza, utilizando técnicas avanzadas como el moldeado a la cera perdida. Los Wankarani obtenían la obsidiana de canteras como la de Querimita, empleándola para fabricar herramientas cortantes y armas.
Estos objetos de metal y piedra no solo tenían fines utilitarios sino también simbólicos, integrándose en los rituales y el imaginario colectivo de la sociedad.
Textilería: materia prima y técnicas poco conocidas
Pese a ser uno de los aspectos menos estudiados, la textilería también formaba parte de la vida wankarani. Se utilizaba principalmente la lana de llamas y alpacas para confeccionar tejidos y prendas de vestir. Si bien no han llegado hasta nosotros demasiadas muestras, los restos hallados indican que dominaban técnicas básicas de hilado y tejido, adaptadas a las condiciones climáticas del altiplano.
Deformaciones craneanas: identidad y simbolismo
Los antiguos Wankarani practicaban deformaciones craneanas deliberadas en la infancia, utilizando tablillas o anillos metálicos para modificar la forma del cráneo. Se han documentado dos principales tipos: la deformación tubular (con el cráneo desplazado hacia atrás) y la deformación anular (orientado hacia arriba). Estas prácticas tenían probablemente motivos identitarios, jerárquicos o religiosos, reforzando la diferencia entre grupos o el estatus dentro de la comunidad.
Religión: creencias animistas y culto a la naturaleza
La dimensión religiosa de la cultura Wankarani es aún objeto de debate, ya que no se han encontrado templos o centros ceremoniales de gran tamaño. Sin embargo, las esculturas halladas, sobre todo las cabezas de camélidos talladas en piedra, junto con vestigios de rituales, sugieren la existencia de un culto animista, vinculado a los elementos de la naturaleza y la fertilidad. La llama, por su papel esencial en la economía y la vida cotidiana, fue profundamente ritualizada y representada en el arte ceremonial.
Algunas hipótesis apuntan a un posible culto a los ancestros, practicado a través del tallado de figuras humanas y animales. La falta de arquitectura religiosa monumental puede indicar un sistema de creencias más descentralizado o centrado en espacios domésticos y comunales.
Organización social y dinámica comunitaria
La vida social de los Wankarani giraba en torno a comunidades agrícolas autosuficientes, de carácter aldeano y familiar. No existen indicios de grandes jerarquías políticas o religiosas, aunque la uniformidad habitacional y algunas prácticas funerarias sugieren una incipiente división social, posiblemente entre dirigentes, especialistas y el resto de la población.
Las relaciones entre aldeas se articulaban mediante el intercambio de productos, matrimonios y actividades ceremoniales. Esta red de vínculos permitió la transmisión de conocimientos y la supervivencia en un entorno tan desafiante.

Innovaciones y contribuciones tecnológicas
La cultura Wankarani dejó un legado tecnológico que fue adoptado y perfeccionado por pueblos posteriores. Destacan especialmente:
- El manejo agrícola mediante terrazas y campos elevados, que permitió optimizar la producción en suelos pobres y proteger los cultivos de factores ambientales adversos.
- Sistemas de captación y almacenamiento de agua, que fueron esenciales para la vida en regiones áridas del altiplano.
- La metalurgia del cobre y el trabajo de la obsidiana, que dieron lugar a herramientas y armas más sofisticadas.
- La arquitectura doméstica circular, que optimizaba el uso del espacio y los materiales locales.
Estos avances tecnológicos no solo garantizaban la supervivencia, sino que favorecieron la expansión de la cultura Wankarani y su influencia en sociedades como Tiwanaku e incluso los Incas.
Relaciones e influencia sobre otras culturas andinas
La cultura Wankarani es considerada una de las primeras expresiones del periodo formativo andino, anterior a civilizaciones más conocidas como Tiwanaku y Chiripa. Su cenit se sitúa entre los siglos XIII a.C. y II d.C., antes de sucumbir progresivamente ante la expansión de Tiwanaku, que absorbió y reinterpretó muchas de sus prácticas y tecnologías.
Aunque no existió un dominio imperial, la huella de los Wankarani perduró en el arte, la agricultura y la organización social de los pueblos altiplánicos, mostrando la importancia de sus aportes en el desarrollo posterior.
Hallazgos arqueológicos relevantes y museos
El museo antropológico de Oruro alberga algunas de las piezas más emblemáticas de la cultura Wankarani, incluyendo cráneos deformados, esculturas de piedra y cerámica recuperadas de lugares como Jiquilla, Uspa K’ollo y Sevaruyo. Gracias a estos hallazgos, es posible reconstruir cómo vivían, trabajaban, sentían y creían los antiguos habitantes del altiplano.
Los estudios arqueológicos documentan la existencia de más de una decena de yacimientos directamente vinculados a los Wankarani, así como superposiciones cerámicas que demuestran la convivencia y el relevo entre las culturas Wankarani y Tiwanaku en las primeras centurias de nuestra era.
Desaparición y legado actual
La cultura Wankarani desaparece definitivamente hacia el siglo II o III d.C., coincidiendo con la consolidación del dominio Tiwanaku en la región. Este proceso no fue abrupto sino gradual, evidenciado tanto en la superposición de materiales arqueológicos como en la adopción de costumbres, tecnologías y estilos artísticos por parte de los nuevos habitantes del altiplano.
Su legado, sin embargo, no se perdió. Muchas de las técnicas agrícolas, conceptos arquitectónicos y conocimientos en gestión de recursos aún permanecen en las comunidades indígenas de la región andina. La influencia Wankarani se percibe en la artesanía local, en la tradición oral y en el profundo respeto por la naturaleza que caracteriza a los pueblos del altiplano boliviano.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/explorando-la-cultura-wankarani-en-bolivia-historia-legado-y-detalles-ineditos/
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