

En un movimiento que marca un punto de inflexión en el conflicto entre Irán y las potencias occidentales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que su país llevó a cabo un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares críticas del régimen iraní: Fordow, Natanz e Isfahan. Este operativo representa una acción directa y decisiva en el marco de las tensiones crecientes en la región.
“Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordow, Natanz e Isfahan. Se ha lanzado una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow”, señaló Trump en un mensaje publicado en su plataforma Truth Social. Según el mandatario, todos los aviones involucrados en la operación han regresado a salvo al territorio estadounidense.
Las instalaciones atacadas forman el núcleo del programa nuclear iraní. Fordow, ubicada bajo una montaña cerca de Qom, ha sido considerada durante años como prácticamente impenetrable debido a su ubicación subterránea. Natanz, al sureste de Teherán, es el principal centro operativo para el enriquecimiento de uranio en el país, mientras que Isfahan alberga el Centro de Conversión de Uranio, donde se transforma el uranio natural en gas hexafluoruro de uranio (UF6), esencial para el proceso de enriquecimiento.
El objetivo del ataque, según analistas internacionales, sería retrasar significativamente el avance del programa nuclear iraní. La Casa Blanca sostiene que estas instalaciones estaban cerca de producir uranio enriquecido al nivel necesario para fabricar armas nucleares, algo que podría haberse logrado en cuestión de semanas. La destrucción o daño severo de estos sitios podría retrasar estos planes por años.
Aunque los detalles sobre los daños provocados aún no han sido confirmados oficialmente, medios iraníes reconocieron que “parte del sitio nuclear de Fordow fue atacado por enemigos”. Este complejo, excavado a cientos de metros bajo tierra, ha sido durante años un símbolo de la invulnerabilidad del programa nuclear iraní. Sin embargo, el uso de bombas diseñadas específicamente para penetrar estructuras subterráneas podría haber cambiado esta percepción.
Por su parte, Natanz ha sido blanco de ataques previos, tanto físicos como cibernéticos, pero su papel central en el enriquecimiento de uranio lo convierte en un objetivo prioritario. Allí se concentran las centrifugadoras avanzadas utilizadas para procesar uranio hasta niveles cercanos al grado armamentístico. Isfahan, aunque menos conocida, desempeña un papel crucial en la cadena nuclear iraní al proporcionar el material necesario para alimentar las centrifugadoras en los otros dos sitios.
La respuesta desde Irán no se hizo esperar. El viceministro de Asuntos Exteriores, Saeed Khatibzadeh, advirtió que la participación de Estados Unidos en el conflicto podría desatar “un infierno para toda la región”. Además, calificó la intervención estadounidense como un acto que prolongará las tensiones y las “brutales atrocidades” en Oriente Medio.
Desde hace semanas, Israel había estado presionando a Washington para que interviniera directamente en los ataques contra las instalaciones nucleares iraníes. Este esfuerzo se enmarca también en el fracaso de las negociaciones diplomáticas con Teherán para limitar su programa nuclear. Si bien Trump había señalado días atrás que tomaría hasta dos semanas para decidir sobre una posible intervención, el despliegue reciente de bombarderos B-2 hacia la base de Guam ya había generado especulaciones sobre un ataque inminente.
El ataque subraya la capacidad militar estadounidense para operar a largas distancias y alcanzar objetivos altamente protegidos. Aunque no se ha confirmado qué aviones participaron en la operación, expertos sugieren que podrían haberse utilizado bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, diseñadas específicamente para destruir instalaciones subterráneas a gran profundidad.
Este operativo no solo tiene implicaciones militares, sino también políticas. Al involucrarse directamente en este conflicto, Estados Unidos asume un papel más activo en la disputa entre Israel e Irán, lo que podría escalar las tensiones en toda la región. Sin embargo, Trump declaró que este es “el momento de la paz” e instó a Irán a aceptar poner fin a la confrontación.
El ataque estadounidense contra Fordow, Natanz e Isfahan representa un golpe significativo al programa nuclear iraní y envía un mensaje claro sobre la disposición de Washington para actuar militarmente frente a amenazas percibidas. No obstante, esta acción también eleva el riesgo de represalias por parte de Irán y sus aliados regionales, lo que podría desencadenar una nueva ola de inestabilidad en Oriente Medio.
En este contexto, la comunidad internacional observa con preocupación los desarrollos posteriores al ataque y las posibles respuestas del régimen iraní. Si bien Estados Unidos busca justificar su acción como una medida preventiva para evitar la proliferación nuclear, las consecuencias geopolíticas y humanitarias podrían ser profundas y duraderas.
