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Tras concluir una visita clave a China, el presidente colombiano Gustavo Petro deja claro que su gobierno no está dispuesto a seguir desempeñando un papel secundario en la política global. “La época de ser segundones de Estados Unidos quedó atrás”, afirma, en lo que ya se interpreta como una redefinición histórica de la postura internacional de Colombia.
El mensaje, pronunciado durante una entrevista con medios chinos y amplificado tras su regreso a América Latina, continúa resonando en círculos diplomáticos y académicos. Petro critica abiertamente la lógica de sanciones con la que, según él, actúa Washington: “El mundo no puede seguir funcionando bajo la lógica del ‘si te relacionas con este, te sanciono’. Así no puede ser la humanidad”, sentencia.
Su paso por Pekín no fue una simple visita protocolaria. El mandatario logra consolidar la adhesión de Colombia a la Nueva Ruta de la Seda —la megainiciativa global de infraestructura liderada por China— y formaliza la intención de ingresar al Banco de Desarrollo de los BRICS, el bloque económico que desafía el predominio de las potencias occidentales.
“China no me es ajena. La hemos leído desde hace décadas. Lo que ha pasado allí en los últimos treinta años es sustancial”, expresa Petro, al destacar el papel del país asiático en la transformación de la economía global y en la lucha contra la pobreza extrema.
Para él, la cooperación con China ofrece posibilidades concretas, más allá de lo simbólico: energías limpias, transferencia tecnológica, desarrollo agroindustrial y soberanía alimentaria. “Colombia es tierra de sol, viento y agua. Podemos producir paneles solares, desarrollar la agroindustria y ofrecer diversidad en productos para el comercio global”, señala.
Sin embargo, su visión no se limita a un nuevo eje con Asia. Petro propone una política exterior multipolar y sin tutelas. “Colombia puede ser el corazón del mundo”, afirma. Con esa frase, condensa su ambición: hacer del país un nodo articulador entre continentes, economías y culturas, bajo principios de igualdad, respeto y cooperación soberana.
Mientras crecen las tensiones entre potencias y se reconfigura el tablero internacional, el presidente colombiano se posiciona como una de las voces más visibles del Sur Global. Una voz que, lejos de alinearse automáticamente con ningún bloque, exige un nuevo orden mundial en el que Colombia ya no juegue como peón, sino como actor con voluntad propia.
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