
EL TÍTULO no puede ser más sugerente, aunque he de admitir que bastante ambiguo. Sobre todo, en un entorno científico en donde aún no se sabe definir muy bien qué es el tiempo, ni tan quiera estamos seguros de su existencia. Para colmo, complicamos la ecuación con el término Dios, como si fuera poco desafío escribir sobre el tiempo.
Nuestra percepción lineal del tiempo que es una dimensión más como pueda serlo el espacio, es fundamental para asegurar nuestra supervivencia en un mundo en constante cambo y evolución. Como todo en esta vida, precisamente esa percepción lineal que tanto nos ayuda a entender lo que pasa a nuestro alrededor incluso en nuestro interior, es la vez nuestra gran limitación a la hora de escapar del mundo de lo físico y de lo material. Nos esclaviza al mundo de los sentidos.
Pasado, presente y futuro se nos presenta como un continuo tan real como nosotros mismo y en ningún momento nos planteamos si en realidad estamos viviendo una fantasía impuesta por nuestro cerebro para poder construir de manera coherente nuestra propia realidad y adaptarnos mejor a ella. Siempre es más fácil adaptarte a una realidad creada por ti mismo que no a otra creada por otros. Esto mismo es extrapolable al universo que podemos ver, que por cierto, no sería posible entenderlo con esa percepción lineal del tiempo. Por tanto, si nos cuesta mucho esfuerzo entender otro concepto de tiempo distinto al tiempo terrestre que manejamos, como sería entonces imaginarnos una realidad sin él. Es decir, imaginar una realidad con Un ser o una entidad sin tiempo, atemporal.
Sencillamente no se puede, o aún no hemos llegado a eso ya que es ahora en los últimos 50 años cuando estamos entendiendo de verdad el funcionamiento del universo, al menos el que podemos ver, el universo observable, (unos 45 mil millones de años luz) y ahí Dios no se encuentra, porque ¿cómo un ser atemporal puede estar en un universo temporal y espacial?.
Ya me dirán los que adoran a deidades diversas que es una cuestión de fe. No les falta la razón. El tiempo de Dios, es un tiempo de dogma, de fe, de creer no de saber. Por tanto, ¿puede deducirse de mis palabras que Dios no existe? Si decimos que dios existe, tal vez lo estamos matando sin querer, porque la existencia es un concepto temporal y Dios no lo es. Tal vez la palabra más apropiada no sea existir, sino ESTAR. ¿Dios ESTÁ? Tan vez sea esta la pregunta la que cada uno debe responderse. Ahí caben tres posibles respuestas: SÍ, NO y NO LO SÉ. Por tanto, que cada uno que quiera se dé su propia respuesta. La mía sin duda es la más coherente conmigo mismo, la tercera.
