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El cruce entre el presidente Gustavo Petro y el presidente del Senado, Efraín Cepeda, escaló esta semana a un nuevo nivel, dejando al descubierto lo que muchos en Colombia ya comentan sin rodeos: la existencia de un bloque político que actúa como un verdadero «cartel de la élite» para sabotear cualquier intento de transformación en favor de la clase trabajadora.
Petro no se contuvo. Desde el municipio de Soledad, Atlántico, y en medio de un encuentro ciudadano, dejó claro lo que considera un plan sistemático de sabotaje desde las altas esferas del Congreso. Refiriéndose directamente a Cepeda, afirmó: “Yo no digo groserías, pero quise decir una: ‘mucho hp’”, desatando una oleada de reacciones.
El detonante fue la insistencia del Gobierno en convocar una consulta popular para que el pueblo decida sobre la reforma laboral, iniciativa que ha sido sistemáticamente bloqueada por las mayorías en el Congreso, donde Cepeda, según el mandatario, se comporta como el jefe de una “banda” que opera para frenar el cambio.“Decía defender la democracia, pero lo que hace es sabotear una ley de financiamiento solo para proteger a los juegos de azar online —muy fuertes en Barranquilla—, que están ligados a empresas de seguridad con vínculos criminales que matan jóvenes”, denunció Petro a través de sus redes sociales. Y remató: “Ese no es un acto democrático. Eso es proteger intereses turbios”.
Desde hace semanas, Petro viene advirtiendo en diversos foros que en el Congreso se ha formado una alianza tóxica entre políticos tradicionales y sectores empresariales que históricamente han exprimido al Estado, impidiendo que las reformas sociales avancen. Asegura que ese “cotubernio” no solo frena el progreso, sino que busca perpetuar las desigualdades.
Y los ciudadanos lo están notando. En redes sociales y calles, muchas voces coinciden en señalar a Cepeda como símbolo de esa vieja política que opera en favor de los poderosos. “Ese tipo solo responde a los empresarios que lo sostienen. Por eso se ganó su madrazo”, se lee entre los comentarios más replicados.
Cepeda, intentando tomar la postura del estadista, respondió sin igual contundencia. “No pienso caer tan bajo, porque tengo clara la dignidad que represento. Nuestra institucionalidad merece un Honor Perenne, que es mi forma de entender el verdadero HP”, expresó con ironía, en referencia a las palabras del presidente.
Pero en la práctica, lo que está en juego es mucho más que un rifirrafe verbal: es el futuro de unas reformas que prometieron cambiar el panorama laboral y social de millones de colombianos. Y según Petro, los que hoy obstaculizan ese camino lo hacen para proteger intereses personales, económicos y políticos, incluso si eso implica traicionar el mandato popular.
En medio de este pulso, la consulta popular propuesta por el Ejecutivo, estimada en más de 700 mil millones de pesos, se convierte en el próximo campo de batalla. El presidente ha dicho que la llevará al Congreso el 1 de mayo, pero sabe que enfrentará la misma oposición que ha torpedeado cada iniciativa desde el primer día de su mandato.
Mientras tanto, la ciudadanía observa, harta de la politiquería de siempre, y muchos sienten que, aunque crudo, el “madrazo” presidencial no fue más que un grito de millones que aún no tienen voz en las grandes decisiones del país.
