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La política colombiana ha sido testigo de una de sus fracturas más explosivas en los últimos años. Álvaro Leyva Durán, figura histórica de los procesos de paz y exministro de Relaciones Exteriores del gobierno del presidente Gustavo Petro, ha pasado de ser un colaborador cercano del mandatario a convertirse en uno de sus más duros críticos. Lo que comenzó como un respaldo institucional ante una controversia contractual, terminó en una enemistad personal y política marcada por acusaciones graves y un trasfondo de tensiones acumuladas.
El detonante del conflicto fue la decisión de Leyva de declarar desierta una licitación pública para la producción de pasaportes en 2023, a pesar de que la empresa Thomas Greg & Sons cumplía con todos los requisitos exigidos por la ley. La medida generó de inmediato controversia, ya que el Ministerio de Relaciones Exteriores argumentó que era necesario revisar el proceso por presuntas irregularidades, sin presentar evidencias concluyentes. Esta acción fue calificada como irregular por los órganos de control y derivó en una millonaria demanda contra el Estado colombiano, mientras se cuestionaba si Leyva actuó motivado por intereses particulares.
La Procuraduría General de la Nación, liderada por Margarita Cabello, sancionó al excanciller con una inhabilitación de diez años para ejercer cargos públicos, aduciendo que había vulnerado los principios de transparencia y objetividad en la contratación pública. La sanción marcó el inicio de un quiebre institucional. En su momento, el presidente Gustavo Petro salió en defensa de su canciller, cuestionó el fallo y acusó a la procuradora de haber actuado con sesgo político, e incluso señaló que la decisión había sido anticipada irregularmente.

Visita del presidente de colombia Gustavo Petro a Francia
Sin embargo, lo que parecía un respaldo firme por parte del presidente fue solo una tregua temporal. Tras el fallo definitivo, y ya apartado del poder, Leyva comenzó a distanciarse del gobierno de forma progresiva. En entrevistas y pronunciamientos públicos, fue incrementando el tono de sus críticas hasta llegar a acusar al presidente Petro de ser consumidor de drogas, una denuncia lanzada mediante una carta pública que sacudió el escenario político nacional. Leyva afirmó que durante una visita oficial a París en 2023, el mandatario habría desaparecido por dos días sin dar explicaciones claras, insinuando que ese comportamiento respondía a una adicción. Las acusaciones se lanzaron en un contexto particularmente sensible, cuando Petro se encontraba de visita en Francia junto a sus familiares, incluidos su hija y sus nietas, quienes residen en ese país.
Estas declaraciones marcaron un antes y un después. La reacción del presidente no se hizo esperar: con un mensaje breve y cargado de ironía, Petro respondió que “casi todo en París es más interesante”, aludiendo al hecho de que su tiempo en Francia fue parte de una agenda privada con sus seres queridos. Aunque no entró en detalles, el mandatario dejó entrever que no daría mayor importancia a lo que consideró una acusación sin fundamento.
No obstante, las palabras de Leyva no solo sorprendieron por su contenido, sino también por venir de una figura que durante décadas había sido símbolo de moderación, diplomacia y reconciliación. Durante su trayectoria, Leyva fue uno de los arquitectos del acercamiento con las FARC en los años 80 y mantuvo vínculos con los procesos de paz a lo largo de distintas administraciones. En el gobierno Petro, fue designado como canciller con la misión de reposicionar a Colombia en el escenario internacional y acompañar la estrategia de la “paz total”. Sin embargo, su gestión fue objeto de múltiples críticas por decisiones unilaterales, opacidad en su liderazgo y escasa sintonía con las dinámicas modernas de la diplomacia global.
El viraje de Leyva hacia un discurso hostil y personalista contra el presidente Petro ha generado múltiples interpretaciones. Para algunos analistas, se trata de un acto de revancha política tras su inhabilitación, mientras que otros lo ven como un intento de sobrevivir políticamente ante la pérdida de credibilidad que dejó su gestión. Lo cierto es que la figura del excanciller, otrora asociada a los esfuerzos de paz y diálogo, ahora aparece marcada por confrontaciones públicas y un relato de agravio personal.
En este ambiente cargado de tensiones, las declaraciones de Leyva han sido utilizadas por sectores de oposición para exigir pruebas médicas al presidente, mientras que sus aliados más cercanos han denunciado una campaña de desprestigio sin precedentes. Las redes sociales y medios de comunicación se han convertido en escenarios de polarización donde la verdad se disputa en el terreno de la percepción pública.
El conflicto entre Leyva y Petro no solo revela una fractura entre dos hombres que compartieron proyectos políticos, sino que también expone las dificultades de una administración que enfrenta retos tanto internos como externos. La lucha por el relato, las pugnas institucionales y la confrontación personal entre dos figuras clave del escenario nacional están configurando un nuevo episodio en la historia política de Colombia. Uno que, sin duda, marcará los años venideros.
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