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Aprendiendo a esperar con paciencia

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Una de las cosas que se me hace difícil de los tiempos de espera es la paciencia. Saber que estoy esperando, pero no saber qué es exactamente eso que voy a recibir o que no recibiré. Porque la realidad es que por mucho que deseemos algo no implica que lo vamos a recibir.

La paciencia no es exactamente igual a esperar. Podemos esperar porque no nos queda opción y hacerlo sin paciencia. Míralo con este ejemplo: estás en un banco y tienes mucho tiempo esperando y no llega tu turno, pero sigues esperando porque no tienes opción ya que necesitas resolver algo. Sin embargo, mientras esperas, tu corazón está inquieto y estás quejándote. Sin lugar a duda estás esperando, pero no lo estás haciendo con paciencia.

Esperar es algo que hacemos, pero la paciencia es algo que ofrecemos. Cuando esperamos no solemos tener otra opción, pero la paciencia es la actitud de nuestro corazón que ofrecemos a Dios mientras esperamos. De modo que, nuestra respuesta de paciencia es una de las formas en que demostramos que confiamos en el Señor. Mostramos que le conocemos, que sabemos que Él nos ama y obra para nuestro bien.

La providencia y el cuidado de Dios son un fundamento para la paciencia que todos los cristianos estamos llamados a tener en medio de las pruebas

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La paciencia puede lucir como perseverancia en medio de las circunstancias difíciles (Ro 12:2). La Biblia nos recuerda que es parte del fruto del Espíritu (Gá 5:22-24) y una de las características del amor (1 Co 13:4). Así, la Biblia nos llama a ser pacientes.

El llamado a la paciencia

La carta de Santiago nos presenta una imagen de cómo luce la paciencia y cómo está atada a nuestra confianza en el Señor:

Por tanto, hermanos, sean pacientes hasta la venida del Señor. Miren cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Sean también ustedes pacientes. Fortalezcan sus corazones, porque la venida del Señor está cerca […] Hermanos, tomen como ejemplo de paciencia y aflicción a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. Miren que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Han oído de la paciencia de Job, y han visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso (Stg 5: 7-8; 10-11).

Los cristianos que recibieron estas palabras estaban pasando por situaciones difíciles. Estaban siendo oprimidos por ricos no creyentes en posiciones de poder sobre ellos. El llamado que Santiago les hizo fue a, en medio de su situación, ser pacientes hasta la venida del Señor.

La mayor de las evidencias de que Dios quiere hacernos bien, y de que nadie puede frustrar Sus propósitos, la encontramos en la cruz

Santiago les ilustra la paciencia con la imagen del labrador que espera por el fruto de la tierra. Él hizo el trabajo de la siembra, pero después no hay nada más que pueda hacer, solo esperar. Esta espera se da sin saber si la semilla está creciendo o si lo hará de la manera deseada. Pero el labrador espera con paciencia en Aquel que manda la lluvia y hace que la semilla crezca.

Además, este pasaje recuerda el ejemplo de la paciencia de Job, quien fue grandemente afligido, así como el proceder compasivo y misericordioso del Señor en medio de sus aflicciones. Santiago nos muestra que la providencia y el cuidado de Dios —evidenciado en la vida de Job— son un fundamento para la paciencia que todos los cristianos estamos llamados a tener en medio de las pruebas.

Nuestra paciencia en medio de la espera no está definida o determinada por el tamaño o el tipo de las pruebas que enfrentamos, sino por Aquel, como Job mismo declaró, cuyos propósitos no pueden ser frustrados (Job 42:1-2). Conocer al Señor, entender y creer que Él hace todo cuanto quiera y que Su mano se mueve en bondad, nos ayuda a confiar y a responder con paciencia.

Una historia de paciencia en la espera

Recientemente leí del pastor John Piper sobre el valor de la paciencia y el ejemplo de B. B. Warfield. Él contaba lo siguiente: Benjamin Warfield fue un teólogo de renombre que enseñó en el Seminario de Princeton durante casi 34 años, hasta su muerte en 1921. En 1876, a la edad de 25 años, se casó con Annie Pearce Kinkead y se fueron de luna de miel a Alemania, pero se cree que, durante una tormenta, Annie fue alcanzada por un rayo y quedó paralizada de manera permanente.

Nuestra paciencia en medio de la espera no está determinada por el tamaño o el tipo de las pruebas que enfrentamos, sino por Aquel en quien confiamos

Warfield cuidó de su esposa pacientemente durante 39 años y, luego de todo ese tiempo de dedicación y entrega, enterró a su amada esposa en el año 1915. La historia de Warfield no terminó terrenalmente con la restauración de su esposa, sino con su muerte en Jesús y la esperanza de un cuerpo glorificado para ella.

Por la condición de salud de Annie y sus grandes necesidades, Warfield casi nunca salió de su casa durante más de dos horas seguidas por esos 39 años. Pero cuando Warfield escribió sus pensamientos sobre Romanos 8:28, dijo:

El pensamiento fundamental es el gobierno universal de Dios, la providencia. Todo lo que llega a ti está bajo Su mano controladora. El pensamiento secundario es el favor de Dios para aquellos que lo aman. Si Él lo gobierna todo, entonces nada más que el bien puede suceder a aquellos a quienes Él quisiera hacer el bien… Él gobernará todas las cosas de tal manera que solo cosecharemos el bien de todo lo que nos suceda.

Esas fueron las palabras de un hombre que supo esperar pacientemente en el Señor porque conocía a su Dios y descansaba en Su providencia, bondad y amor.

El Dios que quiere hacernos bien

¡Nuestro Dios quiere hacernos bien y Él puede hacer todo lo que quiera!

La mayor de las evidencias de que Él quiere hacernos bien, y de que nadie puede frustrar Sus propósitos, la encontramos en la cruz. El lugar en el que el Dios de toda misericordia y compasión entregó a Su propio Hijo a morir la muerte más dura y cruel por pecadores como nosotros. ¿Cómo dudar de tal amor? ¿Cómo no creer que genuinamente quiere nuestro bien y esperar con paciencia en medio del dolor?

El cielo gobierna y lo hace para bien. Esperemos con paciencia en Aquel que se dio a Sí mismo en nuestro favor y que en todo momento nos extiende Su compasión.

 

​Patricia Namnún

Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/esperar-con-paciencia/

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