
EN MUCHAS OCASIONES, vivir no supone una bendición, sino una tragedia. Sería ingenuo por nuestra parte pensar o creer que somos afortunados por la calidad de vida a la que hemos llegado gracias, eso sí, a la lucha de los que nos precedieron. Pero no todo se basa en la lucha, se necesitan una serie de elementos para que esta revolución por los derechos de las personas se consigue y también puedan mantenerse a lo largo del tiempo.
Uno de esos elementos es la educación, la cultura o el conocimiento. Precisamente eso es lo que hace posible que los seres humanos avance hacia los adelante sin dar tumbos a los lados. Por tanto, nuestra labor en este mundo debe ser la de seguir con esa revolución al menos para mantener aquello que hemos alcanzado con tanta “sangre, sudor y lágrimas”, aunque también hemos de proseguir con nuestras revoluciones hacia adelante, evitando tomar atajos, porque lo más cómodo no siempre es lo mejor.
Por Tanto, somos afortunados, no en tener lo que tenemos, sino en poder tener la oportunidad de poder luchar y trabajar por ello, que es bien distinto. La mayor parte de nuestros congéneres no pueden decir lo mismo. Muchos seres humanos no tienen esa oportunidad de luchar por mejorar. Alguien en algún lugar, posiblemente en un cómodo despacho le ha arrebatado ese derecho y se lo ha cambiado por otro derecho: Derecho a sobrevivir, con lo que el derecho a avanzar, a mejorar, queda totalmente anulado.
Lo más terrible de esta situación, llámese Sahara Occidental, Yemen. Sudán, Siria Ucrania o Palestina, se hace desde un despacho que se ubica en nuestros mismos hábitats de comodidad y bien estar. En nuestro mundo occidentalizado y lleno de normas y regulaciones para que todo vaya bien, bien aquí pero mal allí. No sólo en Palestina se está cometiendo un genocidio, hay muchos más, pero, eso sí, Palestina vende más.
Por tanto. Una de las características y logros más importantes de nuestra era es la alegría de vivir sin pedir permiso a nadie para ello. Debería ser un derecho universal más del ser humano, tal vez uno de los más importantes, ya que sin el cual nuestras revoluciones no son posibles y todo se reduce al derecho a sobrevivir y cuando este derecho también es anulado ya podemos hablar de genocidio. Muchos de ellos a lo largo de la historia en nuestra Europa, incluso en España de hace 200 años, como el genocidio sobre el pueblo gitano. También a ellos se les arrebató el derecho a sobrevivir.
Si miramos, aunque sea de reojo a nuestra América hermana, especialmente a la del norte, también allí hubo exterminio de muchos pueblos autóctonos. Los que sobrevivieron los metieron en reservas que nada tenían que ver ni con su cultura ni con su forma de vida. Que se lo pregunten a los Navajos o a los Apaches. Vivimos en un mundo difícil en donde seguirnos repitiendo patrones en un mundo social que pertenecen al mundo animal. Por todo ello, nunca debemos perder nuestra alegría de vivir.
