

Imagen Mincomercio – La embarcación AmaMagdalena tiene capacidad para 60 pasajeros, ofreciendo gastronomía local, cabinas de lujo, piscina y gimnasio.
En un momento que quedará marcado en la historia del turismo colombiano, el río Magdalena —la arteria fluvial que ha sido testigo de siglos de historia, cultura y lucha— comienza a ser también sinónimo de futuro, de desarrollo y de belleza redescubierta. Con el zarpe del AmaMagdalena, el primer crucero de lujo que recorrerá sus aguas, Colombia no solo estrena una nueva ruta turística: celebra la culminación de una apuesta ambiciosa del Gobierno del Cambio por dignificar y revitalizar sus territorios ribereños a través del turismo sostenible.
Detrás de esta hazaña hay más que una embarcación sofisticada surcando el río. Hay una política pública clara, decidida, respaldada por una inversión directa de más de $37.500 millones por parte del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MinCIT), a través de Fontur. Esta inversión, ejecutada en 83 proyectos estratégicos, ha transformado infraestructuras, renovado espacios públicos y abierto caminos para el desarrollo económico, social y cultural de comunidades que por décadas permanecieron al margen de los grandes circuitos turísticos del país.
La operación del AmaMagdalena, a cargo de la reconocida compañía internacional AmaWaterways —experta en cruceros fluviales en Europa, África y América del Sur— representa mucho más que una novedad para los viajeros internacionales. Es un símbolo del renacer de un territorio y un homenaje a su gente. El crucero, con capacidad para 60 pasajeros, ofrecerá una experiencia de alto nivel: cabinas de lujo, gastronomía local, piscina, gimnasio y recorridos cuidadosamente diseñados para conectar al viajero con la autenticidad de cada destino. En diciembre, se sumará el AmaMelodia, ampliando la capacidad y el alcance de esta travesía sin precedentes.

AmaMagdalena conecta a los viajeros con la riqueza natural, cultural e histórica de nueve destinos en los departamentos de Atlántico, Magdalena y Bolívar.
La ruta fluvial contempla nueve destinos distribuidos en los departamentos del Atlántico, Magdalena y Bolívar, una geografía rica en paisajes, historias y tradiciones que ahora se abren al mundo con infraestructura mejorada y una oferta turística fortalecida. En Barranquilla, por ejemplo, se ejecutaron 13 proyectos por más de $2.000 millones; en el Magdalena, municipios como Santa Bárbara de Pinto, Sitio Nuevo y El Banco recibieron intervenciones significativas por cerca de $4.800 millones. Bolívar, epicentro del recorrido, lidera con 66 proyectos en ciudades y pueblos emblemáticos como Cartagena, Mompox, Magangué, Calamar y Mahates, con una inversión que supera los $30.600 millones.
Las obras hablan por sí solas: malecones renovados que devuelven a las comunidades su vínculo ancestral con el río, ciclorrutas que promueven la movilidad y la sostenibilidad, fachadas embellecidas que enaltecen la identidad local, puntos de información turística estratégicos, y proyectos de recuperación de pueblos palafitos que rescatan formas únicas de habitar y resistir. Todo ello construido con enfoque territorial, con participación comunitaria y bajo principios de sostenibilidad y paz.
“Esta inversión no solo mejora la experiencia de los visitantes. Sobre todo, mejora la vida de las comunidades, dinamiza las economías locales y devuelve el orgullo a los territorios que por años han sido olvidados. El turismo fluvial no es un lujo para unos pocos; es una herramienta poderosa para construir equidad”, afirmó Cielo Rusinque, ministra (e) de Comercio, Industria y Turismo, al destacar el impacto profundo de los proyectos ejecutados por Fontur.
A su vez, Fernando Estupiñán, gerente general (e) de Fontur, subrayó el carácter transformador de esta iniciativa: “El primer crucero por el río Magdalena no es solo una operación comercial. Es un motor de desarrollo regional, un símbolo de justicia territorial y una oportunidad para consolidar un turismo sostenible, seguro y profundamente humano. Este proyecto es el resultado de una visión de país que entiende que el turismo debe ser incluyente y transformador”.
Con este paso, Colombia se posiciona como un referente del turismo fluvial a nivel internacional, pero también como un país que entiende que el turismo debe tener rostro humano. Lo que zarpa con el AmaMagdalena no es solo un barco: es una visión. Una visión de un país que decide mirar al río no como una frontera, sino como un puente; que ve en el agua no una barrera, sino una posibilidad de conexión, de intercambio y de reconciliación.
El Magdalena, que durante siglos fue testigo de los más duros capítulos de nuestra historia, hoy comienza a escribir una nueva página: una página de turismo responsable, de dignidad para sus gentes, de belleza compartida. Una página que nos recuerda que el verdadero desarrollo se escribe desde lo local, con respeto, con raíces y con horizonte.
Colombia, definitivamente, está navegando hacia el futuro. Y lo hace con el alma puesta en sus ríos, en sus comunidades y en su inmenso potencial de ser, cada vez más, El País de la Belleza.
carloscastaneda@prensamercosur.org
