

En un giro inesperado, el presidente Gustavo Petro ordenó a última hora la transmisión en vivo del Consejo de Ministros celebrado el 4 de febrero en la Casa de Nariño. La decisión, presentada como un ejercicio de transparencia, dejó al descubierto fisuras dentro del gabinete y expuso públicamente las tensiones sobre la gestión del Gobierno.
Funcionarios y periodistas se vieron sorprendidos por el anuncio repentino de la alocución presidencial, que coincidió con cambios de última hora en la agenda del mandatario, quien también debía asistir a la posesión de magistrados en el Consejo de Estado. Lo que se perfilaba como una sesión rutinaria para evaluar avances y desafíos de la administración terminó convirtiéndose en un escenario de críticas abiertas y confesiones incómodas entre ministros.
Durante la transmisión, algunos altos funcionarios no ocultaron su preocupación por retrocesos en diversas carteras, evidenciando desacuerdos sobre el rumbo de las políticas públicas y la falta de coordinación dentro del Ejecutivo. Las intervenciones, lejos de proyectar una imagen de cohesión, reflejaron un gabinete fragmentado, con visiones divergentes sobre las prioridades del Gobierno.
El inédito ejercicio de exposición pública abrió un debate nacional sobre la eficacia de la comunicación interna en la cúpula del poder y dejó al descubierto las grietas que, hasta ahora, se habían mantenido lejos del escrutinio ciudadano. Lo que Petro presentó como un acto de transparencia terminó revelando las complejas dinámicas internas que definen su administración.
Detrás de cámaras, según fuentes cercanas al Ejecutivo, algunos ministros expresaron su incomodidad por la falta de preparación para un evento de tal magnitud mediática. La decisión de transmitir en vivo fue interpretada por algunos como un intento de Petro de reafirmar su liderazgo frente a un gabinete que muestra signos de desgaste y fractura interna.
Las reacciones no se hicieron esperar. Analistas políticos y expertos en comunicación gubernamental calificaron el evento como un «espectáculo de vulnerabilidad institucional». Mientras algunos ciudadanos aplaudieron la iniciativa por considerar que promueve la rendición de cuentas, otros criticaron la exposición de las debilidades del Gobierno en un momento político crucial para el país.
La jornada dejó reflexiones sobre el equilibrio entre transparencia y gobernabilidad. En un entorno donde la opinión pública juega un papel determinante, la decisión de Petro plantea interrogantes sobre los límites de la apertura institucional y la necesidad de mantener la solidez del liderazgo político.
Este Consejo de Ministros quedará marcado no solo por su carácter inédito, sino por haber expuesto, sin filtros, las tensiones de un Gobierno que enfrenta desafíos tanto internos como externos. Un recordatorio de que, en la política, la transparencia puede ser un arma de doble filo.
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