Bajo el título “El profesional cristiano y sus relaciones personales”, en la ciudad valenciana de Cullera, se animó al auditorio a “recibirnos los unos a los otros, como Cristo nos recibió”, a buscar la paz y tender puentes en los conflictos interpersonales. Líderes empresariales, ingenieros y arquitectos, estudiantes y docentes, médicos, enfermeras y matronas, abogados e inspectores, científicos e investigadores, publicistas, comunicadores y artistas, además de otros tantos profesionales nacionales y extranjeros, debatieron sobre las relaciones interpersonales, la resolución de conflictos, el cuidado y la conexión con uno mismo, además de imaginar y potenciar una Iglesia que contagia con su generosidad relacional. La gestión del estrés en la tercera edad y la libertad para la misión en la madurez fueron algunos temas en el novedoso programa Reinicia, dedicado a equipar a los recién jubilados a afrontar esta etapa de la vida de manera fructífera.

Grandeza y miseria de las relaciones humanas

En las relaciones personales encontramos una ambivalencia: por una parte hay bendición, y, por otra hay conflicto; de nosotros puede salir el “ángel o la bestia”, la grandeza o la miseria- comentó el expositor bíblico principal, el médico psiquiatra Pablo Martínez. Ya en Génesis 3 se relata “la gran fractura: sudor, sangre y lágrimas” debido a la ruptura de relaciones entre Dios y el hombre. No es bueno que el hombre esté solo, “pero no hay dos sin estrés”. La realidad universal es que nos necesitamos, pero somos como erizos que nos pinchamos si estamos cerca. Las relaciones son la urdimbre del Universo, un regalo de Dios para disfrutar con el prójimo. Lo contrario, es la soledad y, en algunos casos, el suicidio. El protagonista del texto de la creación es el hombre y la palabra clave es el “ego”; allí se muestran los 4 ingredientes de la ruptura.

El primer componente fatal fueron las actitudes destructivas: la ingratitud de la que habla Romanos 8; la soberbia u orgullo, y, la ambición exacerbada para ser como Dios. En segundo lugar –prosiguió Pablo M.-las decisiones equivocadas llevaron al hombre a buscar la libertad de manera errónea: la verdadera libertad no se encuentra en romper con algo o alguien, sino en recibir algo o a alguien. La debilidad ante la influencia del entorno es el tercer ingrediente dañino. Satanás distorsiona la Palabra de Dios y promete paraísos utópicos, un patrón que se muestra en las personas y en las ideologías contemporáneas: hedonismo o mi derecho a ser feliz; individualismo o mi derecho a decidir en todo; autonomía absoluta o mi derecho a ser yo mismo. Y, por fin, el cuarto ingrediente fatal fueron las excusas: Adán dijo: “la mujer que me diste por compañera”. El pecado es una incurable adicción al ego y por nosotros mismos somos incapaces de curar esto. Las consecuencias de esta fractura original fueron un efecto dominó que provocó un conflicto en otras tres grandes relaciones como la fractura psicológica o ruptura de la relación con uno mismo

En segundo lugar, la fractura social de relación con el prójimo y la familia, al no asumir responsabilidades: “todo el designio de su pensamiento era de continuo el mal”. También, en el ámbito del trabajo la maldición de la caída se traduce en el sudor o esfuerzo del trabajo, y, en los “cardos y espinos”, porque podemos trabajar de manera excelente sin ver resultados o percibir como a las personas se las trata como objetos.

Por último, se rompe la relación y la armonía con la naturaleza: la tierra gime. El resultado final de la ruptura y sus consecuencias es un estado de insatisfacción permanente y de frustración: no tenemos las relaciones que queremos y no queremos las relaciones que tenemos, ni el soltero ni el casado ni el que busca el llamado “poli-amor”.

El amor que restaura relaciones, el gran modelo

Todos los conflictos de relación son una gran oportunidad para la reflexión, son el despertador de Dios, para buscar los valores de su reino: justicia, gozo y paz. “La gran sutura: el amor que restaura relaciones” fue el título de la segunda exposición bíblica, en donde Pablo Martínez consideró el amor de Dios como el gran protagonista. Cristo vino a este mundo para reunir todas las relaciones rotas y para reconciliar todas las cosas; su amor se manifiesta de manera tipológica. Así, la historia bíblica de Rut es un relato de la literatura universal que describe la tragedia familiar y, al mismo tiempo, la redención del ser humano.

El personaje de Noemí toma la iniciativa en el amor con una mirada empática por ver la necesidad, al igual que Jesús mirando al joven rico lo amó. El motor del amor no son los sentimientos, sino la voluntad: no es suficiente decir “te quiero”, sino “te quiero el bien”. Por otra parte, la lealtad en el amor se muestra en el personaje de Rut, que responde de manera comprensiva a la mirada empática de Noemí. La lealtad sabe escuchar, promete y compromete; su fidelidad es el reflejo de la fidelidad de Dios. Booz representa el amor generoso.

La generosidad por excelencia la encontramos en Jesús que dio su propia vida y, si Dios no escatimó a su propio hijo, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas? Una relación de éxito está movida por la voluntad, anclada en la fidelidad y limpiada por la integridad. El amor mira y ve (Noemí), escucha y va (Rut), y, se compromete (Booz). Dios provee según su reloj, lo adecuado, en el momento adecuado: en el cumplimiento de los tiempos. Y este personaje de Booz es un tipo de Cristo, al que debemos tomar como nuestro gran modelo. Por una parte, deberíamos vestirnos de lo que Él fue, con humildad y mansedumbre.

El doctor Martínez citó Romanos 12, como un breve manual ético de relaciones personales para que nadie se considere como superior a los demás. Además, remarcó que Jesús fue apacible y manso, incluso con los que lo trataron mal: fue el Cordero de Dios. Por otra parte, deberíamos seguir los pasos de Jesús, “recibiéndonos los unos a los otros” en paz, que es el espíritu de la reconciliación, y, perdonándonos los unos a los otros, teniendo en cuenta que el perdón no es un sentimiento, sino una decisión. En conclusión: el resultado final de la gran ruptura fue la frustración; el de la gran sutura fue la paz de Dios, el cual nos capacita con su gracia para seguir en sus pisadas. El cristianismo tiene una cosmovisión superior e irresistible para restaurar las relaciones en lo personal y social, porque es un mensaje que se basa en el amor, perdón y reconciliación.

Cuidar de uno mismo, ríos en soledad, la iglesia relacional

Cuidar de uno mismo no es solo ocuparse del cuerpo, sino de todo el ser, teniendo en cuenta la secuencia: “espíritu, alma y cuerpo han de ser guardados para la venida del Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:23). Ester Martínez –licenciada en Psicología y profesora de la URV- inició la plenaria sobre el cuidado personal, considerando que hay que cuidar el cuerpo, no solo por estética, sino porque es el vehículo de las relaciones personales, el templo del Espíritu Santo. Por otra parte, la santificación completa de todo nuestro ser consiste en prepararnos para la venida de Cristo. En el ámbito espiritual podemos estar muy activos, pero debemos alimentarnos espiritualmente, para no estar anoréxicos, poniéndonos el “casco” –haciendo que la Palabra de Dios esté en abundancia en nosotros- y usar ésta como “espada” frente a las tentaciones de Satanás, el cual quiere bajarnos de la santificación. Para cuidar la mente es necesario pensar en todo lo verdadero, ya que el cerebro no distingue en si lo que pensamos es verdad o no. La Biblia está llena del “ocúpate ahora y no te preocupes por lo futurible”.

Por su parte, el psicólogo especializado en Terapia Familiar -Esteban Figueirido- consideró en su plenaria que a veces necesitamos la soledad para conectar con uno mismo y, otras veces, cuesta aceptarla, se “nos atraganta”. Tener compañía a cualquier precio, consumir sustancias, tener conductas compulsivas o autolíticas, o estar hiperocupados, entre otros, son soluciones prácticamente ineficaces para salir de la soledad. Tener terapia con animales, estar en asociaciones deportivas, invertir en amistades significativas, entre otros, son soluciones parcialmente útiles. Aceptar la soledad, abrazándola, considerando que Dios “abre ríos en la soledad” (Is. 43:19) y que Jesús nos ofrece una compañía estable y eterna es la salida profundamente eficaz. Abrazar la soledad, es abrazar a Jesús mismo.

Daniel Requena -graduado en Teología en CEEB, IBSTE y Belfast Bible College- insistió de manera práctica en la necesidad de una iglesia relacional entre medio del individualismo y la soledad actual. Para pensar en esto fomentando relaciones propuso la construcción de un puzzle entre todos los asistentes. La Iglesia primitiva fue un ejemplo a seguir de koinonía, donde había un vínculo profundo basado en el amor íntimo y la fe compartida. La máxima generosidad la tenemos en el Padre que nos ha dado a su Hijo. Somos parte de la misma Iglesia y debemos pensar “en reino”, viviendo una vida que se goza y alegra con otros, amando a Dios y al prójimo.

Vivir y conciliar otras relaciones personales

El tema de las relaciones personales se siguió tratando en el Encuentro entre los grupos profesionales de Enfermería, Derecho, Psicólogos, Líderes Empresariales, Unión Médica, Ciencias y Tecnología, Académicos y Docentes. En este último grupo, por ejemplo, unos 42 profesores y maestros trataron sus relaciones con estudiantes, familiares, tutores, compañeros, centros, institución educativa y entorno social.

David Goodman – arquitecto y músico- animó al auditorio en su seminario “Cómo compartir la fe en el lugar de trabajo” a analizar los obstáculos que encuentran los profesionales con los jefes, clientes, empleados o proveedores en su puesto laboral: no siempre hay oportunidades, ausencia de visión, pérdida de perspectiva, falta de fe o sentimiento de incapacidad.

Frente a estas dificultades citó a Mark Green considerando: ser modelo de un carácter santo; multiplicar con el buen trabajo; moldear la cultura de la dependencia con Dios; ser mediador de la verdad, ministro de la gracia y llevar el mensaje del evangelio.

También Pablo Martínez en el seminario de “Resolución de conflictos” remarcó que vivimos en un mundo donde hay mucha presión de lo instantáneo y énfasis en lo mágico. En este contexto es donde se producen los conflictos repentinos tipo “volcán”, y los conflictos “gotera”, para los que no hay solución, ya que los problemas no desaparecen, pero sí que hay una salida. El conflicto de Jerusalén en Hechos 15 plantea el acercamiento, la escucha, la aceptación y el acuerdo, como los cuatro pasos y recursos que Dios nos da para llegar a la salida del conflicto.

La sexualidad en el matrimonio o en la soltería -Kari Clewett; la vida espiritual de la familia -Miguel Torralba y Maicu Lacalle; el cuidado de los nietos -Ester Martínez; la conciliación en las etapas de la vida -Sara Ares y Esteban Figueirido; amistades para toda la vida –Elisa Máñez; y, educando desde la cuna –Lidia Martín, fueron los temas del resto de seminarios que pudieron elegir los asistentes.

Como añadido de todas las conferencias, el primer día del Encuentro más de treinta personas escucharon sobre cómo afrontar la jubilación, con el programa Reinicia, además de tener algunas reflexiones del Congreso Mundial de Lausanne para la evangelización mundial, celebrado este año en Seúl. Los jóvenes de instituto y los niños también tuvieron su espacio de enseñanza y el área de librería presentó algunas novedades de autores asistentes al Encuentro. El auditorio quedó emplazado para el próximo Encuentro Nacional en Benidorm, donde se darán cita estudiantes de secundaria, universitarios y graduados en Fórum 2025.