César Duván Benavides Tabares dejó una huella profunda en la vida de su familia. Con solo 24 años, era un joven que irradiaba alegría y bondad, características que lo convertían en un pilar fundamental en su hogar. Sus dos hermanos, especialmente Óscar Leonardo, lo admiraban profundamente. César no solo era un hermano mayor, sino también un guía y un ejemplo a seguir, alguien en quien siempre podían confiar. Estos recuerdos fueron honrados durante la conmovedora ceremonia de entrega digna, un acto organizado por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) en colaboración con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). En esta ceremonia, tras años de incertidumbre y dolor, su familia finalmente pudo darle a César el descanso que merecía.
César fue visto por última vez en octubre de 2012. En ese entonces, vivía con su familia en el barrio Obrero de Neiva y trabajaba como obrero en la construcción de un condominio. La vida en casa giraba en torno a su presencia, pero todo cambió cuando salió de su hogar un día y nunca regresó. Desde ese momento, la alegría que César traía a su familia se desvaneció, dejando espacio solo para la incertidumbre y la angustia. Su padre, en un acto desesperado, denunció su desaparición ante la Fiscalía General de la Nación, pero lo que siguió fue una serie de frustraciones y callejones sin salida.
El expediente, que finalmente fue entregado a la JEP, revela un panorama desolador. El Grupo de Acción Unificada para la Libertad Personal (GAULA), que en 2012 era responsable de los casos de desapariciones en Neiva debido a la falta de una Policía Metropolitana en la ciudad, no emprendió ninguna investigación significativa para esclarecer los hechos. Según el informe, a pesar de la solicitud de la JEP y el análisis exhaustivo de la información disponible por parte de los equipos del Sistema Integral para la Paz, no se encontraron registros ni investigaciones activas que hubieran podido ofrecer pistas sobre el paradero de César Duván.
Durante los años que siguieron a su desaparición, la familia Benavides Tabares vivió con la angustia de no saber qué había sucedido con César. Cada día era una lucha entre la esperanza y la desesperación, mientras buscaban respuestas que parecían inalcanzables. Sin embargo, en medio de esta oscura travesía, un rayo de esperanza surgió a través de un anuncio radial. La noticia de que César había sido identificado y que su cuerpo sería entregado a la familia fue recibida con una mezcla de alivio y dolor, pero también con la certeza de que, al menos, podrían darle una despedida digna.
La ceremonia de entrega digna no solo fue un cierre para la familia de César, sino también un recordatorio de las miles de familias que aún esperan respuestas. La labor de la UBPD y la JEP en este proceso fue fundamental para devolverle a esta familia una paz largamente anhelada. Ahora, César Duván Benavides Tabares descansa en paz, mientras su familia, aunque marcada por el dolor, encuentra consuelo en haber recuperado parte de lo que les fue arrebatado hace tantos años.
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