Colombia | El misterio del aroma: ¿Cuándo comienza el ‘olor a viejito’ y cómo prevenirlo?

Imagen L. Directa
El olor corporal es una característica única de cada individuo, influenciada por factores genéticos, ambientales y hábitos de vida. Sin embargo, ¿sabías que también evoluciona con la edad?
Según la ciencia, el «olor a viejito» es un fenómeno que surge debido a cambios fisiológicos y biológicos en la piel asociados al envejecimiento.
Este aroma distintivo, popularmente conocido como «olor a viejito», no está relacionado con la falta de higiene, sino con cambios naturales en la piel que se desarrollan con el tiempo.
Un estudio japonés identificó que el principal responsable de este aroma es una molécula llamada 2-nonenal, generada por la oxidación de ácidos grasos en la piel madura.
El olor a viejito no surge de repente; comienza a desarrollarse alrededor de los 30 años, pero se intensifica significativamente alrededor de los 60 debido al aumento en la producción de 2-nonenal.
Además, este olor puede variar según el género y la etnia, siendo más intenso en mujeres y en ciertos grupos étnicos.
Aparte del envejecimiento natural, algunas enfermedades como la diabetes, enfermedades renales o hepáticas, e infecciones por hongos pueden alterar el olor corporal en personas mayores.
Para prevenir o reducir el «olor a viejito», se recomienda mantener una buena higiene personal, usar productos cosméticos adecuados, hidratar la piel, protegerla del sol, mantener una dieta equilibrada, evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio regularmente, beber suficiente agua y utilizar perfumes naturales.
El «olor a viejito» es un cambio natural del olor corporal asociado al envejecimiento de la piel, influenciado por factores genéticos y ambientales. Aunque no se puede evitar por completo, se pueden tomar medidas para prevenirlo o disminuirlo.
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Haze, S., Gozu, Y., Nakamura, S., Kohno, Y., Sawano, K., Ohta, H., & Yamazaki, K. (2001). 2-Nonenal newly found in human body odor tends to increase with aging. Journal of investigative dermatology, 116(4), 520-524.

