BUENOS AIRES. Cerca de la mitad de la población argentina vive en la pobreza, la inflación superará el 160 % anual en diciembre, hay escasas reservas en dólares, un déficit fiscal del 3 % del PBI y una deuda récord que habrá que seguir pagando durante varios años. Esas son solo algunas de las condiciones en las que Javier Milei, un polémico economista liberal de derecha, novato en la política y sin estructura propia, asumirá la Presidencia de Argentina este domingo para el período 2023-2027.
El líder de La Libertad Avanza (LLA), partido que Milei fundó en la Ciudad de Buenos Aires en 2021, supo ganarse el voto de más de la mitad del electorado argentino con un discurso antipolítica, promesas de cambios profundos y propuestas radicales que fue suavizando —y hasta descartando— con el correr de la campaña, como la dolarización y el fin de lo que él llama “la casta” o “los mismos de siempre”. Buena parte de esa dirigencia, mal que le pese a varios de sus votantes, formará parte de su gabinete.
Lo cierto es que la ciudadanía, agotada de ver fracasar gobiernos de uno y otro lado de la “grieta”, lo acompañó con el 55 % de los votos en el balotaje del 22 de octubre frente al ministro de Economía Sergio Massa, la cara visible de un equipo en retirada, que deja la inflación más alta desde 1991.
Así, se terminan cuatro años de administración peronista encabezada por el mandatario saliente Alberto Fernández, una gestión que prometía “crecimiento con inclusión social”, pero que, en varios datos macroeconómicos clave, deja una pesada “herencia” a su sucesor.
Comienzo propicio, pandemia y deterioro
La fórmula Fernández-Fernández, del Frente de Todos (FdT), que completaba la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ganó en primera vuelta las elecciones de octubre de 2019 y dejó a Macri (Juntos por el Cambio – JxC) sin la posibilidad de un segundo mandato. Fue la primera vez en la historia del país que un presidente malograba su intento de ser reelegido.
En los cuatro años de macrismo, caracterizados por endeudamiento, despidos, aumento de precios y represión de la protesta social, los peronistas se habían prometido “volver mejores”. Y el retorno al poder se hizo efectivo el 10 de diciembre de ese mismo año.
Sin cambios rimbombantes en los primeros meses, el 3 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de coronavirus en Argentina. Con medidas sanitarias estrictas y una fuerte inversión social, el primer tramo de una pandemia que no se preveía tan extensa le dio a Fernández una imagen positiva del 93,8 %, una cifra que alcanzó el 16 % en agosto de este año.
No puede soslayarse que, además de una pandemia mundial, hubo otros factores externos o imprevistos que complicaron a la administración del FdT, como la gran sequía que limitó el ingreso de dólares por exportaciones del agro. Pero también hubo errores propios y falta de sincronía política dentro de una alianza que se había conformado dejando de lado las diferencias internas en pos de un objetivo común: derrotar a la derecha.
Interna irresuelta (y sus consecuencias)
En el plano político, los primeros cortocircuitos entre Alberto y Cristina Fernández llegaron en octubre del 2020, cuando la dos veces presidenta publicó una carta en la que señalaba que en el Gabinete de su propio gobierno había “funcionarios que no funcionan”, y que los problemas más urgentes de la población, en plena crisis del covid-19, no estaban siendo atendidos.
La relación entre ambos dirigentes continuó en tensión. En junio de 2022, en uno de los pocos actos públicos que compartieron, Cristina Kirchner le pidió a Fernández que usara “la lapicera” para administrar las tensiones sociales “en favor de las grandes mayorías”.
La disputa interna nunca se resolvió. El mes pasado, en una de sus últimas entrevistas, el jefe de Estado saliente aseguró que la vicepresidenta quería que él la obedeciera, lo que jamás hizo porque no era su “títere”, como pregonaba la prensa opositora.
“(La relación) termina distante porque la verdad no pensamos igual en muchas cosas, en muchos métodos, en muchos criterios”, dijo Fernández, y puso como ejemplo que, a diferencia de la titular del Senado, él cree que el déficit fiscal daña la economía y que la emisión de dinero genera inflación.
Pobreza en alza y más empleo precario
Si Macri incumplió con creces su promesa de “pobreza cero” (terminó en 35,5 %), el objetivo trazado por Alberto Fernández de “terminar con el hambre en Argentina” fue en sentido contrario. Si bien la inversión social fue constante y mayor que la de otros períodos, el drama de la inflación, que no paró de crecer, tuvo como efecto el deterioro de los salarios y las jubilaciones, y un incremento de la pobreza.
Las cifras oficiales de diciembre se conocerán con Milei ya en el poder. Pero las últimas mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), publicadas en marzo, marcan una pobreza de 39,2 % y reflejan que 8,1 % de los ciudadanos padecen la indigencia. Es decir, ni siquiera llegan a satisfacer sus necesidades alimenticias básicas.
Sin embargo, la devaluación de agosto, tras la victoria de Milei en las elecciones primarias, empeoró la situación. Según el Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), la pobreza multidimensional urbana ascendió al 44,7 % del total de la población y al 62,9 % de los niños y adolescentes. Esto equivale a 17,5 millones de argentinos sumergidos en niveles bajos de ingresos, vivienda precaria, salud y educación insuficiente o inseguridad alimentaria. Asimismo, el 9,6 % de la ciudadanía está en niveles de indigencia.
Habrá que ver si el plan “motosierra” que promete Milei para reducir el gasto público termina afectando a la población más vulnerable, que en muchos casos se sostiene mínimamente con planes de asistencia estatal. Agustín Salvia, director del Observatorio, de la UCA, advirtió: “Sacar los programas sociales sería realmente peligroso porque son los que mantienen, junto con el instinto de supervivencia de las familias, el equilibrio social”.
En tanto, el desempleo afecta al 6,2 % de la población en el segundo trimestre de 2023, cayó 0,7 % respecto al período anterior y es el más bajo registrado desde 2004 por el Indec.
No obstante, en los últimos años, el aumento del empleo se vio impulsado principalmente por el trabajo informal. Se calcula que casi la mitad de la población ocupada (44,4 %) está en condiciones de informalidad, por lo que sus salarios, además de ser bajos, no se ajustan al nivel inflacionario. ¿El resultado? Cada vez hay más trabajadores pobres.
Inflación, la “guerra” perdida
Argentina sigue siendo uno de los países con más alta inflación en el mundo. Al término de la gestión de Macri, el índice inflacionario quedó en 53,8 % anual, una cifra ya por entonces alarmante y que exhibía una de sus promesas de campaña incumplida. Factores como la devaluación del peso y las fuertes subas de tarifas fueron determinantes.
Con Fernández, la problemática que más preocupa a las familias argentinas no solo no se resolvió, sino que creció exponencialmente. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mide el Indec arrojó en octubre 8,3 % y acumuló 142,7 % interanual, y se esperan porcentajes de dos cifras para los meses de noviembre y diciembre.
Los acuerdos de precios implementados por el Ministerio de Economía, como el programa Precios Justos, que pone valores de referencia para productos de consumo masivo en cadenas de supermercados, no alcanzaron para contener las subas.
En marzo de 2022, el mandatario Alberto Fernández declaró una “guerra contra la inflación” y se refirió al efecto que causaba el conflicto en Ucrania en los precios de los alimentos a nivel mundial. En ese contexto, convocó a los representantes de los sectores productivos, empresarios y trabajadores para alcanzar un acuerdo de estabilidad y señaló que “la batalla” era “contra los especuladores y los codiciosos”.
Pero la lucha se perdió ampliamente y, en buena medida, el costo político quedó reflejado en las urnas. El candidato del oficialismo era precisamente el encargado de resolver una situación que aqueja desde hace décadas los bolsillos de los argentinos.
Lo paradójico es que el ganador de los comicios, Javier Milei, no aspira a reparar el daño en la economía en el corto plazo. Ya anunció que durante los próximos 24 meses Argentina enfrentará una “estanflación”, esto es, estancamiento de la actividad económica o recesión, con inflación.
Deuda externa y deuda pública
El peso de la deuda de 44.000 millones de dólares que adquirió el macrismo de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), en agosto de 2018, será ahora una carga para el gobierno ‘libertario’. Se trató del préstamo más grande en la historia del país y del organismo, y dejó al país bajo un yugo que sometió al gobierno que se marcha a seguir los designios del organismo multilateral.
Luego de constantes negociaciones y renegociaciones, el ministro Massa logró a mitad de este año postergar pagos y acceder a un refinanciemiento. El convenio buscaba consolidar el orden fiscal y fortalecer las reservas, reconociendo el fuerte impacto de la sequía, el daño a las exportaciones y los ingresos fiscales del país.
Milei adelantó que una vez que asuma intentará “reflotar el acuerdo” que, según explicó hace dos semanas al canal Todo Noticias (TN), está “caído” porque la meta de déficit fiscal primario pautada con el FMI era de 1,9 % del PIB al cierre de 2023, pero llegará a 3 puntos porcentuales al término de diciembre, reconocieron funcionarios del Ministerio de Economía en una reunión de transición con el futuro titular de la cartera, Luis Caputo, reveló El Observador.
Por otra parte, de acuerdo a las estadísticas oficiales de la Secretaría de Finanzas, la deuda pública total llegó en octubre a los 419.291 millones de dólares, y alcanzó un nuevo máximo histórico desde 2019.
El 77 % de la deuda bruta en situación de pago normal corresponde a títulos y letras del Tesoro Nacional (utilizados para conseguir financiemiento público), el 19 % a obligaciones con acreedores externos oficiales, el 3 % corresponde a adelantos transitorios del Banco Central, y el 1 % restante a otros instrumentos.
El próximo jefe de Estado aseguró que el eje de su gestión estará enfocado en el “ordenamiento fiscal”, a partir de las medidas de ajuste que pretende implementar. Pero eso, advirtió, va a impactar negativamente en la actividad económica.
Déficit fiscal
El desequilibrio fiscal de Argentina es otro de los desafíos que deberá enfrentar Milei. Las cuentas públicas están en rojo y eso, para un economista como él, es un despropósito que debe recomponerse en lo inmediato. Por eso habla de la “motosierra” con la que recortará el gasto, y ya adelantó que privatizará buena parte de las empresas en manos del Estado.
Según el Ministerio de Economía que dejará Sergio Massa, la nación sudamericana registró en octubre un déficit primario de 330.338 millones de pesos (889,2 millones de dólares), un incremento del saldo negativo de 220,6 % respecto al registrado en octubre de 2022.
Además, en el décimo mes del año, Argentina reportó un déficit financiero por 454.249 millones de pesos (1.222 millones de dólares), con un alza interanual del 145,2 %.
Fuente: RT
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