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Vie. Nov 22nd, 2024
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Columnista de Opinión: Carlos Fajardo
cuenta X : Fastidiardo

Nuestro bello país, al que en diversas oportunidades el presidente se ha referido como “el país de la Belleza”, tiene vocación para convertirse en emporio de la vida. Su historia ha sido un camino de abrojos y de sangre, hemos vivido en una guerra pertinaz y sangrienta, nos hemos convertido, luego de dos siglos largos de historia, en un reino del terror y la violencia y feudo de la muerte, de la inequidad, de la miseria. Una comarca fértil, de belleza indescriptible, surcada por ríos caudalosos, llenos de vida, cubierta de bosques y de selvas de un verde arrobador, pero su suelo ha tomado con los años un tinte encarnado como la sangre de tantas y de tantos que han caído en medio del fuego cruzado de los violentos.

 La búsqueda de la Paz es una condición fundamental para recuperar la viabilidad de una sociedad agobiada por los privilegios y las inequidades, por la insolidaridad y el odio fratricida. Pero no es una paz a pedacitos, necesitamos abogar por una PAZ TOTAL que desarme a todos los protagonistas de la muerte, que haga cesar este baño consuetudinario de sangre y de dolor, que nos promueve a un emporio de la vida, de la solidaridad y del amor fraterno, que nos permita crecer como nación y como sociedad.

 Superar el odio, ese escollo con pretensiones de acantilado, no es una tarea fácil. Superar la mentira, ese pozo profundo de brea, es un propósito pleno de dificultades y asechanzas. Los enemigos de la paz han demostrado su decidida intención de cerrar los caminos hacia la concordia, han revelado sin maquillajes su apuesta por la perpetuación de la violencia, se han lucido con sus eslóganes engañosos: “La paz sí, pero no así”, “Reformas sí, pero no así”

 Indignante que digan que, aunque votaron por el NO, ellos también quieren la paz. Aseguran con falaz convencimiento que luego de seis años de negociación basta con la decisión de la mitad del 30 % de los colombianos habilitados para votar para cambiarlo todo según sus designios.

Creen que sus argumentos mendaces: “impunidad”, “política de género”, “depauperación de la economía”, “asalto a la propiedad privada”, “aprobación incondicional del aborto”, “implantación de una economía de planeación central en Colombia”, “perdida de la libertad individual”, “entrega del país al castrochavismo”, repito, creen que sus argumentos falaces que no aparecen por ningún lado en el acuerdo y que fueron simplemente expresión de la sucia propaganda de la caverna en contra del proceso de paz, pueden validarse.

Los promotores del NO asaltaron, como siempre, la confianza de la gente, de tantas y tantos que no leen, desinforman, engañaron a sabiendas de que ponían en riesgo el anhelo de paz de los colombianos, en particular de los más perjudicados por esta guerra fratricida.

Tiempo después del referendo por la paz un alto directivo de la campaña del NO en una entrevista reconoció, entre risas, que habían conseguido sacar a la gente a votar “emberracada”, una profusión de mentiras, un asalto deliberado y doloso al acuerdo de Paz, a la indispensable reconciliación de los colombianos, al esclarecimiento de esas repugnantes verdades que los sindican de ser los beneficiarios directos del caos, de la violencia, de la inequidad y de la miseria de muchos.

El funesto caudillo de las tenebrosas hordas del conflicto, el padre del paramilitarismo, el mismo que autorizó a diestra y siniestra aviones y pistas para ser utilizadas en el negocio del narcotráfico, el mismo de los 6402 muchachos asesinados por el ejército a cambio de pollos, arroces chinos, vacaciones, medallas y ascensos espurios, el que ahora niega la política de recompensas a los asesinos con plata de nuestros impuestos, el de los regalos a los terratenientes multimillonarios a través del programa AIS, el protector de las autodefensas y sus más de 250 mil crímenes de lesa humanidad, sus centenares de miles de desaparecidos, sus miles y miles de cremados, sus millones de desplazados y despojados de sus tierras, salió, por entonces, muy molesto a reclamarle al cínico locuaz por no cuidar “las comunicaciones”.

Vergonzoso y descorazonador que tantos de ese exiguo porcentaje de ciudadanos que votaron, hayan creído los infundios del Naziuribismo y votado en contra del acuerdo de Paz. Hoy, después de firmado ese acuerdo por Santos y de que el peón de Uribe, Duque, dilapidaron los recursos de la paz, los cultores de la guerra, los culebreros de “la paz si, pero no así”, reaparecen reclamando su cuestionable e infame “triunfo” en el referendo por la paz, hacen marchas de antorchas, reviven saludos y eslóganes fascistas para atacar la Paz Total de Petro y su agenda reformista.

Enfilan sus baterías en contra del gobierno que democráticamente elegimos once millones y medio de colombianos, cuyo triunfo no pudieron traspapelar en los escrutinios, con las planillas criminalmente retocadas y corregidas, quieren poner en tela de juicio ese triunfo, ese gobierno, quieren a toda costa retomar el poder para volver a implantar su régimen de sangre y horror en los campos y en las ciudades, llevar la corrupción hasta las últimas consecuencias, expandir la muerte y la miseria y desaparecer a unos cuantos que con nuestra crítica y nuestro compromiso con el cambio controvertimos, revelamos y ponemos en peligro sus privilegios.

Gustavo Petro viene de la tortura y el señalamiento, ha sorteado atentados e investigaciones mal intencionadas, ha timoneado en un proceloso mar de calumnias y de ultrajes, de amenazas y de abusos de agentes del establecimiento. Nosotros todos venimos del dolor y de las sombras, hemos visto la luz del sol y los colores, hemos soñado en medio del conflicto, no hemos permitido que se apague la luz de la esperanza y la fe en un futuro viable para nuestro país, hemos pagado una alta cuota de sangre y sufrimiento.

Nos quieren condenar a mil años más de guerra en el país de la belleza que convirtieron en lodazal de sangre, desean implantar un cuarto Reich clasista y racista, anhelan proteger su impunidad y privilegios espurios, instrumentalizan y niegan la democracia, ¡NO LO PERMITIREMOS!

Volveremos a las calles, nunca nos hemos ido, llenaremos el aire de cantos y consignas, el viento será el vehículo de nuestra indignación, no permitiremos que las ratas de siempre roan nuestro sueño con su pesadilla de madriguera, las reformas pasarán impulsadas por el pueblo, el gobierno del cambio perdurará y los criminales abyectos, los falaces, los corruptos y los sanguinarios asesinos perecerán.


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