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Christopher Nolan es el director de la película Oppenheimer, de 2023. Nolan es un connotado director de origen británico cuyas películas tienen un clara impronta sobre temas científicos y metafísicos. Hasta la fecha las películas más importantes que había realizado eran Inception (2010) e Interestelar (2014), favoritas de expertos y legos. Nolan ha ganado algunos de los más prestigiosos premios cinematográficos alrededor del mundo.

Oppenheimer es una biografía crítica de J. Robert Oppenheimer, el físico estadounidense considerado como el padre de la bomba atómica. Graduado en química en sólo tres años de estudio en la Universidad de Harvard con summa cum laude –a máxima distinción posible sobre una tesis–, y prosigue sus estudios en Cambridge. Posteriormente se desplaza a Gotinga para trabajar con M. Born. Obtiene su doctorado a los veintidos años. Manifiestamente se trataba de alguien con una extrema inteligencia. Aspectos éstos con los que comienza la película.

A su regreso a Estados Unidos exhibe una personalidad autosuficiente, con un ego inflado con razones suficientes. Se dedica a enseñar física cuántica, totalmente ignorada en E.U. en ese momento. Nolen subraya el carácter revolucionario de la mecánica cuántica y la pasión de Oppenheimer por la misma; intelectual y actitudinalmente.

En 1936 traba conocimiento –y fuertes relaciones emocionales en toda la línea de la palabra– con Jean Tatlock, miembro del partido comunista de los E.U. Oppenheimer jamás será miembro del partido, pero sí apoyará económicamente varias de sus actividades, particularmente la lucha de los republicanos durante la Guerra Civil Española. Sus relaciones con Tatlock marcarán su vida aún después del Proyecto Manhattan. Sus relaciones con militantes comunistas abarcan los años 1930-1940.

El Proyecto Manhattan fue el nombre clave de un proyecto de investigación de corte militar a partir de los estudios sobre las consecuencias de la física cuántica destinado a combatir a la Alemania nazi. El proyecto estaba a cargo del Departamento de Estado de los E.U. con ayuda parcial de Canadá e Inglaterra. Su cometido inicial fue el de reunir a los mejores científicos de distintas áreas –físicos, matemáticos, químicos, ingenieros– con el fin de desarrollar la bomba atómica. Este proyecto transformará radicalmente la historia de la física. Hasta ese momento dos pilares dominaban el panorama intelectual: la física cuántica y la teoría de la relatividad. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, nace la física atómica, y la física cuántica morirá; será rescatada varios años más tarde, a finales de la década de 1950 gracias a D. Bohm –principalmente– y R. Feymann.

En su momento más importante el Proyecto Manhattan contaba con cinco mil investigadores, todos con doctorado (Ph. D.). El Proyecto tuvo su centro en Nuevo México, un lugar escogido por Oppenheimer, y que éste amaba desde muy joven.

Alemania tenía la posibilidad de desarrollar la bomba atómica y Oppenheimer sabía de esta posibilidad. En principio el proyecto alemán estaba a cargo de W. Heisenberg. La dificultad era que la mayoría de los físicos que tenían conocimientos sobre física atómica o nuclear estaban dispersos por Europa y la mayoría eran judíos. La cabeza de la física nazi era P. Lenard, militante del partido nacionalsocialista y el principal enemigo de Einstein, sencillamente por ser judío.

Lenard es el mejor ejemplo de cómo la buena ciencia no avanza cuando sobre ella se imponen criterios o principios ideológicos. En la historia de la ciencia, otro ejemplo es T. Lysenko, ingeniero agrónomo, y el principal apoyo de Stalin contra la teoría evolucionista de Darwin. Lysenko tenía a la ideología por encima de la ciencia, lo que le impidió ser un científico destacado, a pesar de algunas ideas novedosas que desarrolló.

En contraste, hay que decirlo, Oppenheimer tuvo la habilidad de situar en el foco de toda la atención a la ciencia, por encima de prejucios –justificados o no– de orden ideológico. Este fue su acierto. Todo, en medio del marasmo del macartismo, que se impuso entre 1950 y 1956 por influencia del senador republicano J. McCarthy dedicado a una auténtica cacería de brujas, una de cuyas víctimas, presumiblemente, fue el propio Oppenheimer.

Nolen desarrolla la película en varios flashbacks, combinando pasado y presente, presente y futuro, ciencia y política, vida personal y procesos históricos. Se trata de una película impecable desde el punto de vista histórico, con varios aciertos adicionales desde el punto de vista de la ficción (como el encuentro privado a la orilla de un lago en Princeton, entre Einstein y Oppenheimer).

Mientras el padre de la bomba logra reunir lo mejor de la ciencia de E.U. e Inglaterra, con el ocasional apoyo de N. Bohr, Hitler no logró reunir, ni en Europa ni en Alemania, a los físicos más importantes, principalmente debido a las fuerzas nefastas de Lenard, y toda la ciencia nazi1. Heisenberg mismo actuó con lentitud, se negó a apoyar abierta, directa y explícitamente los proyectos de Hitler y no facilitó sus propios contactos con la pléyade de físicos europeos que él conocía personalmente.

Como resultado, si bien Alemania tenía a W. von Braun, militante de las SS –el principal bastión militar y de inteligencia del nazismo– y el padre de los misiles balísticos y de los cohetes, hacía falta el conocimiento físico para el desarrollo de la bomba atómica. Estados Unidos tuvo la brillante oportunidad de adelantarse en este proyecto. Esto fue determinante –junto con el trabajo de Turing en torno a la máquina Enigma– para la victoria de esta parte de los aliados. Después de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos trae (= se roba) hacia sí a W. von Braum, lo cual hará posible la fundación de la Nasa y el desarrollo de la industria aeronáutica y la exploración espacial estadounidense.

Oppenheimer fue puesto al frente del Proyecto Manhattan por parte del Departamento de Estado; el jefe inmediato del físico era el general L. Groves, jefe de las operaciones militares.

Digamos, de pasada, que la película de Nolan omite que Oppenheimer solicitó que David Bohm fuera convocado a trabajar en el proyecto Manhattan gracias a que era la persona que más sabía de física de plasma en el mundo. Washington se negó a acceder a la solicitud de Oppenheimer debido a que ya recaían fuertes sospechas de comunismo sobre Bohm, La verdad era que Bohm sí era marxista, pero jamás militó en el partido comunista de los E. U. Bohm deberá refugiarse en varios países posteriormente, pero será quien permitirá, sin ambages, el renacimiento de la física cuántica de sus cenizas. Pero esta es otra historia.

Significativamente, Nolan destaca como un motivo en su película cómo y que la Unión Soviética logró saber de todos los proyectos y avances del Proyecto Manhattan gracias a que tenia un infiltrado de muy alto nivel en el Proyecto Manhattan. La película hace de éste un motivo recurrente sin abiertamente hacer explícito de quién se trabaja a pesar de varias sospechas. Los soviéticos desarrollarán en 1952 la bomba de hidrógeno, con lo cual la carrera armamentista se dispara y conduce a los más difíciles momentos de la Guerra Fría.

Todo parece indicar que la ciencia y la política, la ciencia y el espionaje, tienen una vieja, pero sutil historia. Esta historia no es otra que la habilidad de un poder u otro para sembrar “durmientes” (sleepers, en inglés) durante años en el campo enemigo, incluso con la posibilidad de que, ocasionalmente, nunca se activen (= se despierten). Un motivo de sospechas, paranoia, persecuciones y muertes; jamás hecho público.

Los nazis son derrotados. Militarmente, el verdadero ganador en esa guerra fueron los soviéticos, pues fueron ellos, como aparece en numerosos testimonios –fotografías y demás– quienes primero elevan la bandera –soviética– en lo alto del Reichstag alemán. Los aliados –Inglaterra, Francia, Canadá, Estados Unidos, Australia, principalmente–, lograran la victoria sobre el fascismo italiano e importantes avances para la derrota del ejército alemán.

Entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945 tiene lugar la Conferencia de Potsdam, con la participación, entre otros, de Churchill, Truman, Stalin, en la que se declara oficialmente la derrota de Alemania, las consecuencias de esta guerra y –bastante más sutil e importante– la repartición de Alemania y del mundo mismo. Es a partir de ese momento que los Estados Unidos desplazan a Francia e Inglaterra como primera potencia mundial, y se inaugura una historia que corre hasta nuestros días.

Pues bien, es exactamente en este marco que, ya derrotada Alemania, Estado Unidos decide primero hacer las pruebas finales de la bomba atómica y, posteriormente, lanzar sobre Japón el 6 y el 9 de agosto de sendas bombas atómicas. Japón no se había rendido aún, pero era evidente que no podía ganar la guerra. Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron más que un castigo a Japón, fueron el anuncio a la Unión Soviética y al resto del mundo del nuevo poderío estadounidense. Este anunció costó la vida de más de trescientas mil personas (sumadas las que cayeron el mismo día del estallido y las que perecieron meses y años después por efecto de la radiación) con muy severas consecuencias en varios dominios, hasta el día de hoy.

La película de Nolan dedica muy largos minutos a las decisiones y acciones previas y posteriores a las bombas nucleares. R. Oppenheimer recuerda al Bhagavad-Gita –el más importante texto sagrado del hinduismo–: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Nolan quiere con su película destacar la conciencia de la destrucción y la muerte en el más importante de los autores de las masacres de Nagasaki e Hiroshima. Pero, en realidad, se trata de una alegoría que lanza un mensaje sobre la historia, sobre las relaciones entre historia y política, entre ciencia y política y fines militares, todo ello construido en medio del drama de la vida personal, y sus tejidos y relaciones sociales y familiares.

Oppenheimer, es lo que quiere decir Nolan, es tanto actor como víctima; y no una cosa más que la otra. Actor científico, pero víctima de poderes e intereses superiores a los suyos. Como si no fuera el dueño de sus propias acciones. Un problema ético, filosófico y político al mismo tiempo.

R. Oppenheimer morirá de cáncer en el esófago. (Esto no se muestra en la película, que termina luego del juicio a que fue sometido en el marco del macartismo. Casi –casi– una situación similar a la que vivió en otro contexto y momento A. Turing en Inglaterra.

Pues bien, lo que no señala la película es que prácticamente todos los que participaron activamente en el Proyecto Manhattan en los Álamos morirán de cáncer, incluido R. Feynman, el padre de la electrodinámica cuántica y posterior ganador de un premio Nobel en física. Las exposiciones a las pruebas y radiaciones cobrarán en carne propia la vida de casi la totalidad de los implicados, por cáncer. Un secreto que ha pasado desapercibido en los relatos sobre el Proyecto Manhattan.

La película de C. Nolan no es plana y la riqueza de sus matices, planos, contextos, sugerencias, afirmaciones e investigación ponen de manifiesto que hay un mensaje en la película, sino un tejido de estudios y consecuencias de alta complejidad. La ciencia no puede ser ajena a las implicaciones de sus acciones. Pues bien, es después de, y a raíz, de la bomba atómica que en general, los científicos aprenden la importancia de asuntos como la política y la ética. Ya no son necesarios comités externos y superiores que vigilen y adviertan sobre los peligros de la investigación científica. La propia ciencia lo sabe; en física como en biología, en química como en ingeniería, por ejemplo. Existe una detallada y muy amplia bibliografía al respecto, en muchas ocasiones realizada por los propios investigadores.

La tragedia del mundo no se encuentra en la ciencia y la tecnología, sin más. Sino en los políticos, financistas y militares que toman las más altas decisiones –por acción o por omisión– sobre la investigación tecno-científica. Es allí a donde hay que dirigir la mirada. Este es la principal luz de la película Oppenheimer. Varios motivos de reflexión emergen, por ejemplo, a raíz de la crisis climática. O de la guerra entre Ucrania y Rusia; o de los golpes y desajustes en Sudán o en Niger; por ejemplo.

La sociedad está mal informada cuando la principal responsabilidad recae sobre la ciencia y la tecnología. El foco de todos los problemas está en ese espacio eufemísticamente llamado como “los tomadores de decisión”. El poder detrás del poder; el verdadero poder. (Gustavo Petro logra llegar a la presidencia; pero se encuentra aún lejos del poder. Como Boric en Chile, E. Morales en Bolivia o Lula en Brasil, por ejemplo).

C. Nolan es un director joven; tiene a la fecha cincuenta y tres años. De su parte habrá que esperar aún obras mejores y mayores. De cara a la sociedad y en el marco de la industria de la cultura y el entretenimiento, la tragedia de la película de Nolan es que parece haber sido opacada por otra, mzuy distinta: Barbie.

Feminismo (blanco) con política y ciencia. Cabría sospechar que hubo intereses creados en torno al apabullante triunfo en taquillas –es decir, de consumo– de Barbie sobre Oppenheimer. Pero esto, diría alguien, es hilar muy fino..

1. Cfr. O. López Mato, Ciencia nazi. La historia de los científicos que trabajaron para Hitler, Buenos Aires, Ed. El Ateneo, 2023.

Complementario a este libro, véase Y. Sherratt, Los filósofos de Hitler, Madrid, Ed. Cátedra, 2014

 

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Fuente de esta noticias es del Diario Publimetro Argentina:  Leer más


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