La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue amenazada de muerte y, ante ese hecho, la jueza federal María Eugenia Capuchetti, a cargo de la causa por el intento de magnicidio que sufriera el 1 de septiembre pasado, dispuso reforzar la custodia de la exmandataria, confirmaron este martes fuentes judiciales.
Los informantes precisaron que la amenaza fue hecha el lunes por la tarde a través de un llamado telefónico a la línea 911 realizado desde la ciudad de La Plata.
Así, once días después del atentado contra la Vicepresidenta ocurrido en la puerta de su domicilio, cuando el ahora detenido Fernando Sabag Montiel gatilló un revólver a escasos centímetros de su rostro, se suma ahora esta amenaza de muerte ocurrida en las últimas horas.
Además de Fernando Sabag Montiel se encuentra detenida su pareja, Brenda Uliarte, imputada también por el hecho.
La investigación del intento de maginicidio
Como parte de la investigación, la justicia detectó una serie de mensajes extraídos del teléfono celular de Brenda Uliarte que permitieron a la justicia detectar que un grupo de personas había intentado antes asesinar en dos ocasiones a la exmandataria.
La información surgió del celular de la propia novia de Fernando Sabag Montiel y fuentes de la investigación consultadas por esta agencia confirmaron que los mensajes dan cuenta de un intento de asesinato ocurrido el 27 de agosto, durante la noche en la que la Vicepresidenta le habló a la militancia apostada en la zona de las calles Juncal y Uruguay, donde se emplaza el edificio donde vive la titular del Senado.
“No, no es que se dé cuenta, el tema es que hay una cámara de C5N, y hay poca gente, y la gente se está yendo, y el momento es ese, ahora ya es tarde, o sea son las 12 y ella salió a esa hora, y era a esa hora, o sea el escenario era con ella porque la habrán seguido”, dice uno de los mensajes que recibió Uliarte de parte de Sabag Montiel.
“¿Entendés? Después vamos a ver en la tele a ver qué pasó porque cuando ella se metió, la siguieron y ahí tendría que haber sido”, sostiene otro mensaje detectado por la justicia.
En otra comunicación, Sabag Montiel le dice a Uliarte: “No, ya se me metió adentro y el escenario, el anfiteatro lo sacaron. Le toqué la espalda a (el gobernador bonaerense) Axel Kicillof y se metió en un Toyota Etios, eh, y se fue, un quilombo. Ella está arriba pero no creo que salga, así que ya fue, dejá, voy para allá, quédate ahí. No traigas nada”.
La información coincide con la de un video publicado la semana pasada por el canal de noticias C5N donde se ve que el 27 de agosto Sabag Montiel estaba camuflado entre los manifestantes como si fuera un vendedor de copos de nieve azucarada y logró acercarse a metros del gobernador de la provincia de Buenos Aires.
A partir de la nueva información incorporada al expediente, Capuchetti volvió a imponer el secreto de sumario en la causa, luego de que se incorporara al expediente como prueba clave el contenido del celular de Uliarte.
“El teléfono de ella es muy contundente”, afirmó a Télam una fuente de la investigación que, sin revelar detalles, aseguró que confirma su participación en el intento de asesinar a la expresidenta, a la vez que aseguró que se trata de un material que la coloca como participante activa de distintos grupos de “haters” (“odiadores”, en inglés).
Por estas horas, todas las partes involucradas en la causa se preguntaban si la jueza Capuchetti avanzaría con los procesamientos para luego continuar con la investigación de las nuevas pruebas o si ampliaría las indagatorias de los imputados para exhibirles el nuevo material probatorio.
Una de las discusiones que se desarrollan en el expediente es cuáles eran los roles de cada uno de los dos imputados y si contaron además con la colaboración de más personas.
En segundo plano está, por ahora, la línea investigativa que conduce el “entorno de contención” de los agresores: allí aparecerían los vendedores de copos de azúcar (“los copitos”) que se mostraron en televisión con Uliarte antes de que fuera detenida.
Las fuentes de la investigación señalaron que allí aparecen, bajo sospecha, Gabriel Nicolás Carrizo, el referente de “los copitos”, quien registraría intensas comunicaciones con Sabag Montiel durante el mes previo al intento de magnicidio y participante de ese grupo que hablaba con frecuencia con Uliarte.
Hay otras personas de diálogo frecuente con los imputados que también están bajo la lupa de los investigadores entre los que se encuentran un hombre y una mujer que habrían intentado a ayudar a Uliarte a ocultarse.
Télam
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