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A medida que las temperaturas aumenten también lo harán los costos del sueño, lo que significa que habrá entre 13 y 15 días de sueño deficiente cada año, refiere la investigación.

La investigación realizada evidencia que la falta de sueño puede incrementar el riesgo a padecer enfermedades cardíacas, ralentizar la capacidad de aprendizaje y afectar el ánimo.

El aumento de las temperaturas no solo afecta negativamente al ambiente, sino al sueño de las personas en todo el mundo, ya que impacta en la reducción de las horas para descansar.

Esto lo advirtió un estudio publicado en mayo pasado por la revista One Earth, en el cual los especialistas indicaron que el cambio climático también influye en las actividades cotidianas, y abarca tanto lo psicológico como lo fisiológico.

Las noches sofocantes pueden ser consideras pesadillas para cualquier persona, pues teniendo un sueño intranquilo y pocas veces profundo, el resultado a la mañana siguiente será aturdimiento y cansancio.

La investigación realizada evidencia que la falta de sueño puede incrementar el riesgo a padecer enfermedades cardíacas, ralentizar la capacidad de aprendizaje y afectar el ánimo.

De acuerdo con el principal autor del estudio e investigador de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, Kelton Minor, este trabajo presenta la “primera evidencia a escala planetaria de que las temperaturas más cálidas que el promedio están erosionando el sueño humano”.

Sueño y cambio climático

La pérdida del descanso fue presentada por los participantes analizados en el estudio, incluso en sitios con temperaturas que no eran tan altas.

Según los investigadores, a medida que las temperaturas aumenten también lo harán los costos del sueño, lo que significa que habrá entre 13 y 15 días de sueño deficiente cada año.

Minor aseveró que la pérdida de sueño por el cambio climático “ya está ocurriendo, ahora mismo, no en el futuro, sino hoy”.

“Demostramos que esta erosión ocurre principalmente cuando se retrasa la hora a la que las personas se duermen y avanza el momento en que se despiertan durante un clima cálido”, enfatizó.

Fueron analizados datos (anónimos) recabados entre 2015 y 2017 de rastreadores de actividad de las pulseras de unas 47.000 personas en casi 70 países. Con esto se pudo conocer cuándo dormían, cómo fue el descanso, y el momento en el que despertaban.

Además, se pudo observar cómo dormía alguien en una noche fresca o en una calurosa.

Anteriormente, los estudios estaban centrados en unas pocas personas o en un país en particular, pero con esta nueva investigación se pudo seguir la actividad en todo el mundo.

Resultados del estudio

La investigación reveló que las personas suelen dormir más tiempo cuando la temperatura exterior es inferior a los 10 grados, mientras que si supera ese valor, es más probable que puedan dormir menos de siete horas.

Por otra parte, si las temperaturas externas superaban los 30 grados, se perdían 15 minutos en promedio por noche. Esto es importante pues puede ocurrir durante la etapa del sueño profundo y reparador, también conocido como ondas lentas, precisó la investigadora del sueño de la Universidad de California, Estados Unidos (EE.UU.), Sara Mednick.

Asimismo, se comprobó que el calor afectaba más a unos grupos que a otros. Con la edad, el impacto era diferente, pues las personas mayores de 70 años de edad son más sensibles y, en lugar de 15 minutos, pierden 30 minutos.

Las mujeres también son afectadas, ya que el estudio indicó que pierden hasta un 25 por ciento más de sueño que la media cuando ocurren altas temperaturas.

Dificultad de adaptación a altas temperaturas

Otro resultado notorio del estudio fue que los cuerpos de las personas parecían no adaptarse para las temperaturas más cálidas al momento del dormir, según Minor.

El investigador detalló que el cuerpo regula su temperatura interna, siendo justamente la temperatura corporal uno de los principales reguladores del sueño. Por lo tanto, si ocurren fracciones de grados de más, los órganos comienzan a funcionar peor.

“Nuestros cuerpos están altamente adaptados para mantener una temperatura corporal central estable, algo de lo que dependen nuestras vidas (…) Sin embargo, todas las noches hacen algo notable sin que la mayoría de nosotros lo sepamos conscientemente: liberan calor desde nuestro centro hacia el entorno al dilatar nuestros vasos sanguíneos y aumentar el flujo de sangre a nuestras manos y pies”, dijo.

La experta en salud pública de la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California, Rupa Basu, comentó que “antes, las noches eran una oportunidad para enfriar el cuerpo. Pero cuando el calor es ese factor de estrés crónico, el cuerpo no puede refrescarse y recuperarse; eso es una pieza clave que perjudica la salud de las personas”.

Mientras el planeta se calienta más, los costos para las personas aumentarán. Minor puntualizó que “el ser humano es extraordinariamente adaptable. Pero hay límites físicos reales a la adaptación que debemos tener en cuenta”.

“Bajo un escenario de calentamiento moderado cada vez más posible en el que los humanos logran estabilizar las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero para fines de siglo, proyectamos que las temperaturas subóptimas aún pueden someter a los adultos a aproximadamente ~50 horas de exceso de pérdida de sueño en 2099”, comentó Minor.

El investigador también instó a que se realicen más estudios en los que se incluya el impacto de las temperaturas en el sueño como una de las posibles consecuencias del cambio climático.

telesurtv.net


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