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Vie. Nov 22nd, 2024
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 Desde 2014, Bolivia estuvo gastando más dinero del que genera y endeudándose cada vez más para terminar de cubrir su presupuesto, lo que se ve reflejado en un informe del Banco Mundial (BM) que prevé que la deuda consolidada total del país representará este año cerca del 80% del PIB, un valor que -según analistas- sube la presión sobre las reservas internacionales netas (RIN) y empieza a lanzar señales de insostenibilidad.

El informe Consolidando la recuperación proyecta que este 2022 la deuda pública total del país, que incluye la del gobierno central, gobiernos subnacionales, empresas públicas, acreedores externos y privados nacionales, y sector público financiero, incluido el Banco Central de Bolivia (BCB), tendrá “un valor cercano al 80%” del Producto Interno Bruto (PIB). Este porcentaje está por encima del promedio regional (69,8%), pero no es el más alto en América Latina y el Caribe.

Según el estudio, el mayor endeudamiento que se observa en la región se debe a que en 2020 y 2021 los países realizaron un esfuerzo “sin precedentes” para mitigar los efectos devastadores de la pandemia sobre la economía.

En el caso específico de Bolivia, el crecimiento de la deuda viene acompañado de otros elementos.

“La deuda externa se ha incrementado en todos los años de la bonanza. Ha crecido con la caída de los ingresos por hidrocarburos y se dispara mucho más a partir de 2017”, afirmó René Martínez, analista de presupuestos públicos de la Fundación Jubileo.

“Ya veníamos en 2018 y 2019 con problemas en la generación de ingresos fiscales, y en 2020 -cuando se paralizó la economía del mundo- se profundizó el endeudamiento para mantener la economía y su crecimiento”, recordó Jorge Akamine, presidente del Colegio Nacional de Economistas de Bolivia (Coneb).

“La deuda se produce, en general, por el déficit fiscal (que se arrastra desde 2014), porque estamos gastando más de lo que tenemos. Es el modelo que en estos años el Gobierno ha propiciado: impulsar la demanda interna a través de más gasto, pero eso no es sostenible”, dijo Martínez.

La deuda externa mantuvo una tendencia ascendente estable desde 2008 ($us 2.505 millones) a 2016 ($us 7.267 millones), pero comenzó a acelerarse desde 2017 ($us 9.428 millones) hasta llegar a $us 12.589 millones a julio de 2021.

La deuda interna, por su lado, se mantuvo en niveles casi similares hasta 2017 ($us 4.474 millones, pero desde 2018 ($us 5.376 millones) se empezó a expandir cada vez más hasta superar en 2018 la deuda externa y llegar a fines del año pasado a un equivalente de $us 13.685,7 millones.

“El incremento más grande que tenemos en la deuda externa sucede a partir de 2017, antes del cambio de gobierno y antes de la pandemia”, recordó el especialista en finanzas Jaime Dunn.

La deuda interna, en cambio, subió rápidamente con la pandemia, desde 2020, porque la Asamblea Legislativa negó al Gobierno de Jeanine Áñez la adquisición de créditos externos y la obligó a recurrir al crédito interno.

“Desde el final de la bonanza de los precios de las materias primas en 2014, Bolivia ha experimentado un importante aumento de la deuda de la mano de financiamiento externo y del Banco Central. Esto como parte de los esfuerzos para mantener la economía creciendo y afrontar los desafíos resultantes de la pandemia”, informó a EL DEBER la oficina del Economista en Jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

“Este financiamiento ha contribuido a mantener una tasa de crecimiento relativamente alta y ha financiado gran parte del gasto de emergencia resultante de la pandemia. Creemos que los países, y Bolivia no es la excepción, podrían explorar nuevas formas de impulsar el crecimiento sin aumentar continuamente la deuda pública”, se indicó desde la oficina de William Maloney.

Dunn hizo notar que “una de las razones por las que aumenta tanto la deuda interna es que, a partir de 2017, empezó a bajar la calificación internacional de riesgo de Bolivia”, lo que causó “el fracaso de las colocaciones bolivianas de bonos en el exterior”, con lo que se comienza a dejar al país “al margen del crédito internacional”.

“No se han conseguido buenas tasas de interés”, acotó Akamine. La última oferta de bonos del Estado boliviano fue de $us 2.000 millones, y logró colocar 850 millones con un interés del 7,5%.

Este medio solicitó al BCB información sobre el incremento de la deuda, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

Los analistas coinciden en que el crecimiento de la deuda total frenará el crecimiento del país.

Martínez explicó que una economía endeudada le resta recursos a la inversión pública, porque se tienen que pagar amortizaciones e intereses de créditos que se contrataron en años anteriores, un pago que se hace con divisas y que afectará también a las RIN.
“En el mediano y largo plazo se profundiza el mismo problema, porque una parte del presupuesto tiene que ser destinado al pago de la deuda”, indicó Martínez.

“Cuando pagas deuda tienes menos recursos para inversión y otros aspectos que podrían ayudar en el crecimiento de la economía”, explicó Dunn, quien calculó que este 2022 se deben pagar $us 1.300 millones entre amortizaciones, intereses y comisiones de obligaciones internas y externas.

Otro “problema” generado por esta situación, sostuvo Dunn, es que el endeudamiento interno “absorbe rápidamente” recursos que financian el sector privado.

Al no obtener crédito externo en condiciones más favorables, el Gobierno emite en el mercado nacional títulos del Tesoro con una tasa más atractiva que el interés que ofrece el sistema financiero, lo que causa que inversores como las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) adquieran esos títulos públicos y ya no los valores privados que bancos y empresas del mercado bursátil ofrecen para acceder a financiamiento.

“Hoy en día, el Gobierno está en una competencia con el sector privado por acaparar los pocos recursos internos que tenemos y, claro, el Gobierno siempre termina ganando”. En esta carrera, “el nivel de endeudamiento que se ha adquirido con las AFP es bastante alto. El año pasado fueron más de $us 1.000 millones”, indicó Dunn.

Los riesgos

“Lo que preocupa es la tendencia”, aseveró Martínez. “El crecimiento de la deuda ha sido muy acelerado en los últimos años y está mostrando señales de riesgo de insostenibilidad. El Gobierno señala que en la deuda externa todavía no hemos llegado al 40% (del PIB), pero nos estamos acercando muy rápido a ese umbral, que es cuando la deuda se torna insostenible”, advirtió.

Uno de estos riesgos está vinculado con las RIN, que después de haber alcanzado un hito de $us 15.122 millones en 2014 bajaron al 1 de abril de este año a $us 4.619 millones, de los que $us 2.682 millones (el 58%) son reservas de oro, dejando disponibles $us 1.937 millones para el pago de la deuda y para las importaciones.

“Las RIN son el respaldo de la moneda boliviana y de la economía. El endeudamiento -que se paga en divisas- puede afectar a las reservas internacionales e incluso a la estabilidad de la economía”, observó Martínez.

De acuerdo con la Oficina de Maloney, “existen diversas variables que afectan la sostenibilidad de la deuda, como el perfil de amortizaciones en el que Bolivia tiene un buen desempeño, debido a que gran parte de la deuda corresponde a deuda con acreedores multilaterales y el BCB con tasas de interés bajas y plazos largos”.

Por otro lado, agregó, “para evaluar la sostenibilidad de la deuda se debe tomar en cuenta no solo el nivel, sino la trayectoria esperada de la deuda a mediano plazo, que debe ser estable o decreciente”.

Dunn considera que “lo que el Banco está manifestando con su informe es que el crecimiento va a bajar, porque -entre otros factores- el endeudamiento es muy alto y hay que empezar a pagarlo”.

A diferencia de la previsión del 5,1% del Gobierno para éste y los siguientes tres años, el BM proyecta un 3,9% para 2022, un 2,8% para 2023 y un 2,7 para 2024. “Otro aspecto que llama la atención”, apuntó Dunn, “es que aun teniendo este nivel alto de endeudamiento”, el Gobierno se ha propuesto ejecutar este 2022 la segunda inversión pública más alta en la historia de Bolivia, $us 5.015 millones, la cual se financiará en un 43% con recursos externos y en un 57% con recursos internos, incluidos los créditos internos.

“Este 2022 estamos todavía en plena crisis y tenemos una inversión pública similar a la época de bonanza”, observó.

Akamine precisó que el que la deuda total supere el 70% del PIB no va a significar en el corto plazo una crisis. “El siguiente paso después de no poder financiarse ni interna ni externamente es la emisión monetaria. Entonces sí hay que preocuparse”, expresó. Por eso el Gobierno “quiere empezar a buscar endeudamiento externo, porque el endeudamiento interno prácticamente se ha sobregirado”.

Otra opción, “es reducir el tamaño del Estado, pero por lo que vemos eso no está en sus planes, ni ser más eficiente en la administración pública ni en el gasto corriente”. “Lo que queda a corto plazo es buscar financiamiento a una tasa de interés muy favorable, buscar donaciones”, concluyó.

El Deber


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