En diciembre de 2009, fue acribillado en la puerta de su casa luego de denunciar por sobreprecios una compra de helicópteros indios de mala calidad. El ex presidente desestimó el caso como un asalto común, aunque los supuestos ladrones no se llevaron nada. La investigación dio un giro en los últimos años.
El general Jorge Gabela murió en la puerta de su casa tras ser embestido por un grupo de criminales. La versión oficial fue que Gabela fue asesinado por la delincuencia común. Aquí podría terminarse la historia. Pero su esposa, Patricia Ochoa, sostiene una lucha de más de una década sobre las circunstancias de su muerte, las denuncias que su esposo realizó sobre la compra de logística militar con oscuros sobreprecios y sobre las amenazas que recibió repetitivamente aseguraban que alguien más cobró su vida. ¿Quién mató al comandante general Jorge Fernando Gabela Bueno?
Hace once años, un 29 de diciembre del 2010, el general de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, Jorge Gabela, murió tras dos operaciones que buscaban salvar su vida. Apenas 10 días antes Gabela había sido abordado por un grupo de desconocidos que dispararon a matar al militar en el vestíbulo de su casa, al interior de una urbanización privada a las afueras de Guayaquil. La versión oficial contaba que la muerte del general se debía a un acto de la delincuencia ordinaria perpetrado con la intención de quitarle alguna posesión. Pero los asesinos le dispararon y se fueron sin llevarse nada. El asalto se llevó la vida del oficial que -en ese mismo tiempo- se había opuesto a la compra de unos helicópteros Dhruv de fabricación hindú durante el gobierno de Rafael Correa. Las inconsistencias en los hechos y la lucha de Patricia Ochoa, viuda de Gabela, llevaron a que el que fuera considerado como un delito común todavía sea investigado como crimen de Estado.
El general Jorge Gabela fue el primer comandante de la Fuerza Aérea (FAE) del gobierno de Rafael Correa. Estuvo en el cargo entre 2007 y 2008. Al oficial se lo recuerda por cuestionar la compra de los helicópteros Dhruv, adquiridos por Ecuador a la empresa Hindustan Aeronautics Limited (HAL), por un valor de USD 45,2 millones. A pesar de las denuncias de Gabela sobre la falta de requerimientos técnicos para que esas naves operen en el Ecuador, su sucesor en el cargo de comandante de la FAE, concretó la compra en el 2009. De los siete helicópteros que se adquirieron, cuatro se estrellaron.
El 19 de diciembre de 2010, un auto siguió durante una hora y media a la hija del general Gabela. El vehículo ingresó sin ningún inconveniente a la urbanización privada en donde vivía el oficial y su familia. Allí los maleantes ingresaron a la casa de Gabela. El general escuchó que había una persecución y salió a defender a su hija. Fue entonces cuando le dispararon. Los asaltantes no se llevaron ningún bien de la casa del militar. Las pericias y la investigación del caso revelarían que uno de los delincuentes habría recibido 79 llamadas mientras seguía a la hija de Gabela.
Durante 10 días Gabela luchó por su vida. Aunque le realizaron dos cirugías para estabilizarlo, el oficial murió. Su esposa, Patricia Ochoa, desde el inicio sostuvo que el asesinato de su marido no era producto de la delincuencia común. Ochoa ha mantenido que la orden de ejecutar a Gabela vino desde los entonces generales de la FAE.
Una fuente reservada, que conversó con la extinta revista Vanguardia de Ecuador luego de la muerte de Gabela, dijo que desde el 2006, el personal de inteligencia del “Comaco” –como los militares extraoficialmente denominan Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas– seguía a Gabela. La familia del general ha declarado que los acosos se volvieron más frecuentes luego del primer accidente de uno de los helicópteros Dhruv, en octubre de 2009.
El audio de una comunicación del general Gabela revela que él sabía que su vida podría estar en peligro
Gabela sabía que estaba bajo peligro. Una conversación entre el general Gabela y el coronel Roberto Vargas revela que el ex comandante de la FAE sabía que existían disposiciones ilegales en contra de él y su familia. En el audio Gabela le dice a Vargas que sabe que lo están siguiendo y le explica que aquella disposición, dada por el general Alonso Espinoza, no era legal. A pesar de ello, Gabela le dice a Vargas que dará todas las facilidades para que sus acosadores puedan seguirle los pasos: “Los que me van a seguir a mí y a mis hijos, ¿sí?, no quiero que estén a dos o a tres cuadras, sino que estén a un paso, ¿sí?, que estén a un paso (de mí)”. Seguidamente Gabela sentencia: “Si algo me pasa a mí. Si me asalta un choro (ladrón), cualquier situación, los culpables son ustedes. Ustedes son los culpables de lo que me pueda pasar a mí o a mis hijos, así me choque alguien, cualquier cosa. Así que si me van a seguir, me siguen a un paso, como guardaespaldas, por favor”.
Vargas, que fue convocado a rendir su testimonio dentro de la investigación, declaró ante la Fiscalía y públicamente que jamás recibió la orden de seguir a Gabela. Sin embargo, en la conversación que tuvo con el general nunca negó ni refutó lo que Gabela aseguraba.
El entonces presidente Rafael Correa conoció sobre la conversación de Gabela y Vargas, en el 2012. Según detalla el portal Periodismo de Investigación, por este audio, Correa desistió de nombrar como “gran general de la Fuerza Aérea” a Alonso Espinoza, quien habría ordenado seguir a Gabela.
El 3 de enero de 2011, casi una semana después del asesinato de Gabela, el entonces presidente Rafael Correa llamó por teléfono a Patricia Ochoa de Gabela para decirle que estaba “consternado”. No le ofreció su pésame e inmediatamente se refirió al crímen como un “asalto”. Con esta etiqueta lo relativiza y le resta importancia. Se nota en el audio de la conversación, difundido por los medios de comunicación, una voz insegura y recelosa. Ochoa contesta con firmeza: “Señor presidente, disculpe, creo que usted está mal informado porque del asalto no se llevaron nada, no se robaron nada”. Correa otra vez contesta con su habitual terquedad, que iba de la pasividad a la agresividad en segundos: “Vea, no empecemos con esas cosas, señora”.
Una familia había perdido a su padre, abuelo, esposo. Pero para el presidente esas cosas eran, por esta última afirmación, necedades, un delito común que él no tenía duda de eso. “No empecemos con esas cosas”. El presidente Correa parecía que ya se había preparado para esa llamada y no quería atender disparates, aunque una familia hubiera perdido a un ser querido en un atentado horrible de motivaciones inconfesables y las Fuerzas Armadas del Ecuador, tal vez a uno de los más notables oficiales de las últimas décadas.
Después del asesinato del general Gabela, Rafael Correa llamó a la viuda del oficial para presentarle su pésame. La esposa de Gabela le da pistas de que el asalto por el que falleció su esposo no tiene sentido.
Ochoa vuelve a insistir enérgicamente: “Usted debe saber, señor presidente, que hubo órdenes de arriba para que inteligencia militar nos siga a toda la familia”. “¿Cuáles órdenes de arriba, porque yo no he dado ninguna orden?”, responde otra vez el entonces mandatario con tono receloso, preguntando sobre sí mismo aunque Ochoa no lo mencionara siquiera. “Yo no acuso a nadie. Del Comando Conjunto salió eso”, responde Ochoa. La esposa del general le explicó al presidente Correa, con pelos y señales, nombres, fuentes y referencias pidiendo una investigación del más alto nivel. Correa le ofrece su solidaridad y apoyo, aunque le insiste varias veces que “la Fiscalía es autónoma”.
A pesar de que Correa le aseguró a la viuda de Gabela que el caso no quedaría en la impunidad, las investigaciones sobre la muerte del oficial demostraron una serie de irregularidades y circunstancias escabrosas. Por ejemplo, aunque las pericias decían que un zurdo había disparado a Gabela, todos los sentenciados eran diestros. Según recoge una investigación periodística publicada en Plan V, en el expediente fiscal con el que se condenó a los autores materiales del asesinato del general Gabela no consta el nombre de quien disparó el arma. El reportaje recoge que “el único zurdo capaz de hacerlo, era alias “Francis”. Derly David Salazar Vargas, es el nombre que apareció por primera vez en los testimonios de los cómplices y coautores del crimen de Gabela, tras el seudónimo de “Francis””.
El asesino material de Gabela habría sido alias “Francis”, que casualmente fue acribillado en Guayaquil dos años después del asesinato del militar, también un 19 de diciembre.
El perito extranjero Roberto Meza, que fue contratado por el Estado ecuatoriano para investigar el asesinato de Gabela, dijo, en diciembre de 2020, que sus investigaciones sí establecieron quiénes fueron los autores materiales de Gabela –alias Francis, por ejemplo. Meza dijo en una entrevista en televisión que los autores intelectuales del asesinato del general sí están “directamente involucrados con las denuncias” que Gabela hizo por la compra de los helicópteros. Esto último respalda la versión de la familia de Gabela sobre la persecución que sufrieron por los cuestionamientos del militar.
Aunque la muerte del oficial Gabela se declaró un delito común, incluso por el Comité Interinstitucional que creó el gobierno de Rafael Correa, Patricia Ochoa ha luchado en contra de todo el sistema para que se encuentre la verdad y se condenen a los asesinos de su esposo. La lucha de Ochoa ha hecho que la investigación tome una nueva dirección. En noviembre de 2018, una comisión legislativa estableció que “existen evidencias suficientes y constantes de inobservancia a la ley incurridas por servidores en el ejercicio de sus funciones, así como, la posible existencia de un crimen de Estado”.
El caso de Gabela ahora se investiga como un crimen de Estado y está en reserva en la Comisión de la Verdad de la Fiscalía General del Estado. Al mismo tiempo se investiga el caso de los helicópteros Dhruv.
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