Un grupo internacional de científicos catalogó un total de 81 países en función de cómo sus sistemas sanitarios facilitan el bienestar físico y mental de los pacientes al final de sus vidas.
Un grupo internacional de científicos compiló un ‘ranking’ de países en los que morir resulta más y menos confortable. Los resultados de sus hallazgos fueron presentados en la revista Journal of Pain and Syptom Management a finales de diciembre.
“La sociedad también debería ser juzgada por lo bien que muere la gente. Muchas personas, tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo, mueren muy mal”, enfatizó Eric Finkelstein, uno de los autores del estudio, citado en un comunicado del Duke Global Health Institute de EE.UU. publicado este 19 de enero.
Los expertos incluyeron en el listado un total de 81 países en función de cómo sus sistemas sanitarios facilitan el bienestar físico y mental de los pacientes al final de sus vidas. El país que ganó la mejor puntuación fue Reino Unido, seguido por Irlanda, Taiwán (considerado en la investigación como estado independiente), Australia, Corea del Sur y Costa Rica.
En cuanto a algunos otros países, España se ubicó en el lugar 28, Colombia en el 42, EE.UU. en el 43 y Argentina en el 71. Mientras que Bolivia, Haití, Senegal, Brasil, Líbano y Paraguay ocupan los últimos lugares de la lista.
¿En qué fundamentos se basa el ‘ranking’?
Para catalogar a los países, los especialistas entrevistaron a más de 1.200 enfermeros, preguntándoles qué es lo más importante para la gente que está a punto de morir.
Además, pidieron a 181 expertos en cuidados paliativos evaluar los sistemas sanitarios de sus países en base de 13 factores obtenidos en los resultados de la primera encuesta. Los criterios no estaban relacionados con la muerte en sí, sino con la calidad de vida antes de fallecimiento.
Conclusiones
“Quizás la principal conclusión de este importante ejercicio es que la mayoría de las personas en el mundo mueren mal, muchas de ellas por no recibir ningún tratamiento y muchas por recibir un tratamiento excesivo, a menudo inútil, que aumenta el sufrimiento”, comentó Richard Smith, exeditor de la revista British Medical Journal.
En cuanto al lugar de EE.UU. en particular, los autores indican que sus resultados sirven de ejemplo de que el dinero no siempre garantiza una atención apropiada al final de la vida. Según ellos, en este país en muchas ocasiones se invierte más en los intentos de prolongar la vida a toda costa, que en la comodidad y la calidad de vida en los últimos días de internados.
“Gastamos mucho dinero en intentar que la gente viva más tiempo, pero no gastamos suficiente dinero en ayudar a la gente a morir mejor”, sintetizó Finkelstein.
RT
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