Empresas fantasmas registradas en Miami y Weston (ciudad del estado de Florida) recibieron millonarias transferencias de otras compañías pertenecientes a personas que actualmente son investigadas en Ecuador por lavado de dinero, tras llevar a cabo exportaciones fraudulentas desde ese país hacia Venezuela.
La estafa involucra a hombres de negocios sudamericanos que adquirieron desde lujosos apartamentos en Miami hasta un avión ejecutivo en Fort Lauderdale (Florida) tras desangrar al Sistema Unitario de Compensación Regional (Sucre).
Este sistema fue creado en 2008 bajo el auspicio del presidente venezolano Hugo Chávez, para fomentar el negocio entre los países de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).
Una investigación realizada por los periódicos El Nuevo Herald, de Miami, y El Universo de Ecuador, y el sitio web Armando Info de Venezuela documenta la ruta que siguieron 228 millones de dólares y que une barrios pobres de Guayaquil -donde se captaban pobladores de bajos recursos para falsificar facturas-, con las exclusivas propiedades del sur de Florida, además de cuentas bancarias en Panamá y Bahamas.
Según la investigación, el dinero llegaba a Ecuador por supuestas exportaciones a Venezuela, pero a los pocos días salía al exterior, principalmente hacia el sur de la Florida. Algunas de estas exportaciones estaban sobrevaloradas, y otras directamente nunca se realizaron.
En las operaciones que generaron los u$s228 millones intervinieron 60 compañías venezolanas y otras 30 ecuatorianas, y de ese dinero 84 millones fueron girados desde Ecuador hacia cuentas en el exterior. Mientras que a Estados Unidos fue transferida casi la tercera parte.
Una de las estafas
Agentes de la Unidad de Lavados de Activos de la policía ecuatoriana interrogaron a Dolores, una mujer que vivía en su modesta casa de caña y techo de zinc en la cooperativa Paraíso de la Flor, en el noroeste de Guayaquil.
Una factura emitida en noviembre de 2012 la señalaba como proveedora de zanahorias para exportarlas a Venezuela, a pesar que en su vivienda no hubiese cultivo alguno. Amputada de la pierna, Dolores “confesó” que gestionó su registro de Rentas Internas para recibir un “bono” de 30 dólares mensuales.
“Accedí a este “bono” porque en ese tiempo no tenía el bono solidario (que es un subsidio gubernamental)”, dijo Dolores, entonces de 56 años. “Solo saqué mi RISE (Régimen Impositivo Simplificado Ecuatoriano) para recibir mi bono”, agregó la mujer de escasos recursos.
Al igual que el de Dolores, varios testimonios revelaron que dos exportadoras de Quito optaron por pagar ese “bono” en barrios periféricos de Guayaquil, a cambio de la inscripción en Rentas Internas. Y con ese documento, las empresas mandaban a imprimir talonarios para facturarse a sí mismas y justificar egresos.
Sin embargo, la millonaria estafa se terminó tras la bancarrota de dos instituciones financieras ecuatorianas, la última en mayo de 2013.
Infobae
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