Los dos organismos calculan concretar en las próximas tres semanas, antes del inicio del Mundial de Fútbol de Brasil, el último intercambio de ofertas de desgravación arancelaria para alrededor del 90 por ciento del intercambio, lo que marcará la etapa final hacia el acuerdo de asociación que negocian desde hace 14 años.
El intercambio de ofertas, que se fue dilatando por cuestiones internas de cada bloque, será “el verdadero inicio del final de la negociación dura”, durante el que las partes se enfrentarán por primera vez al “verdadero núcleo” de las tratativas o lo que cada bloque está dispuesto a liberalizar, definió en diálogo con Télam, el embajador de la UE en Argentina, Alfonso Diez Torres.
De acuerdo con la OMC, para que un acuerdo sea de libre comercio debe contemplar el desmantelamiento arancelario del 90 por ciento de los productos intercambiados por la partes “Nunca mejor que ahora para hacer el intercambio de ofertas”, evaluó el diplomático español, quien estimó que la fecha será antes de que comience el Mundial de Fútbol, el 12 de junio, aunque llamó a “no dramatizar” si el plazo se atrasara, ya que “lo importante es que sea una buena oferta que reúna las condiciones para cerrar un acuerdo”.
El momento está relacionado con el ritmo lento de las negociaciones para una liberalización global del comercio en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a las que la Unión Europea había supeditado las convesaciones con el Mercosur, cuando el bloque sudamericano tenía fuertes cuestionamientos a la política de subsidios agrícolas de Bruselas.
“No es realista contemplar hoy un acuerdo global de reducción de aranceles significativo, por lo que están adquiriendo mayor relevancia los acuerdos regionales”, dijo el embajador.
La semana pasada, el canciller brasileño, Luiz Figueiredo, anunció que la oferta del Mercosur está en “etapa final” y que restaban “contactos entre los miembros” para homogeneizarla.
En cambio, la Unión Europea ya tiene la oferta elaborada pero necesita consultarla con sus estados partes, según adelantó Diez Torres a Télam.
En cuanto al contenido de las ofertas, el jefe de la delegación diplomática en Buenos Aires precisó que deben superar las que se hicieron en 2004, lo que implica “una cobertura (de desgravación) próxima al 90 por ciento” del universo total de intercambio entre los bloques, y que no se restrinjan “al intercambio de bienes sino también servicios y compras públicas”.
Fuentes brasileñas y uruguayas que participan de las tratativas aseguraron a Télam que a partir de un gran esfuerzo de los negociadores técnicos, el Mercosur logró saltar del 74 por ciento de productos a desgravar de la última oferta al 87 por ciento, pero estimaron que se podría alcanzar 90 por ciento del universo arancelario.
De acuerdo con las reglas de la OMC, para que un acuerdo sea de libre comercio debe contemplar el desmantelamiento arancelario del 90 por ciento de los productos intercambiados por la partes.
La normativa de la OMC “se puede interpretar con alguna flexibilidad” en cuanto al nivel de liberalización, “pero las excepciones tiene que ser eso, aunque sea obvio que se tengan en cuenta las asimetrías donde existen diferentes niveles de desarrollo”, resaltó Diez Torres.
Un tratamiento diferenciado a partir de las asimetrías fue el principal obtáculo en la etapa inicial de las negociaciones por parte de Uruguay y Paraguay, y con mayor énfasis por parte de Argentina en la etapa posterior al relanzamiento de las tratativas en 2010.
“La Unión Europea no pretende dificultar ningún proceso de industrialización. Por el contrario, un acuerdo no tiene porqué ser una amenaza sino una oportunidad para la industrialización sustentable de un país”, consideró el embajador europeo y explicó que “hay mecanismos para facilitar la transición hacia un entorno más competitivo y por tanto más exigente para las empresas más vulnerables”.
No obstante, descartó que el acuerdo pueda contemplar diferentes velocidades de desgravación para los países de la unión aduanera sudamericana, ya que “la negociación es de bloque a bloque y no un racimo de acuerdos bilaterales”.
Bruselas busca con el Mercosur celebrar su primer tratado birregional con un bloque de más avanzado nivel de integración, frente a los que ya tiene con Centroamérica o con los países del sudeste asiático, nucleados en la Asean.
Un acuerdo de asociación “puede ser muy adecuado para generar una dinámica positiva que favorezca la mayor integración con el Mercosur” y que “no sea de suma cero sino positivo para ambas partes”, definió Diez Torres.
El acuerdo debe ser ponderado con “perspectiva de mediano y largo plazo, por los impactos sobre todo en la generación de un nuevo clima de negocios y de inversión, ese es el factor menos cuantificable pero más importante. La capacidad de generar confianza e inversión”, evaluó.
Fuente Clarin
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