. Los familiares de fallecidos por suicidio denuncian que el tabú y el estigma añaden sufrimiento innecesario al dolor por la pérdida de sus seres queridos.
. Los grupos de asistencia al duelo por suicidio se consolidan en España.
. El suicidio es la primera causa de muerte violenta en jóvenes varones. En 2012 se suicidaron en España 3.539 personas, un 11% más que el año anterior.
. Ahora también personas como Laura Carbonell, que intentaron quitarse la vida pero sobrevivieron, desean contar su experiencia para ayudar en la prevención.
(20Minutos.es) Cada día se suicidan diez personas en España. Son más que los fallecidos en accidente de tráfico. Es la primera causa de muerte violenta entre los jóvenes varones y la segunda en ambos sexos. Además, según diversos estudios cada una de estas muertes devasta emocionalmente a seis personas de su entorno. Estas otras víctimas —los familiares y los amigos íntimos— empiezan a rebelarse contra el estigma social del drama más silenciado.
“Mi madre hizo eso porque estaba en un hoyo” comenta el joven Adriá a la cámara del documental ‘Supervivientes. Las cicatrices del suicidio’ —trabajo de los realizadores Itziar Bernaola y Pablo Ferrán que retrata el mundo en el que habitan los familiares de cinco suicidados. Adriá se refiere también a “eso”, el suicidio de su madre, como “un secreto que no te hace falta que sepa nadie”. Pero precisamente este documental prueba que algo está cambiando. Los familiares de las personas suicidadas empiezan a levantar su voz reclamando a la sociedad respeto para diluir la culpa, la incomprensión y la vergüenza que añaden más dolor a la pérdida de sus seres queridos. Y aprovechan para reclamar más atención a la salud mental, seguros como están de que la mayoría de los suicidios se pueden prevenir.
El padre de Juan Carlos Pérez se quitó la vida inesperadamente en 1992, cuando él tenía 27 años. “Mi madre quedó muy tocada y yo, que era el mayor de siete hermanos, me encargué de los más pequeños. Esa fue mi manera de procesar el duelo, cada hermano tuvo la suya. Unos lo vivieron con más rabia, otros quedándose como en las nubes, fuera de juego…. Pero, lo cierto es que en la familia se mantuvo el silencio durante demasiado tiempo. Pasaban los años y estábamos, no como el primer día (el dolor se había transformado), pero seguíamos sin hablarlo. Nos paralizaba”. Juan Carlos Pérez decidió investigar y publicó hace dos años el libro ‘La mirada del suicida. El enigma y el estigma’. Ahora coprotagoniza, con su madre y su hermano pequeño, el documental sobre los supervivientes del suicidio. Lo tiene muy claro: “es preciso hablar más del suicidio”.
DESTERRANDO MITOS
“Si solo se habla de los suicidios en la literatura y las películas se queda la imagen de que solo ocurre en la ficción”, opina, “pero cada día se suicidan en España diez personas. La Organización Mundial de la Salud dice que callar no ayuda a visibilizar que el suicidio es un problema de salud pública”.
Un suicida no es más que una persona en crisis que tiene alteradas sus facultades. No toma su decisión libremente
Juan Carlos Pérez es partidario de desterrar los mitos, o ideas preconcebidas, que persisten sobre el suicida. Ni es un valiente, ni un cobarde, una interpretación que ha variado con siglos. Quien se suicida no es más que “una persona en crisis que tiene alteradas sus facultades. Que no toma su decisión libremente, sino condicionado por un sufrimiento insoportable”, expone.
Las siempre frías estadísticas anunciaron que en 2012, último año disponible, se suicidaron en España 3.539 personas. Fueron un 11% más que el año anterior. Itziar Bernaola, la realizadora del documental ‘Supervivientes’, que se estrena este miércoles en Madrid, no cree que sea descabellado pensar que la crisis está detrás de un incremento tan importante. Con su trabajo, que también da voz a dos mujeres con ideación suicida, espera ayudar a la sociedad a “quitarse la venda” y afrontar una realidad que podría evitarse, en buena parte, con una mayor prevención en salud mental.
Cataluña es la región española que más ha avanzado en la prevención de los suicidios. Allí está la única asociación para la prevención del suicidio, la única asociación de familiares de suicidados, y el primer programa hospitalario exclusivo para suicidas. No es de extrañar que la Generalitat se haya puesto manos a la obra y este año pretenda implantar en toda la región el código de actuación que rebaje este tipo de muertes. Ya trabajan en la elaboración de un registro de potenciales suicidas a los que realizar un seguimiento intensivo.
El plan catalán sigue la estela del hospital Sant Pau de Barcelona. Por su unidad del suicidio han pasado en diez años más un millar de personas, y sus responsables blanden el éxito de una reducción de las segundas intentonas de suicidio del 34% general a un 8/10% entre sus atendidos. La fórmula, un seguimiento “casi de lujo” que combina sesiones individuales con psicólogos y psiquiatras, apoyadas por terapias grupales. Los protocolos de prevención del suicidio El doctor Santiago Durán, responsable de la unidad, cita a su predecesora, la psiquiatra Carmen Tejedor al explicar la prevención. “Ella siempre decía que nuestro trabajo consiste en hacer ver a las personas que se intentan suicidar que siempre lo pueden dejar para mañana, que el suicidio es una solución eterna para un problema temporal. Prevenir consiste en ganar tiempo. Los sufrimientos que conducen al suicidio son extremos, pero no son para siempre”.
Prevenir consiste en ganar tiempo, porque los sufrimientos que conducen al suicidio son extremos, pero no son para siempre
En el mismo hospital tiene su oficina la primera, y hasta la fecha única, asociación española de familiares de personas que se han suicidado, Después del Suicidio. Asociación de Supervivientes (DSAS). Con poco más de un año de vida, su fundadora y actual presidenta, Cecilia Borrás, explica que su razón de ser es permitir encontrarse a los familiares que han pedido seres queridos por suicidio. Ella misma perdió a un hijo.
En la actualidad son una cincuentena de socios y acaban de arrancar el tercer grupo de apoyo al duelo para familiares. Con una cadencia semanal, se reúnen en una terapia guiada por supervivientes con formación específica en el área del duelo y de las dinámicas de grupos.
“El grupo te da confianza y una solidaridad que no encuentras en tu entorno”, explica Borrás. “Aquí puedes abrirte con franqueza y aprender del dolor del otro para trabajar el tuyo propio”. Borrás plantea que el suicidio es un problema de salud “que va más allá de la responsabilidad médica y nos atañe a todos”. En su opinión todos somos vulnerables, por eso se necesita más comprensión social “para poder hablar en un entorno de serenidad y respeto”. También considera que la sociedad debería afrontar y no rehuir el dolor extremo de una persona. Y propone: “Acerquémonos con cariño, preguntemos por qué se siente esa persona como se siente y cómo se le puede ayudar. No en el 100% de los casos, pero sí en la mayoría se puede prevenir el suicidio. Eso sí, no hay que tener miedo a llegar al límite emocional si con ello se ayuda al ser querido a buscar una solución”.
LOS GRUPOS DE AYUDA AL DUELO DE FAMILIARES
En Madrid, la asociación Alaïa lleva 16 años ayudando a realizar el duelo de la pérdida. Este año han formado su segundo grupo de atención a familiares de suicidios, ante una demanda específica creciente. La portavoz de Alaïa, Dulce Camacho, explica que el grupo actual lo forman, en su mayoría, padres y madres que han perdido un hijo menor de 30 años. “Nos reunimos, vemos algún documental, comentamos libros sobre el suicidio, compartimos sin comparar ni juzgar, y analizamos el duelo”. A diferencia de otras muertes, ante el suicidio se acrecienta la culpa, el sentimiento de vergüenza. Además, los familiares tienen más rumiaciones, le dan más vueltas a los días anteriores para intentar entender qué falló, explica Camacho.
Alaïa está inmersa en la redacción de un protocolo para los intervinientes en los suicidios: Policía, Samur o Guardia Civil, tras detectar fallos en la forma en la que se comunican estos decesos internamente y a los familiares. Esperan tenerlo listo en otoño. “Lo que queremos es enseñar cómo comportarse con los familiares”. El objetivo es evitar que los atestados policiales, por ejemplo, añadan crueldad a una situación ya de por si traumática.
Laura Carbonell: “Cuento mi experiencia para que el que piense en suicidarse se sienta más normal, intente encontrarle sentido a la vida y tire para adelante”
En España no resulta fácil hablar del intento de suicidio propio. “Si se enteran, no te contrata nadie” dice como ejemplo Laura Carbonell, quien sí se ve capaz de contar su historia gracias que actualmente reside y trabaja en EE UU. Carbonell forma parte de un nuevo movimiento en ese país cuya propuesta defiende que se dé valor a las voces y experiencias de las personas que han intentado suicidarse pero ahora se aferran a la vida para ayudar en la prevención del suicidio.
Entre otros foros y grupos por toda la geografía estadounidense destaca’Livethroughthis’, en el que participa Laura Carbonell. Esta iniciativa parte del trabajo de una fotógrafa que ha recabado las experiencias de numerosas personas con el objetivo de poner “cara a gente corriente, que no esta loca, y que cuenta su experiencia. Nunca dicen cómo lo hicieron, pero sí reivindican que ahora viven mejor y cómo observan desde la distancia aquel intento fallido. Son voces desde la esperanza. Si te ves reflejado en los sentimientos de esas personas puedes sentirte más normal e intentar encontrar sentido a la vida y tirar para adelante”, explica Carbonell.
En su tentativa, Laura Carbonell explica que una noche cuando tenía 23 años volvió a su casa en Madrid y sin premeditación le vino la idea del suicidio. Le invadía la tristeza, no por nada especial, sino porque era muy tímida, describe, “y tenía un sentido muy agudo, o nítido, de una realidad que no soportaba”. Ella explica que se quiso “bajar del tren”, pero terminó en un hospital y sobrevivió. “Hoy lo vivo como una anécdota. De aquello hace más de veinte años y es parte de quien soy. Hablarlo y poder ayudar a gente me ha permitido quitarme un peso de encima. Soy libre. Vivo felizmente mi vida, aunque tengo mis días como todos, pero tengo la seguridad de que el sufrimiento pasa y no me tengo que alarmar”.
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