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Sáb. Nov 23rd, 2024
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La percepción de pérdida cayó de forma consecutiva en los últimos seis años, según un estudio privado. La inflación y los salarios desactualizados son los dos temas económicos más preocupantes. Además, el peso del impuesto a las Ganancias sobre asalariados fue récord en 2014

La inflación anual de dos dígitos que marca hace años el ritmo de la economía cambió la suma de bienes y servicios que se pueden comprar con los mismos pesos. En la actualidad, el 72% de los argentinos opina que su poder adquisitivo se deterioró durante el último año, según el estudio “Pulso Social 2014” de la consultora CCR. La encuesta realizada en abril de este año arrojó que el 22% consideró que su situación estaba igual que en 2013, mientras que tan sólo un 6% estimó que su poder adquisitivo aumentó.

Pero esta percepción subjetiva de pérdida no es nueva, sino que se da de forma consecutiva desde 2008. En noviembre de ese año, cinco de cada 10 argentinos consideraba que su poder adquisitivo era “mucho menor” o “bastante menor”. Esa cifra escaló al 56% en 2011, y creció más de 10 puntos hasta el 67% en abril de 2013. “El sentimiento de deterioro del poder adquisitivo se da en todos los niveles socioeconómicos, aunque en las clases más bajas se da de forma más notoria”, aseguró Patricia Sosa, directora de Negocios de la empresa de investigación y análisis de mercado.

Si bien la inseguridad es el tema más preocupante para el 89% de los argentinos, la inflación y los salarios desactualizados son los dos temas más alarmantes en el área económica. El estudio revela que el argentino se encuentra en un “estado de alerta” con respecto al empleo: la inquietud radica en las bajas remuneraciones y la acotada oferta laboral. “Conservar el empleo se percibe como una ganancia”, agregó.

La percepción de pérdida también se evidencia más en las personas mayores a 51 años, margen de edad en el que el 81% de los encuestados consideran un deterioro de su poder adquisitivo. El interior del país, que solía ser el motor del consumo en los supermercados, hoy ha retrocedido casilleros y siente más la caída del poder adquisitivo que los habitantes del área metropolitana de Buenos Aires, según una encuesta a 700 entrevistados entre el 11 y el 30 de abril.

Exprimir el chanchito

Tres de cada cuatro argentinos aseguró que “no sobra nada de dinero” luego de pagar todos los gastos del hogar -como alimentos, salud, educación y transporte-, y esto significa que no pueden ahorrar a fin de mes. Y aunque financiar las deudas de las tarjetas de crédito puede tener un costo financiero total (CFT) cercano al 90 por ciento, tres de cada 10 entrevistados que usan plásticos “no están pagando el total de sus gastos mensuales” financiados.

Ante este escenario, Sosa destacó que los argentinos se encuentran “con la tijera en la mano” para hacer un recorte de gastos. La clave es evitar las compras compulsivas, economizar con descuentos y promociones. La dificultad para obtener la casa propia redirigió la inversión hacia la renovación del auto, pero tras la devaluación y el impuesto a los automóviles de lujo, dejó de ser un refugio para la inversión.

La clase alta escucha ofertas, la clase media intenta controlar más su consumo y con el ojo puesto en el precio, los niveles socioeconómicos bajos caminan más y están dispuestos a resignar marcas que están acostumbrados a comprar.

Pero más allá de la inflación y los salarios desactualizados, el impuesto a las Ganancias sobre los asalariados muestra un peso histórico en 2013, de acuerdo a un informe de IERAL Fundación Mediterránea. Para un trabajador con salario bruto de $16.000 mensuales ($13.280 en mano), el gravamen se llevará el 6% de su sueldo bruto en el último año, cuando el máximo anterior fue del 2,5% en 2005.

“Un asalariado con ingresos brutos de $20.000 mensuales aportará al Estado un 9,5% de su salario, cuando no fue alcanzado en 2013 y aportó un 5,6% en 2012”, continuó, y agregó: “Su pago del impuesto había alcanzado el 0,5% de su ingreso bruto en 1999”.

El Gobierno discutirá esta semana con Antonio Caló, de la CGT oficialista, el aumento del mínimo no imponible de Ganancias tras las paritarias, pero en el contexto inflacionario no resulta suficiente. Para IERAL, el problema se da especialmente en que “los montos para definir las escalas de alícuotas no se modificaron en más de dos décadas”. Con todo, un trabajador soltero con un ingreso de $16.000 brutos -que en 1998 no era alcanzado por el impuesto- habrá destinado este año 21 jornadas laborales para pagar Ganancias.

Infobae

 


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