La institución eclesiástica teme que un eventual gobierno del libertario profundice las tensiones políticas y sociales. Dan por descontado un vínculo áspero con el líder de La Libertad Avanza.
Como ocurrió en todos los ámbitos del país, el triunfo de Javier Milei en las PASO y sus buenas perspectivas para la elección presidencial también provocó un terremoto dentro de la Iglesia. Pero en su caso el impacto fue particularmente fuerte porque sus ideas ultraliberales y su carácter destemplado se tradujeron en un severas descalificaciones a principios de la doctrina social del catolicismo enarbolada por el Papa Francisco y en agravios al propio pontífice.
En la Iglesia temen que un eventual gobierno de Milei genere muchas tensiones políticas por su escasa vocación a la búsqueda de acuerdos y, sobre todo, sociales por la previsible resistencia a sus medidas. Y descuentan que su relación con la institución eclesiástica será muy tensa. Más aún: en los ambientes eclesiásticos hay quienes ponen en duda la visita del Papa al país prevista para el año que viene si el libertario llega a la Casa Rosada.
La duda es comprensible: Milei fue desde mucho antes de asumir su candidatura durísimo con el pontífice a través de las redes sociales y luego en intervenciones televisivas. Pero también Francisco -aunque sin mencionarlo- cuestionó severamente al líder de La Libertad Avanza cuando la campaña comenzaba, durante una de las entrevistas que concedió en marzo con motivo de cumplirse el décimo aniversario de su pontificado.
En 2018, en Twitter, Milei le dijo: “A vos, que te gusta la m… de la justicia social, sería bueno que arranques repartiendo a los pobres la riqueza del Vaticano”. Y un mes después fue más allá: “Zurdo HDP que andas pregonando el comunismo por el mundo. Sos el representante del maligno en la casa de Dios”. Además, lo acusó de defender un modelo basado “en el odio y el resentimiento” y le propinó insultos escatológicos.
En la entrevista de marras, Francisco advirtió sobre el riesgo que entraña dejarse llevar por el enojo con los políticos. Citó el libro “Síndrome 1933″, de Seigmund Ginzberg, que describe el contexto en el que surgió en Alemania el nazismo y el ascenso de “un político que hablaba lindo y sedujo a la gente que dijo ‘probemos con este’. Entonces votaron a Adolfito y así terminamos”. La alusión al libertario pareció evidente.
Tras las PASO, Milei modificó su actitud hacia el Papa para captar más votos de católicos. “Lo respecto como cabeza de la Iglesia católica y como jefe de Estado”, dijo a la prensa. Fue clave en su moderación su candidata a vice, Victoria Villarruel, una católica hija de un militar que se relacionó con el Obispado Castrense por la campaña que lleva adelante hace años para que se reconozca a las víctimas del terrorismo.
Paralelamente, otros allegados a Milei realizan desde hace tiempo discretas gestiones en pos de un acercamiento con las autoridades católicas. En la Conferencia Episcopal -que agrupa al centenar de obispos del país- dicen que si el libertario pide una audiencia le sería concedida como lo harían con los demás candidatos que la soliciten, como suelen hacerlo los principales aspirantes a la presidencia ante cada elección.
Sea como fuere, fuentes cercanas al Papa dicen que su viaje a la Argentina no depende de quién gane las elecciones. Recuerdan que recientemente Francisco confirmó que la visita a su país “está en programa” para después de las elecciones, si bien la subordinó a un estudio final de factibilidad. En cambio, se preguntan si Milei “estaría dispuesto a recibirlo y se sentiría a gusto con lo que diga el pontífice”.
Francisco no sólo enfrentaría la antipatía de Milei. También de quienes le achacan simpatizar con el peronismo y, en particular, con el kirchnerismo y que se indignaron con la reciente designación del exmiembro de la Corte, Daniel Zaffaroni en un instituto de estudios jurídicos del Vaticano y del juez Roberto Gallardo -híper crítico del macrismo- como titular de una agrupación de juristas católicos.
De todas maneras, el sacudón que provocó en la Iglesia el triunfo de Milei trasciende la visita del Papa, más allá de la significación histórica que ésta tendría. El libertario se impuso en varias villas emblemáticas como La Cava, en el partido de San Isidro, de la que fue párroco el actual arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva.
¿Resultaron atractivas para los pobres las ideas liberales? ¿O Milei se convirtió en un oportuno instrumento para castigar a los políticos tradicionales?
¿Tampoco los obispos lo vieron venir al libertario? ¿No lo percibieron entre los propios fieles católicos? Formado en el catolicismo, el líder libertario dice que está estudiando la Torá y que analiza convertirse al judaísmo. Incluso hace un mes realizó un viaje relámpago a Nueva York para visitar la tumba de un rabino muy observante considerado milagroso.
Pero no debe relacionarse lo religioso con los ataques de Milei al Papa. Con Francisco, la relación con el judaísmo llegó a un punto muy alto. Por caso, el Congreso Judío Mundial realizó este año su plenario dentro del Vaticano, en un hecho histórico.
La razón hay que buscarla en la radicalidad de las ideas del libertario y sus modos que espantan al clero que siempre levantó las banderas de una complementación entre el mercado y el Estado y de la búsqueda de consensos.
Habrá que ver si Milei en caso de alcanzar la presidencia modera sus medidas y su carácter. Y si bien matizó algunas de sus propuestas luego de las PASO, no parece que vaya a cambiar mucho si finalmente triunfa. Lo concreto es que el ascenso del libertario causa enorme preocupación en el Papa y la Iglesia.
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