Sus principales asesores advierten que existirán limitaciones políticas y económicas si el candidato es electo presidente. Una de las principales es que no tendría mayoría en ninguna de las dos cámaras parlamentarias.
“Detesto el Teorema de Baglini”, dijo Javier Milei el miércoles en A Dos Voces, en una de sus primeras entrevistas luego de convertirse en el candidato más votado de las PASO. El libertario niega haberse moderado, pero en los últimos días su equipo de colaboradores sí reconoció al menos las limitaciones políticas y económicas que encontrará en caso de llegar a la Presidencia. Así y todo, Milei sigue amenazando con utilizar la presión popular para sortear por lo menos el obstáculo que supondría el Congreso en minoría.
El grado de responsabilidad de las propuestas de un dirigente es proporcional a sus posibilidades de llegar al poder. O, cuanto más cerca del poder, más responsables se vuelven los candidatos. Esa es la idea núcleo que planteó en 1986 el diputado radical Raúl Baglini. El concepto se viene recordando elección tras elección desde entonces.
“Detesto y desprecio el Teorema de Baglini. La diferencia es que ahora se toman el trabajo de escucharme. A mí no me confronten con las mentiras que dijeron de mi persona. Lo que digo, lo dije siempre”, sostuvo Milei y acusó a “la política” de utilizar “falacias del hombre de paja”, es decir, distorsionar lo que alguna vez dijo y discutir con la distorsión y no con lo que dijo.
Aunque el libertario construyó parte de su campaña sobre la idea avasalladora de que llegó para llevarse puesta a la “casta” y utilizó llamativas expresiones como “plan motosierra”, es cierto que el programa del libertario habla de reformas sucesivas de “tres generaciones” e incluso de una “reforma integral” que demorará 35 años en completarse. Pero la primera tarea a la que, según el programa libertario, el nuevo gobierno se abocará será “reducir gastos por 15% del PBI”.
Esta semana, Milei puso a jugar en la primera línea a su “consejo de asesores”, integrado por tres exfuncionarios del menemismo (que el libertario no considera casta), Carlos Rodríguez, Roque Fernández y Darío Epstein, y sumó formalmente a su equipo al economista referente para un plan de “dolarización”, Emilio Ocampo.
“Tenemos que avanzar con el ajuste fiscal. Pero hay una cosa muy clara; uno puede hacer una reforma monetaria, anunciarla hoy y los efectos se sienten mañana. Pero yo no puedo reducir de un día para el otro el gasto público en 3% del PBI. Me va a tomar un par de años. Tengo que negociar presupuestos en el Congreso, y para negociar esos presupuestos necesito mayorías y para esas mayorías necesito votos. Hay una distinta velocidad de las reformas”, afirmó Ocampo el jueves en Solo una Vuelta Más por TN.
“No decimos ‘señores, vótennos porque en lugar de polenta van a comer asado’, estamos diciendo ‘venimos a bajar el gasto público’, que no va a ser fácil, va a ser duro. Estamos diciendo que tenemos que hacer un esfuerzo todos, y que vamos a ordenar todo, que queremos que la gente que trabaja tenga oportunidades, crezca y haya movilidad social. Pero no se hace sobre el avance de lo que tenemos hoy, que está podrido”, avisó Epstein en Radio Mitre.
Más allá de las velocidades, de que la salida del cepo podría demorar un par de años y la dolarización sería finalmente “voluntaria”, el programa de Milei plantea reformas realmente profundas: del Estado, monetarias, tributarias, penales, de Seguridad, educativas y judiciales, para las que se requieren mayorías en el Congreso, como reconoció Ocampo, y hasta mayorías especiales de dos tercios que ni siquiera se consiguen hoy por consenso para nombrar al Procurador de la Nación.
El problema del libertario es que de repetir el resultado de las PASO, llegar al balotaje y convertirse en presidente, llegaría con 40 diputados nacionales y 8 senadores nacionales. Se necesitan 129 y 37 respectivamente para abrir cada recinto del Congreso. Incluso con un mucho mejor resultado, el máximo de senadores al que puede aspirar Milei en esta elección 10.
El equipo del libertario reconoció la necesidad de mayorías. Milei, así como dijo que no negocia con comunistas y descartó negociar con China -segundo socio comercial-, ha advertido en el pasado que no tiene intenciones de negociar con lo que considera la casta.
El candidato a presidente reiteró, hace tan solo unos días, que sometería a consulta popular la derogación de la norma que estableció la interrupción voluntaria del embarazo. Pero la consulta popular vinculante solo puede ser llamada por el Congreso, con una mayoría absoluta que no tendría, y además tiene limitaciones de alcance. El Ejecutivo puede llamar a una consulta no vinculante, que justamente no sería obligatoria y no puede imponer ninguna ley.
El objetivo en ese caso sería otro: hacer visible la presión de una mayoría de votantes que no se refleja en el Congreso. Una de las dos diputadas libertarias que hoy responden a Milei, Carolina Píparo (también candidata a gobernadora bonaerense), dio una curiosa explicación de lo que el potencial nuevo gobierno esperaría.
“¡A ver si entendemos que los diputados representamos al pueblo! En caso de que la mayoría de los argentinos acompañen los proyectos de Javier Milei, ¿por qué el Congreso debería trabarlos? Juntos, que venía haciendo el papel de ‘guardianes de la República’, está dando vergüenza”, dijo en Twitter la diputada que alguna vez integró los bloques de JxC y de José Luis Espert y que no se caracteriza por votar afirmativamente proyectos que vienen del Poder Ejecutivo.
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