El uso de la toxina botulínica va más allá de la medicina estética y, a los fines de relajar la musculatura facial, es uno de los tratamientos de elección para tratar el trastorno por el que muchas personas tensan la mandíbula y ven afectada su dentadura, el descanso y la calidad de vida
El ritmo de vida actual, las preocupaciones y el estrés llevan a muchas personas a padecer bruxismo, una afección que lleva a quien la sufre a apretar o rechinar los dientes, ya sea cuando se está despierto o dormido.
Se trata de una afección que genera desgastes dentales y otras consecuencias odontológicas. Y si bien muchos odontólogos indican a sus pacientes el uso de placas dentarias de silicona durante el descanso para mermar los efectos, la calidad del sueño se ve afectada e incluso, según el grado de bruxismo, puede causar dolor tanto en la zona de la mandíbula como en los oídos, entre otras consecuencias.
Es así como desde la medicina estética, el uso de la toxina botulínica se presenta como una solución temporal al problema.
“Se habla de bruxismo primario cuando no existe una causa definida, ni obedece a otros problemas médicos. Suele estar relacionado a la tensión y el estrés. Mientras que al bruxismo secundario se le puede diagnosticar un origen concreto o está asociado a otras enfermedades, principalmente neurológicas, como la epilepsia, o la enfermedad de Parkinson, entre otras”.
Así comenzó a explicar a Infobae el médico dermatólogo de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) Christian Sánchez Saizar (MN 97.895) el origen de este rechinamiento involuntario, “que puede provocar dolor en los músculos del oído, en el cuello, y en la mandíbula, además de ocasionar muchas veces un desgaste dentario y sangrado en las encías”, según agregó.
Además, según el dermatólogo, “al aumentar y endurecer los músculos de la zona, el bruxismo puede llegar a modificar la fisonomía facial, generando el aspecto de una cara cuadrada desde el punto de vista estético”. Y agregó: “Estos problemas se pueden tratar con la aplicación de toxina botulínica analizando los puntos de máxima tensión en la zona facial”.
A su turno, la médica cirujana Cristina Sciales (MN 66.744) destacó a este medio que “si bien no hay cifras precisas de la incidencia de bruxismo en la población, se sugiere que los trastornos temporomandibulares van en aumento en niños, adolescentes y adultos jóvenes”.
Y tras señalar que “hay consenso en que la mayoría de las causas responde a factores psicológicos y emocionales o a agentes que perturban la rutina del sueño, como estrés, ansiedad, depresión, consumo de alcohol, abuso de las tecnologías como celulares, computadoras, cafeína y tabaco”, la experta remarcó que “las consecuencias del bruxismo son múltiples y van desde el dolor muscular, pasando por el desgaste y la fractura de piezas dentales, hasta daño óseo a nivel del cóndilo mandibular, que es la cabeza de la mandíbula que conecta con el cráneo”.
En ese sentido, aseguró que “para prevenir o tratar esta alteración, la recomendación médica es intentar atacar las causas de base y no el efecto final, que es la contracción de los músculos masticatorios”. Sin embargo, “las infiltraciones de toxina botulínica pueden reducir la frecuencia de los episodios de bruxismo, así como la fuerza masticatoria, y disminuir los niveles de dolor derivados del mismo, lo que se traduce en una mejora en la calidad de vida de los pacientes”, reconoció la cirujana.
De qué manera actúa el Bótox® y por qué alivia el bruxismo
Como se dijo, una de las soluciones o tratamientos para paliar este problema es el uso de la placa dentaria de silicona para proteger la dentadura y descansar mejor. “Pero también puede usarse con fines no estéticos la toxina botulínica para relajar el músculo masetero, que es uno de los músculos masticatorios más importantes, grandes y fuertes”, explicó en este punto la médica dermatóloga Velia Lemel (MN 66.657).
Es que, según aseguran desde la Clínica Mayo en su página web, “las inyecciones de Bótox® bloquean determinadas señales químicas de los nervios que hacen que los músculos se contraigan”. Y si bien aclaran que “el uso más frecuente de estas inyecciones es con el fin de relajar los músculos faciales que causan las arrugas que están entre las cejas y otras arrugas faciales”, lo cierto es que su uso para tratar el bruxismo se ha extendido en el último tiempo.
“Así como se busca estéticamente relajar un músculo para mejorar la apariencia de las líneas de expresión, a los fines de mejorar el bruxismo se usan dosis un poco mayores de toxina botulínica a las que se usan para tratamientos estéticos faciales porque el que se necesita relajar es un músculo muy grande y potente”, agregó la médica cirujana estética Johanna Furlan (MN 122.975), quien destacó que “si bien la persona puede seguir haciendo su vida habitual en cuanto comer, masticar, hablar, etc., al estar el músculo relajado no tiene la fuerza para generar el bruxismo por lo que previene desgastes dentales y todas las complicaciones odontológicas que el bruxismo ocasiona”.
Según Sánchez Saizar, “la utilización de toxina botulínica para tratar el bruxismo es un tratamiento seguro y eficaz, ya que consigue relajar la musculatura mandibular, lo cual ayuda a evitar el dolor y las molestias a las pocas semanas de su aplicación”.
“Al relajar el masetero, la articulación temporomandibular queda libre de tensiones y así, con este tratamiento, aunque la paciente siga sufriendo ansiedad o las causas de base que la lleven a bruxar, se consigue la relajación del músculo, sin esfuerzo alguno”, ahondó el dermatólogo.
En ese sentido, Lemel precisó que “el procedimiento se lleva a cabo de manera ambulatoria colocando tres o cuatro puntos de toxina botulínica en el músculo masetero, por delante del pabellón auricular, en la zona donde se encuentra el borde mandibular”. “Se marcan los puntos de aplicación y el especialista decide, en función del tamaño del músculo, las unidades de toxina botulínica que aplicará”.
“Estos músculos son responsables del movimiento de la mandíbula y están involucrados en el apretamiento y rechinamiento de los dientes asociados con el bruxismo -ahondó Sciales-. Tras el procedimiento, el paciente debe esperar unos dos o tres días para que la toxina actúe sobre la musculatura; los resultados comienzan a notarse unos 15 días después, cuando la persona sentirá una gran relajación en toda la cara”.
La duración de los efectos de este procedimiento, según coincidieron los expertos consultados, es entre seis meses y un año.
De todos modos, según Sciales, “debe acompañarse con las medidas comunes de tratamiento del bruxismo y de los trastornos temporomandibulares, tales como ejercicios, fisioterapia, férula, etc, lo que conseguiría disminuir los síntomas durante más tiempo”.
Sobre el final, Sánchez Saizar enfatizó en la necesidad de recurrir siempre a profesionales idóneos para la realización de este o cualquier otro procedimiento. “La toxina botulínica no tiene ningún tipo de contraindicación, y aplicada por manos especializadas, es un fármaco eficaz y muy seguro”, subrayó.
infobae.com
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