Se cumplen 20 años de la muerte del artista. Cómo fue su adolescencia problemática. La sorpresa del público por su voz grave y profunda. Y sus canciones como causante de una aumento de la tasa de natalidad
La escena parece sacada de Quisiera Ser Grande, la película con Tom Hanks -o de alguna de las que la copiaron en los años posteriores a su salida. El adolescente de 14 años se fue a dormir con su cuerpo cada vez más grande y más difícil de manejar, y su voz finita, todavía de niño. A la mañana siguiente se levantó como cualquier otro día: entre dormido y sin ganas de ir a la escuela. Cuando saludó a su madre, los dos, se asustaron. Al principio, pensaron que se trataba de un efecto del sueño. Pero no. No sólo no tenía más la voz de un nene. Sin transición, de un día para el otro, de sus cuerdas vocales comenzaron a salir truenos. Una voz grave y profunda, inquietante. Todavía no lo sabía pero esa mañana había adquirido el instrumento, el arma, que le aseguraría la eternidad.
Barry White fue la voz del amor. Del sexo. Miles de hijos, alrededor del mundo, fueron concebidos con su música de fondo, con los (futuros) padres alentados, empujados, por esa voz.
Barry en la cresta de la ola
Tuvo un gran momento de apogeo a mediados de los setenta. Un hit tras otro en la época hedónica en la que predominaba la música disco. Como solista y con la Love Unlimited Orchestra. Canciones cachondas, con el amor, el sexo y el deseo en el centro. No es necesario entender inglés para sentir la efervescencia sexual de sus temas.
Nació en Texas pero a los pocos meses su madre se instaló en Los Ángeles. A diferencia de otros artistas que eligen seudónimos, él llevaba en la vida real el apellido de su madre; según la partida de nacimiento era Barry Eugene Carter. Su padre, Melvin White, se negó a casarse cuando se enteró que Sadie estaba embarazada y los abandonó. Cuando llegó el momento de grabar sus primeros temas reflotó el apellido del padre, le pareció que Barry White, sonaba bien, que era el nombre de una posible estrella.
Su primer contacto con la música fueron los discos de compositores clásicos que escuchaba su madre. A los diez años empezó a cantar en el coro de la iglesia. A pesar de esa actividad dominical, su camino comenzó a ser bastante pecaminoso. Le iba mal en el colegio y aquello que comenzó como travesuras con sus amigos del barrio, mutó en delitos. Robos y agresiones. Terminó preso por robar neumáticos de autos. La policía encontró en su poder mercadería por un valor de 29.000 dólares de la época (poco más de 300.000 dólares actuales); se ensañaba con los Cadillacs, eran los mejor pagos en el mercado negro. Fue condenado y debió pasar varios meses en prisión. Tras quedar libre, no muchas semanas después, pasó otros 15 días en una celda. Lo imputaron por un intento de homicidio. Se levantaron todos los cargos cuando la supuesta víctima logró despertar del coma y lo exculpó a Barry.
Era principio de la década del sesenta: Barry tenía 16 años, un prontuario frondoso, dos hijos y un futuro bastante brumoso por delante. Al salir de la cárcel, escuchó por la radio el nuevo single de Elvis Presley, Now or Never. Según narró en su autobiografía, ese fue el momento en que su vida dio un vuelco definitivo, el instante en el que supo que se dedicaría a la música.
Pero tampoco le resultó sencillo. Pasaría más de una década hasta conseguir su primer éxito. Grabó media docena de sencillos pero ninguno tuvo la menor repercusión. Prefirió no insistir, rendirse ante las evidencias: no se ganaría la vida cantando. Sin embargo, los estudios de grabación lo habían hechizado, ejercían sobre él una fascinación irresistible. Había demostrado cierto talento y una evidente facilidad para aprender sobre ese nuevo mundo. Se convirtió en reclutador de nuevos artistas y en productor discográfico. Escribió algunos temas y produjo a varias artistas negras. En 1972 consiguió su primer gran éxito con un trío femenino, Love Unlimited. Walkin´ in The Rain With The One I Love llegó a los primeros puestos de los charts y vendió varios centenares de miles de copias. En el demo, él había puesto su voz en una de las secciones de la canción, sólo a modo ejemplificativo, para que las tres mujeres escucharan cómo quedaría la versión final, cuando él consiguiera a un artista masculino invitado. Pero el otro productor le dijo que esa voz era única y que era perfecta para la canción, que la llenaba de sensualidad. Ruido de pasos, la lluvia cayendo y el vozarrón grave de White en una llamada telefónica convirtieron Walkin´In The Rain With The One I Love en un suceso, en el pionero de una lista que pocos años después parecía que no iba a terminarse nunca, su primer tema en vender un millón de copias.
Barry White se dio cuenta que debía superar el trauma que le había generado que los primeros temas que él había grabado con su voz, a principios de los sesenta, habían resultado un fracaso. Tal vez todavía podía pasar del otro lado y pararse frente a los micrófonos.
Su primer éxito solista fue I Gonna Love You Just a Little Bit More. A partir de ese momento encadenó una seguidilla impresionante a razón de dos discos por año (alternando uno solista y otro con la Love Unlimited Orchestra) y varios hits surgiendo de cada uno. Pero no todos tenían su voz. Con la Love Unlimited Orchestra, la orquesta de 40 músicos que creó para darle voluptuosidad a sus composiciones, consiguió llegar al número 1 con un instrumental como Love´s Theme. La paradoja del éxito: su primer hit indestructible no tuvo su sello inconfundible, su voz profunda.
Se convirtió en un inesperado, absolutamente improbable, sex symbol. No tenía una cara agraciada, tenía un físico enorme, algo de sobrepeso y una rigidez de movimientos y gestual bastante evidente. No importaba: su poder seductor residía en la garganta, en esas cuerdas vocales que nacieron para generar fantasías sexuales.
La música combinaba el funk, el disco, bastante de Motown, algo del Philly Sound, una pizca de Stax y la producción brillosa y recargada. Fue uno de los grandes referentes de esos años bailables y despreocupados (al menos en el Disco). El poder del sexo, la gran fuente del amor, parecía pertenecer a Barry White y a Donna Summer, que venían a suplantar a la sensualidad soul de Marvin Gaye, Al Green y al más carnal Isaac Hayes.
Si sigue la trayectoria de su hermano es posible afirmar que la música salvó la vida de Barry. Su hermano murió asesinado en 1983 tras una discusión con integrantes de una banda; se supone que se trató de un asunto de drogas. Darryl, el hermano un año menor, murió en el mismo barrio en el que se crió junto a Barry. “Mi mamá trató salvarnos, sacarnos de la calle. Pero con Darryll no pudo. La calle tiene una fuerza impresionante, lo malo te succiona”, escribió en su autobiografía.
Vendió muchísimo y sus canciones se pasaban en la radio, en especial en horario nocturno. El prestigio le costó alcanzarlo. Con los Grammy no se llevaba demasiado bien. Durante décadas mantuvieron una relación de odio mutuo. Todo empezó cuando fue ignorado tras sus primeras nominaciones. Salió a criticar a la Academia y a los votantes cuando en 1974 le dieron el premio a Mejor Nuevo Artista a Bette Midler y lo postergaron a él. Tuvieron que pasar dos décadas para que otra vez integrara ternas y para que finalmente obtuviera dos Grammys.
La caída de la música disco lo arrastró. Esa sensualidad, los versos hot, la música lúbrica que era celebrada y que encendía a hombres y mujeres alrededor del mundo, se desprestigió a una velocidad inusitada. Disco Sucks. Casi un silogismo: si Disco Sucks, Barry también. Barry White se convirtió en algo demodé y hasta bizarro.
Pasó varios años sin grabar. Cuando intentó regresar, sus primeros trabajos casi no tuvieron repercusión. La reivindicación vino de la mano de colaboraciones con otros artistas y de la televisión. Quincy Jones lo convocó para Secret Garden y de nuevo el vozarrón fue valorado. También tuvo un dueto con Tina Turner, In Your Wildest Dreams. Otra de sus grandes colaboraciones es esa intromisión en medio de Good Times de Edie Brickell. La televisión tuvo un papel vital en el revival. Lo que pareció que comenzaba en consumo irónico se convirtió en un comeback extraordinario de la mano de dos de los programas más populares de inicios de los 90: los Simpson y Ally McBeal. La otra gran fuente que reanimó su carrera fue la edición de varios compilados con sus grandes éxitos en los que se acumulaban decenas de hits contagiosos e invencibles.
Participó en un segmento muy famoso del Late Night de David Letterman, el de las 10 palabras. Apareció en el escenario con un coro de tres hermosas cantantes, y luego de una intro soul, y del respaldo de sus coristas, Barry decía palabras sueltas para mostrar que cualquier cosa dicha o cantada por él podía sonar romántica. Iban desde gubernamental a gengivitis finalizando en el puesto 1 que correspondía a Oprah. Más allá del evidente gesto humorístico, el sketch demostraba una verdad incontrastable: sin importar contexto ni contenido, era la cumbre de la sensualidad vocal.
Se cuerpo se deterioró con velocidad. Él no cuidó demasiado su salud. Había días en que fumaba más de cinco atados de cigarrillos. Comía sin control y tomaba mucho alcohol. Su sobrepeso era evidente. En los últimos años en sus presentaciones en público se lo veía rígido, con dificultades para moverse, casi sin fuerza. Sus riñones comenzaron a fallar. A fines de 2002 fue internado. A principios de 2003 mientras se realizaba diálisis sufrió un ACV. Ya nunca se recuperó. El 4 de julio de 2003, hace veinte años, mientras esperaba un riñón para ser trasplantado, murió en el centro médico Cedars Sinai de Los Ángeles.
Alguna vez lo llamaron La Morsa del Amor. Muchos sostuvieron que la tasa de natalidad aumentó desde que las parejas musicalizaban sus momentos íntimos con las canciones de Barry, cantante erótico, sexual. Can´t Get Enough Of Your Love, Nenever Never Gonna Give Ya Up, You’re The One I Need: música de intimidad, de apareamiento, de noches calientes.
Los discos de platino, los número uno, los shows repletos, la fama, los millones. Era mucho lo que había conseguido en su carrera.
De todas maneras parecía que el logro del que más se enorgullecía era otro: “Desde hace más de tres décadas hay gente haciendo bebés con mi música. No está nada mal eso”, dijo.
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