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El hecho ocurrió en 1970 en EE.UU. La víctima, Cathy Cesnik, fue asesinada a golpes y nunca se encontró al culpable. 24 años después del femicidio, una demanda por 40 millones de dólares por violaciones reiteradas pareció abrir una luz de esperanza en torno al caso. Pero nunca se supo la verdad.

La foto era bien clara a pesar de los años pasados. Pertenecía a la autopsia de una mujer. Mostraba la parte posterior del cráneo y se observaba perfectamente un agujero. Era redondo. Pudo haber sido causado por un martillo de bola. Después de tantos años, la foto estaba en las manos de quien fuera teniente de la Policía de Baltimore, Louis George “Bud” Roemer. Investigó durante 23 años, resolvió alrededor de 150 crímenes, pero murió en 2021 con una espina clavada: el asesinato nunca esclarecido de la monja Cathy Cesnik, a quien pertenecía esa vieja fotografía que conservó durante mucho tiempo.

Ese agujero en el cráneo fue ocasionado hacía 53 años. El cadáver de la monja Catherine Ann Cesnik, de 26 años, fue encontrado en una zanja de Lansdowne, una zona ubicada al sur de Baltimore, el sábado 3 de enero de 1970.

Cathy Cesnik, profesora de inglés y de teatro

Cathy Cesnik daba clases en el “Instituto de Mujeres Arzobispo Keough”, una escuela pública para chicas. Cuando encontraron su cadáver hacía dos meses que estaba desaparecida, desde el 7 de noviembre de 1969. Había salido a la tarde hacia el centro comercial Edmonson Village, cercano a su departamento en el complejo Carriage House del barrio de Westgate. No vivía sola sino con otra monja, la hermana Helen Russell Phillips. Había ido a cobrar un cheque y a comprar a la panadería. Serían alrededor de las 19.00 de ese viernes 7 de noviembre. Si el cuerpo estaba en Landsdowe significaba que el asesino lo había descartado a ocho kilómetros de distancia del centro comercial.

La monja Cesnik y el cura Maskell, vinculado a casos de pedofilia.
La monja Cesnik y el cura Maskell, vinculado a casos de pedofilia.

Dos hombres habían descubierto el cadáver cerca de un basural, en una zona boscosa. Llamaron a la Policía. Hacía un frío glaciar ese día. El cuerpo estaba cubierto de nieve, boca arriba, con un abrigo azul. Su bolso y uno de sus zapatos a pocos metros de ella. En el bolso había un frasco de medicación con su nombre. Los policías trabajaron unas cinco horas en el lugar. El cadaver había estado allí mucho tiempo y había sido dañado por animales. El forense dijo luego que era imposible saber si había sido violada.

La autopsia determinó que la habían asesinado a golpes. Murió a causa de un golpe dado al costado de la cabeza, además de otro que le había dejado ese agujero redondo detrás del cráneo.

Cathy había ido al centro comercial de la avenida Edmonson en su automóvil, un Ford Maverick de color verde. Hubo un hecho extraño: Cathy se fue del centro comercial y horas después su automóvil apareció estacionado cerca del complejo de departamentos Carriage House, donde ella vivía. ¿Quién llevó el coche hasta ese estacionamiento? ¿El asesino? ¿Por qué?

El automóvil no era el único hecho extraño

La hermana Helen, compañera de departamento de Cathy, se preocupó por su tardanza pero no llamó a la Policía sino al cura católico Gerard J. (“Gerry”) Koob, que vivía en una comunidad jesuítica conocida como Manresa, situada cerca de Annapolis, a unos 50 kilómetros de distancia. Koob llegó junto con otro sacerdote, Peter McKeon. O sea, la hermana Helen no llamó a alguien que pudiera llegar enseguida, al contrario.

Al cura Maskell le revocaron formalmente las facultades de sacerdote, pero la causa judicial en su contra prescribió.
Al cura Maskell le revocaron formalmente las facultades de sacerdote, pero la causa judicial en su contra prescribió.

Los dos curas interrogaron primero a Helen sobre los movimientos de su amiga y luego, entre las medianoche y la 1 de la mañana del 8 de noviembre de 1969, llamaron a la Policía y denunciaron la desaparición de Cathy. Esperaron algunas horas y los tres salieron a dar vueltas por el barrio para “calmar sus nervios”. A eso de las 4 de la mañana, mientras volvían caminando muertos de frío, vieron el Ford Maverick verde de Cathy mal ubicado al lado del estacionamiento del complejo de edificios donde vivían Cathy y Helen. Se acercaron al vehículo y no vieron ninguna señal de violencia en su interior.

Estos movimientos le parecieron muy singulares al teniente Roemer. Decidió tener una conversación con el jesuita Koob. Las preguntas iban dirigidas a desentrañar qué tipo de relación tenía con Catherine Cesnik. Koob dijo que eran buenos amigos y que compartían una especie de “afecto platónico”. El policía encontró en la comunidad jesuítica donde vivía Koob una carta que Cathy le había enviado pocos días antes de desaparecer. El teniente descubrió que Cathy y Koob tenían una relación muy humana. En una parte de esa carta, Cathy escribió: “…Debo decirte que te quiero dentro de mí. Quiero tener tus hijos…”

Bastó que el policía le mostrara la carta a Koob para que este se derrumbara y confesara que estaba teniendo sexo con la monja. Los agentes creían que debían mantener la presión sobre Koob porque estaban convencidos que sabía más de lo que decía. Tal vez buscando alguna contradicción pudieran tener un sospechoso con el cual cerrar el caso. Pero la situación se complicaba. No podían presionarlo más de la cuenta porque no había un solo indicio en su contra y ya la Iglesia se había interesado por lo que consideraban un acoso inadmisible contra el jesuita. Los investigadores “soltaron” a Koob y lo lamentaban pues creían que sin él bajo la lupa el caso de enfriaría, o, como algunos críticos dijeron, ellos ya no harían nada más.

Con los años, Koob se convirtió en pastor metodista, se casó, se fue de allí y negó rotundamente que le haya confesado al teniente Roemer que mantuvo relaciones sexuales con Cathy.

Cathy Cesnik y los abusos sexuales en el colegio

De antepasados eslovenos, Cathy Cesnik entró al convento de las Hermanas Escolares de Notre Dame el 29 de septiembre de 1960, como candidata a la hermandad. Después de siete años de estudio, emitió sus “votos perpetuos” el 21 de julio de 1967. La joven monja ya había comenzado su carrera docente en 1965 en la escuela secundaria “Arzobispo Keough”, ubicada al suroeste de Baltimore. Durante cuatro años, enseñaría a cientos de estudiantes de la comunidad irlandesa-estadounidense cercana, en su mayoría de clase trabajadora. No hay una sola alumna que no recuerde a Cathy con cariño, como una figura inspiradora.

El instituto secundario "Arzobispo Keough".
El instituto secundario “Arzobispo Keough”.

Para mediados de 1969, las alumnas la veían exhausta, algo nerviosa. En junio, Cathy pidió permiso a sus superiores de Notre Dame para entrar en un período de “exclaustración”, es decir que viviría fuera del convento. Reemplazaría su hábito de monja por polleras, blusas y vestidos. Le concedieron el permiso y Cesnik se mudó al departamento de dos habitaciones del complejo Carriage, que compartió con su amiga, también maestra y monja, Helen Philips, que, igual que ella, había dejado momentáneamente los hábitos. Al mismo tiempo, Cathy decidió hacer un segundo experimento: en lugar de enseñar durante 1969/1970 en “Arzobispo Keough”, lo haría en una escuela pública, Western High. ¿Por qué dejaba “Arzobispo Keough”?

Ella recibía a algunas alumnas del Instituto Keough en su departamento. Es probable que alguna de ellas le contara de los abusos sexuales que ocurrían en ese colegio. La hermana Mary Florita sabía por una chica que tres o cuatro alumnas le contaron a Cathy que estaban siendo abusadas por un sacerdote y le pidieron ayuda. Florita jamás dudó que Cathy sabía de las violaciones desde meses antes de su asesinato.

Los legajos por el crimen de Catherine Cesnik comenzaron a reunir polvo. La investigación no avanzó más. No hubo más averiguaciones. Parecía que todo dependía de que aquel sacerdote Koob dijera media palabra más. Policías con décadas de oficio pusieron muy poco empeño en esta investigación.

Catherine Cesnik enseñaba en un colegio religioso.
Catherine Cesnik enseñaba en un colegio religioso.

Una demanda por 40 millones de dólares

El caso fue nuevamente mencionado 24 años después de que se encontrara su cadáver, es decir recién en 1994. Teresa Lancaster y Jean Wehner, exalumnas del colegio Keough presentaron una demanda por 40 millones de dólares por violaciones reiteradas que denunciaron haber sufrido en esa escuela. La demanda decía que el autor de “abusos sexuales desenfrenados” había sido, entre otros, el capellán de la escuela, un sacerdote diocesano llamado Anthony Joseph Maskell. Junto a él, aparecía un misterioso personaje, señalado como un peverso abusador, al que solo se lo llama “hermano Bob”. Su identidad no se ha conocido con certeza hasta el momento. Se cree que podría ser el cura Robert Flaherty, porque tuvo un escándalo de abuso sexual fuera del colegio Keough.

La demanda era muy directa. Los abusos consistían en: “coito vaginal, coito anal, cunnilingus, felación, penetración vaginal con un vibrador, administración de enemas, amenazas de violencia física, prostitución forzada, golpes y actos sexuales forzados con un policía”. Jean Wehner aseguró que fue llevada por Maskell al basurero de Lansdowne, hacía fines de noviembre de 1969, para mostrarle el cadáver de una monja. Entonces le dijo: “¡¿Ves qué pasa cuando decís cosas malas sobre las personas?!”. Incluso dio detalles sobre el estado del cuerpo que solo los policías sabían.

Jean Wehner en el último año de la secundaria.
Jean Wehner en el último año de la secundaria.

Wehner también reveló que en cierta ocasión Cathy le preguntó en voz baja si los sacerdotes le hacían daño. Tanto ella como Teresa Lancaster sostuvieron que Cathy Cesnik fue la única que las ayudó. De tal forma, se pensó que Cathy sabía de los abusos en su colegio y por eso quiso ir a enseñar a otra escuela. También, que su homicidio pudo estar relacionado con su intención de denunciar a Maskell y a los otros curas violadores.

Los policías que habían intervenido en el caso Cesnik, empezando por Roemer, jamás habían investigado nada en la escuela donde Cathy daba clases, y mucho menos conocían siquiera de nombre al padre Maskell o dijeron no conocerlo.

La demanda fue finalmente desestimada por una cuestión de procedimiento, es decir por el Estatuto de Limitaciones: cada estado establece las leyes que limitan el tiempo que tiene una víctima para presentar una demanda en un tribunal civil. En este caso dijeron que estaba excedido. Pero la Arquidiócesis no abandonó el asunto e inició su propia investigación sobre el cura Maskell. Corroboraron los dichos de las dos damnificadas que lo habían denunciado. La Iglesia decidió, tras analizar las pruebas, “revocar formalmente las facultades” del sacerdote y relevarlo de sus deberes administrativos como encargado de una parroquia.

Maskell siempre afirmó que era inocente. El 7 de mayo de 2001, a los 62 años, murió por un derrame cerebral. Muchos fieles lo apoyaron, sobre todo policías que estuvieron en actividad en la década de los 60 e inicios de los 70.

La historia avanza en el tiempo pero vuelve a cada rato hacia atrás. En 1969, seis días después de que Cathy Cesnik desapareciera, Joyce Malecki, de 20 años, fue encontrada con las manos atadas a la espalda, estrangulada y apuñalada en la garganta en un pequeño arroyo ubicado a pocos kilómetros de donde aparecería el cuerpo de Cesnik más tarde. El crimen de Malecki tampoco se resolvió. Y nadie investigó la posible conexión entre los dos asesinatos, sobre todo porque la familia Malecki era donante de la escuela Keough, donde Maskell era capellán. Los Malecki asisitían a la iglesia St. Clement, incluso Joyce y su hermano hacían retiros de una semana como estudiantes secundarios. Maskell sirvió en esa misma iglesia de 1966 a 1968 y que seguía ayudando a esa parroquia mientras se desempeñaba en la escuela secundaria Keough de 1970 a 1975.

El caso Catherine Cesnik fue reabierto en 2003

La Policía de Baltimore no siguió la pista del cura Maskell. Por el contrario, trabajó sobre la posibilidad de que Cesnik haya sido secuestrada por un extraño que entró por la fuerza en su auto, la llevó al basurero y la mató, luego simplemente llevó el coche cerca del complejo de departamentos donde vivía la monja porque necesitaba transporte para volver a casa.

Jeann Wehner y Teresa Lancaster demandaron al colegio Keough, del cura Maskell, por 40 millones de dólares por los abusos sufridos cuando eran alumnas.
Jeann Wehner y Teresa Lancaster demandaron al colegio Keough, del cura Maskell, por 40 millones de dólares por los abusos sufridos cuando eran alumnas.

En mayo de 2017, la Policía logró una orden judicial para exhumar el cuerpo del cura Maskell. La finalidad era obtener una muestra de ADN para compararla con muestras genéticas levantadas en la escena del crimen de la monja. ¿Cuáles? ¿Dónde estaba? Trascendió que se trataba de una colilla de cigarrillo hallada cerca del cuerpo…¡en un basural!

El levantamiento de muestras se realizó en 1970, cuando la genética forense no estaba desarrollada. Esta prueba se utilizó por primera vez en 1987 en un tribunal de Florida para resolver un caso de paternidad. No es la prueba la que se ha puesto en dudas en el caso Cesnik sino el procedimiento empleado para obtener las muestras porque entonces no se pensaba en el ADN. De todas maneras, decidieron realizar el estudio comparativo en la esperanza, además, de que esas muestras se hayan conservado adecuadamente durante 50 años.

La respuesta llegó en mayo de ese año. El ADN de Maskell no coincidía “directamente” con la evidencia de la escena de 1970. Es posible que se tratara de un recurso este de ADN tardío para acallar a los críticos de la investigación y para cerrar de una vez este caso.

Dos meses después, en julio de 2017, el colegio Keough cerró luego de la confirmación de la Arquidiócesis de Baltimore de que pagaron acuerdos a los estudiantes que habían sido abusados sexualmente.


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